Editorial

En estos tiempos, caracterizados por la velocidad en la que cambian los discursos, el vértigo producido por infinidad de pantallas y la dispersión de todo tipo de vínculos, Interpretextos se presenta como una plataforma donde confluyen miradas críticas, estéticas y analíticas desde varias disciplinas que comparten el deseo de comprender —y narrar— la complejidad de nuestro tiempo. En esta cuarta entrega se reúnen colaboraciones provenientes de campos como la literatura, la lingüística, el periodismo, los estudios culturales y la comunicación, con la firme intención de entretejer redes intelectuales que sirvan para sostener la conversación en torno al arte, el pensamiento y la vida social. Este número de nuestra revista propone un mapa diverso de preocupaciones contemporáneas que, como vasos comunicantes, nos permiten reflexionar sobre lo que somos, lo que recordamos y lo que imaginamos como futuro.

A través de sus páginas, este número se configura como un espacio de diálogo entre generaciones, intereses y disciplinas. Desde los estudios literarios sobre la masculinidad en la obra de Fernanda Melchor, hasta los análisis transmedia en fenómenos actuales como el fandom de Merlina en TikTok, pasando por la exploración del barroco colimote y la poesía en lenguas originarias, esta edición busca reunir voces diversas bajo una misma premisa: la cultura, entendida como tejido vivo y en constante transformación.

Como umbral de esta edición presentamos el Verso de entrada donde se entrelazan lenguas originarias y memoria colectiva. El fragmento de “Ts’unun: Los sueños del colibrí”, titulado “Soy el rey de la luz” de Mikel Ruiz, traducido del tzotzil, nos recuerda que la poesía no sólo nombra el mundo, sino que lo habita desde diferentes maneras de sentir y de pensar. En este sentido, la revista se coloca en un horizonte intercultural y plural, en el que la literatura indígena ocupa un lugar legítimo y necesario en las letras contemporáneas.

En este número, la noción de red intelectual —recuperada con lucidez por Dayna Díaz Uribe en su ensayo sobre la emblemática revista El Hijo Pródigo— funciona como punto de partida y, al mismo tiempo, como metáfora organizadora. A través de su análisis se recupera el espíritu de Octavio G. Barreda, quien supo reunir en un solo proyecto editorial las voces más notables y plurales de su tiempo. La revista como red, como refugio y resonancia ante los momentos de crisis, cobra así una vigencia renovada. Tal como sucedió con El Hijo Pródigo durante la Segunda Guerra Mundial, hoy las publicaciones culturales pueden ser respuesta —y resistencia— frente a diversas manifestaciones de la violencia: la polarización social, la desinformación, la exclusión y la deshumanización del otro.

Una preocupación compartida por varios de los textos aquí reunidos es la reflexión sobre la violencia estructural y sus representaciones simbólicas. El artículo de Edgar Alejandro Guadarrama Rueda, desde una mirada literaria y crítica, se adentra en el universo narrativo de Fernanda Melchor para explorar cómo las dinámicas familiares —fundadas en la masculinidad hegemónica y el patriarcado— son el germen de violencias más amplias y sistemáticas. Su lectura de Temporada de huracanes nos recuerda que la literatura también es un espacio de memoria, denuncia y crítica social.

En sintonía con este interés por los márgenes, “Desapariciones” de José Baroja, ofrece una pieza literaria que, desde la ficción, resuena con las ausencias que atraviesan innumerables realidades latinoamericanas. La narrativa de Baroja se inscribe en esa tradición que no elude el horror, sino que lo enfrenta con herramientas de imaginación y lenguaje.

Por otro lado, el texto de Wilmar Vera Zapata se ocupa de una forma distinta de resistencia: la ejercida desde el periodismo sexológico-educativo en Colombia durante los años sesenta. Su análisis de la revista Cultura Sexual nos permite ver cómo el discurso público sobre el cuerpo, el deseo y la educación fue transformado por pioneros que apostaron por el conocimiento y la divulgación en entornos adversos.

La creación musical está presente en el texto de Álvaro Ochoa Serrano, quien nos introduce a la relación entre Maximiano Rosales y Rafael Herrera Robinson, dos personajes cuya complementariedad desafía las convenciones de la pareja artística. En su artículo “Un par impar en la música popular”, Ochoa nos muestra cómo las trayectorias personales también tejen redes que van más allá de lo estrictamente musical, incidiendo en la cultura regional y nacional.

La dimensión visual tiene una presencia destacada en esta edición. Patricia Ayala García nos habla del “Ante Colimote” con una mirada sensible y erudita, nos invita a reconocer lo barroco en la identidad visual colimense, recuperando los pliegues y matices que configuran lo “colimote” más allá del estereotipo. Esta búsqueda se complementa con el ensayo visual de Antonio Martínez, cuya lente nos recuerda que “siempre todo fluye”, como si la imagen fuera capaz de condensar el paso del tiempo en una sola mirada. También entablan un diálogo con el exhaustivo análisis que hace Leopoldo Tillería Aqueveque en torno a lo neobarroco-fantástico en tres obras del artista panameño, José Rosario.

Desde la lingüística, la sección Lengua Labrada nos ofrece tres aportaciones valiosas. Carlos José Blandón Ruiz nos recuerda que la redacción no es sólo una técnica, sino un arte que dialoga con la interdisciplinariedad, mientras que Alan Emmanuel Pérez Barajas presenta una propuesta metodológica rigurosa para el estudio de los adverbios léxicos desde la morfosintaxis histórica y el análisis de corpus. Ambas contribuciones refuerzan la idea de que el lenguaje, más allá de sus estructuras, es una práctica viva que se adapta, se transforma y construye realidad. El tercer texto analiza los antropónimos e hipocorísticos presentes en cuatro canciones de Salvador “Chava” Flores, reconocido cantautor mexicano cuyos trabajos reflejan el léxico del pueblo.

En el cruce entre cultura digital y análisis mediático, un equipo de comunicadoras examina el fenómeno transmedia de Merlina en TikTok. Su artículo da cuenta de cómo los fandoms juveniles reconfiguran los significados de los productos culturales, estableciendo diálogos activos y creativos con los contenidos. Este enfoque se articula con el trabajo de Esmirna Chávez y Amaury Fernández sobre XHCC TV Canal 5, quienes nos recuerdan que la televisión educativa en Colima ya exploraba formas de innovación desde los años sesenta. También en Diapasón, Anna Karina Alcántar García y César Vázquez González reflexionan sobre el sentido de pertenencia en la formación universitaria. Su investigación, realizada con jóvenes estudiantes universitarios, propone repensar la identidad estudiantil desde una mirada crítica y pedagógica, atendiendo al contexto institucional y a los desafíos contemporáneos de la educación superior.

En Manantiales, dos textos nos invitan a leer desde la experiencia: Krishna Naranjo Zavala explora los desplazamientos y cambios de casa en la narrativa de Alberto Llanes, donde lo cotidiano se vuelve materia poética, mientras que Anahí Hernández ofrece una lectura íntima de Leer en los aviones, de Ana García Bergua, celebrando la lectura como viaje, compañía y espacio de reflexión e introspección.

Así, este cuarto número de Interpretextos es, en muchos sentidos, un testimonio coral de lo que significa escribir, investigar y crear en nuestros tiempos. Frente al aislamiento, proponemos redes; frente a la indiferencia, memoria; frente a la uniformidad, diversidad. Cada texto aquí incluido es una apuesta por el pensamiento crítico, la sensibilidad artística y el diálogo interdisciplinario. En esta comunidad de autoras y autores, lectoras y lectores, confiamos en que la revista siga siendo una casa abierta para las ideas y una brújula para quienes buscan comprender —y transformar— el presente desde la palabra.

Lucila Gutiérrez Santana