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El género como herramienta analítica
transversal en la actualidad de las ciencias
sociales: Un diálogo interdisciplinario
Gender as a Cross-Cutting Analytical Tool in Contemporary
Social Research: An Interdisciplinary Dialogue
Ana Josena Cuevas Hernández
Antar Martínez-Guzmán
Adriana Cruz-Manjarrez
Universidad de Colima
Recepción: 25/02/22
Aprobación: 13/05/22
Resumen
Se analiza la manera en que se trabaja
el concepto de género desde tres dis-
ciplinas y objetos de estudio distintos.
Asimismo, se discute la literatura desde
la que entendemos el concepto de género
y el sistema sexo-género y se muestran
las investigaciones realizadas desde ella
con la finalidad de evidenciar cómo el
género, como un sistema complejo, nos
convoca y pone en contacto para revelar
las conexiones entre ámbitos de la vida
social y categorías analíticas con estrecha
relación. En las conclusiones elaboramos
un diálogo interdisciplinario sobre las
coincidencias que tenemos, como grupo
Abstract
This paper analyzes the way in which
the concept of gender is used across three
different disciplines and objects of inquiry.
Likewise, we reviewed key literature from
which we understand what both gender
and the sex-gender system are, then each
author went through her/his own research
in connection to gender. By doing so, we
intend to cast a light on the close connec-
tions between different spheres of social
life and a group of concepts. In the conclu-
sions, we elaborate on an interdisciplinary
dialogue based on the coincidences that
we find, as a research group, in the use of
focus on gender. We also discuss the use of
GénEroos
Volumen 1/número 1/marzo-agosto de 2023/ pp. 41-71
eISSN 2992-7862
DOI: RevGenEr.2023.1.02
CC BY-NC-SA 4.0
Investigación
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Revista de investigación y divulgación sobre los estudios de género
Año 1 / Número 1 / Marzo-agosto de 2023
Introducción
En 1986 Scott plantea de forma clara y abierta una pregunta central que,
en muchos sentidos, acompañó el origen y desarrollo de lo que hoy cono-
cemos como estudios de género. Esta pregunta, explorada por diferentes
tradiciones de pensamiento crítico, consiste en interrogar la categoría de
género —sus cualidades, potencialidades y límites— como herramienta
para el análisis de los fenómenos contemporáneos y de las problemáticas
que demandan la atención de las ciencias sociales. A nuestro juicio, ésta
es una interrogante que debe plantearse permanentemente, que no tiene
una respuesta unívoca y definitiva sino que debe acompañar el trabajo de
investigación ante una sociedad en constante y profunda transformación.
Actualmente, cuando el género se ha vuelto un término muy difundido
y ha logrado instalarse en el vocabulario común, no sólo académico, sino
también institucional y cultural, resulta pertinente volver a esta pregunta
y renovar su vigencia en el campo de las ciencias sociales, a la luz de los
nuevos desafíos que plantea la realidad de nuestro tiempo.
de investigación, en el uso del enfoque de
género. Reflexionamos sobre el abordaje
que le hemos dado en el análisis micro y
macro social para entender los mecanismos
de control, sujeción y poder que atraviesan
las relaciones de los grupos estudiados,
pero también para analizar los procesos
de agencia, resistencia y transformaciones
que produce. Por último, discutimos las
posibilidades de un diálogo futuro con el
género como base, centrado en el análisis
de la identidad, la intimidad, la moderni-
dad y posmodernidad, como reflejo de la
crisis de este proyecto civilizatorio.
Palabras clave
Género, interdisciplinariedad, familia,
migración, identidad sexo-genérica.
gender in the analysis of micro and macro
social dimensions of everyday life in our
pursuit of understanding the mechanisms
of control, subjection, and power that the
groups we have studied go through, which
also allow us to see the processes of agency,
resistance and transformations they en-
dure. Finally, we discuss the possibilities
for a future dialogue and a research agenda
from a gender perspective focused on the
analysis of identity, intimacy, modernity,
and postmodernity. This discussion emer-
ges as a scenario that reflects on the crisis
of modernity as a civilizational project.
Keywords
Gender, interdisciplinarity, family, migra-
tion, sex-gender identity.
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El género como herramienta analítica transversal en la actualidad de las ciencias sociales...
Cuevas Hernández, AJ.; Martínez-Guzmán, A.; Cruz-Manjarrez, A. | Pp. 41-71
El presente manuscrito tiene el propósito de contribuir a la dis-
cusión en torno al género como una categoría inherentemente inter y
transdisciplinaria, útil para interrogar múltiples procesos psicológicos,
socioculturales y políticos, relevantes para la comprensión de problemáti-
cas sociales actuales. A partir de tres líneas y experiencias de investigación
originadas en diferentes disciplinas —sociología, antropología y psicolo-
gía— se abona a una concepción de género como un sistema complejo
capaz de convocar, poner en contacto y revelar las conexiones entre ámbi-
tos de la vida social y categorías analíticas que con frecuencia son pensadas
como independientes o paralelas. En su primera sección, se expone un
marco conceptual general a través del cual entendemos el concepto de
género y el sistema sexo-género. A continuación, mostramos tres líneas
de investigación desarrolladas por cada una de las y los autores que,
desde distintos ángulos y perspectivas, emprenden la tarea de interrogar
diferentes problemáticas sociales contemporáneas —familia, migración
femenina, e identidades sexogenéricas— utilizando como elemento co-
mún la dimensión del género como herramienta analítica. Dichas líneas
de trabajo se enmarcan en los campos de la sociología, la antropología y
la psicología social, respectivamente. Partimos de un enfoque que permite
estudiar los puentes entre las dimensiones macro y microsociales; las ten-
siones entre las formas de poder/sujeción y de agencia/resistencia en las y
los sujetos; los cambios y las transformaciones de los fenómenos sociales
en su devenir histórico. Finalmente, vislumbramos las posibilidades de
diálogo e indagación común que se desprenden de las conexiones iden-
tificadas entre los diferentes itinerarios de investigación: la identidad, la
intimidad y la tensión modernidad/posmodernidad, como ejes clave para
explorar de manera transversal y multidisciplinaria fenómenos sociales
en el contexto actual.
Desarrollo
Perspectiva teórico-conceptual
Es importante señalar que la noción de género se articula como una de
las herramientas que buscan dar respuesta a un conjunto de desigual-
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dades y violencias históricas que le preceden, complejas y de larga data,
distribuidas a nivel global. El género, como categoría de análisis y de
acuerdo con Scott (2002), cuestiona la desigualdad del poder entre los
hombres y las mujeres, así como las categorías no binarias en los distintos
ámbitos de la vida social como son los grupos sociales, las comunidades,
las instituciones y las industrias para responder cómo las actividades
que ellos realizan adquieren significaciones diferenciadas. El concepto,
si bien ha sido usado de manera amplia y descriptiva para referirse a las
mujeres, también concierne a la información y mundo de los hombres, ya
que las primeras no existen sin los segundos y viceversa. Esta discusión
se extiende al análisis de las múltiples identidades de género.
Así, el análisis de género rechaza que lo femenino y lo masculino
sean esferas y experiencias vitales sin relación alguna. El género, como
categoría analítica, se ocupa de comprender por qué el comportamiento
de hombres y mujeres —como seres socialmente sexuados— adquiere
formas concretas en la vida cotidiana. De esta manera, al emplearlo
en el análisis de la vida social, se asume que las diferencias de poder y
desigualdades entre ambos sexos y las diversas identidades no tienen un
origen biológico, sino cultural y son experiencias vitales subjetivas con
estrecha vinculación entre sí.
Las ciencias sociales y humanas han empleado el concepto de
género con distintos propósitos y alcances desde su creación en la década
de los sesenta del siglo pasado. Scott (2002) centra la discusión al respecto
desde las diferencias de poder y de sentido de las actividades masculinas
y femeninas, así como las categorías no binarias, y distingue dos usos
generales que coinciden con lo observado por otras especialistas. En el
primero coloca a la escuela estadounidense que, en un primer momento,
utilizó el concepto de género para analizar las distinciones basadas en el
sexo que cuestionaron que lo femenino y lo masculino fueran resultado
de las diferencias sexuales. En un segundo grupo, mucho más numeroso,
están quienes usan el concepto de forma más limitada y descriptiva para
referirse al estudio de las mujeres. Si bien su reflexión surge a partir de la
revisión crítica de literatura histórica, sus argumentos permiten ver esta
tendencia en los enfoques de todas las disciplinas del conocimiento e
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El género como herramienta analítica transversal en la actualidad de las ciencias sociales...
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integrarlo para pensar en cómo las instituciones, los grupos, el mercado,
etcétera, reproducen estas desigualdades.
Teresita de Barbieri (1993) afirma que el género busca entender no
sólo cómo se producen los sentidos diferenciados que hombres y mujeres,
instituciones, grupos, comunidades y toda forma de vida social organizada
a partir de reglas les dan a las actividades que realizan, sino también a dar
cuenta de por qué es así. Por su parte, Scott (2002) y Rubin (1986) también
reflexionan sobre la riqueza del concepto y contribuyen al desarrollo del
análisis de género. Esta es, quizá, la principal preocupación y reto teórico
del género: ir más allá de la explicación de las formas de organización de
la vida social y satisfacción de las necesidades de los sexos para mostrar
por qué ciertas identidades de género han sido subordinadas al modelo
de masculinidad heterosexual a lo largo de la historia.
En los intentos por dar respuesta al porqué de las diferencias entre
los sexos y rechazar el determinismo biológico que, ciertas actividades,
atribuyen a unos y otras, se han realizado numerosos estudios descriptivos
desde las ciencias sociales y humanas; sin embargo, la acumulación del
conocimiento empírico sobre los hombres, las mujeres y la comunidad
LGBTIQ+ y sus condiciones de vida es insuficiente para explicar por
qué las mujeres y las identidades de género asociadas a lo femenino tie-
nen menor acceso al poder. Asimismo, estos trabajos dejan claro que la
opresión no tiene un origen exclusivamente económico, como se pensó
en un primer momento (Scott, 2002; de Barbieri, 1993 y Rubin, 1986).
Se requiere romper las definiciones normativas y aspectos relacionales de
lo que se considera masculino y femenino, así como desestabilizar el bi-
narismo que ello implica para dar respuesta a cómo operan estos sistemas
de sexo-género y sus vínculos con otros ámbitos en donde aparentemente
no tienen conexiones.
El sistema sexo-género como eje articulador de las relaciones
sociales entre hombres y mujeres, las instituciones, los grupos sociales
y las comunidades, entre otros, permite estudiar de forma más amplia
cómo opera y se produce el dominio masculino sobre lo femenino. Esto
ha sido abordado desde distintos enfoques (Scott, 1986, de Barbieri,
1993 y Rubin, 1986) y disciplinas, como la filosofía, la antropología, la
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historia, la sociología o la educación. Sin importar el enfoque teórico
o área de conocimiento, las distintas teorías y disciplinas coinciden en
que las mujeres y todo aquello asociado a lo femenino —por ejemplo,
instituciones sociales, grupo o sector de la vida social del que se trate—,
sufren distintas formas de opresión y ésta es una condición universal que
el sistema sexo-género permitiría comprender y explicar.
De Barbieri (1993, p. 150) entiende al sistema sexo-género como
conjuntos de:
Prácticas, símbolos, representaciones, normas y valores sociales
que las sociedades elaboran a partir de la diferencia sexual anatómico-
fisiológica y que dan sentido a la satisfacción de los impulsos sexuales,
a la reproducción de las especies humanas y en general al relaciona-
miento entre las personas.
La autora considera que el análisis de las formas en que este siste-
ma se articula explica cómo se dan los procesos de subordinación. Rubin
(1986) construye la definición del sistema sexo-género basada en los
trabajos de Marx, Engels y Lévi-Strauss, además del psicoanálisis desde
donde analizan las relaciones de parentesco —que considera un sistema
sexo-género en sí mismo— y el intercambio de mujeres como una forma
primaria de opresión de ellas. La misma autora define al sistema sexo-
género como un “conjunto de disposiciones por el que se transforma la
sexualidad biológica en productos de la actividad humana y en el que se
satisfacen esas necesidades humanas transformadas” (p. 97).
Estas definiciones permiten ver al sexo como un sistema de relacio-
nes de poder construidos con base en el género como factor estructurante
en todos los espacios de la vida social, y no sólo para las mujeres hetero-
sexuales, sino para todas aquellas que se identifiquen como tales desde
cualquier identidad. Desde esta lógica buscamos dar respuesta a cómo el
género nos permite hacer un análisis social contemporáneo sobre distintos
fenómenos como herramienta conceptual. No damos por sentado que
el género en sí mismo lo permita, sino que buscamos puntos de diálogo
desde tres objetos y disciplinas para mostrar su capacidad de análisis de
problemas contemporáneos.
Tanto las aproximaciones de Rubín como las de Scott abonan a
sentar las bases para desarrollos teóricos que, aunque de cuño muy diverso,
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entienden al género como un complejo sistema de producción y regulación
del mundo social (e.g. Federici, 2015; Segato, 2021 y Haraway, 1995). Un
orden social jerárquico que se ciñe sobre cuerpos e identidades, pero que
además permea al conjunto de la cultura y sus elementos constituyentes;
las instituciones, las formas de producción, los modos de conocimiento,
el imaginario y las formas de materialidad social están atravesadas por
matrices de género; por tanto, no se trata de una categoría que se agota
en el plano del individuo o de la relación hombres-mujeres, sino que se
extiende y expresa en las múltiples dimensiones de la vida en común.
No podemos dejar de señalar que todas las sociedades han simboli-
zado de manera distintiva y cultural, y en contextos históricos específicos,
los sentidos del sexo, el género y la sexualidad, y que justamente son los
valores, las normas y los significados culturales asociados a las prácticas
los que han estructurado las relaciones sociales de manera desigual.
En este sentido, los estudios de género han mostrado que la opre-
sión hacia las mujeres, o a lo que se asocie con lo femenino, ha sido un
elemento estructurante de las relaciones entre los géneros en distintas
culturas en el mundo; no obstante, cada grupo social otorga, produce y
transforma sus propios esquemas de sentido de diferencia entre lo feme-
nino y lo masculino y sus relaciones de poder.
Enfoque metodológico
En este apartado mostramos los métodos y técnicas empleados en las
distintas investigaciones realizadas sobre la familia, la migración y las
identidades sexo-genéricas. De este ejercicio emergen varios puntos de
encuentro, como son el uso de la metodología cualitativa, el énfasis en la
producción de datos desde la experiencia narrativo-subjetiva y el uso del
género como categoría transversal de análisis. Este lenguaje compartido
sobre el interés en la producción de datos desde la mirada de las y los
sujetos ha favorecido un diálogo fluido y crítico. A esto se sumó, como
se mostró en la sección anterior, gran afinidad conceptual, que permitió
identificar problemas sociales contemporáneos abordados desde el género.
La línea de investigación sobre la familia ha empleado las técni-
cas de la entrevista a profundidad y la entrevista semiestructurada. De
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manera inicial, éstas se trabajaron desde la metodología de la historia
oral (Thompson, 2000 y Yow, 2015) y, de manera posterior, desde el
feminismo (Oakley, 1981). En algunos momentos, las técnicas fueron
combinadas con la etnografía clásica (Galindo, 1988) y, en otras, con la
feminista (Castañeda, 2012). Las entrevistas fueron trabajadas desde el
análisis narrativo (Kohler, 1993) para posibilitar el análisis de narrativas
largas con una secuencia y coherencia interna que desafiaban intentos de
categorización convencionales.
Los estudios relacionados con la migración zapoteca y maya-
yucateca se basan en la etnografía multisituada (Marcus, 1998) y la
etnografía feminista (Castañeda, 2008) realizada entre 2013 y 2018 en
Oaxaca, Yucatán y California. Mediante estadías de uno a seis meses,
en localidades de estudio en México y Estados Unidos, se realizaron
observaciones-participantes en eventos familiares, comunitarios e institu-
cionales, así como entrevistas estructuradas y profundas, y conversaciones
formales e informales con mujeres migrantes y no migrantes, y líderes
comunitarias.
En la línea de investigación sobre identidades sexo-genéricas se
utilizaron dos enfoques metodológicos: por un lado, el análisis crítico
del discurso (Parker, 2013; Van Dijk, 2017), aplicado sobre un corpus de
documentos representativos de los discursos psicológicos y psiquiátricos
típicos, en torno a las identidades transgénero y transexuales; dicho aná-
lisis se realizó desde una perspectiva pragmática, donde se identificaron
estrategias discursivas tales como actos de habla, implicaturas y figuras
retóricas en la construcción de hechos factuales. El segundo enfoque
utilizó la metodología de las producciones narrativas, propuesta por
Balasch y Montenegro (2003), fundada en la epistemología feminista de
los conocimientos situados y que propone la coproducción de narrativas
a partir de sesiones de diálogo, registro, escritura y revisión entre inves-
tigadora y participante. Esta narrativa no es tomada como información
empírica que debe ser analizada, sino como un punto de vista que muestra
un conocimiento situado y legítimo sobre el tema de estudio. La meto-
dología se realizó con personas trans activistas y usuarias de los servicios
médicos-psiquiátricos.
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Cuevas Hernández, AJ.; Martínez-Guzmán, A.; Cruz-Manjarrez, A. | Pp. 41-71
El género y sus intersecciones con los estudios de la familia, la migración y las
identidades sexo-genéricas
En esta sección discutimos tres experiencias de investigación concretas
sobre la familia, la migración y la identidad de género —abordadas desde
la sociología, antropología y psicología social, respectivamente— en las
que el género sirvió para dar cuenta de cómo se construyen y toman lugar
las relaciones de poder en los grupos sociales estudiados.
El género y los estudios de la familia
El estudio de la familia ha ocupado a las ciencias sociales y humanas desde
mediados del siglo XX. Los primeros estudios en México se enfocaron en
los aspectos sociales de la pobreza (Lewis, 1959 y 1961) y años más tarde,
a este interés se sumó el de las y los científicos de diferentes disciplinas,
quienes, desde los centros de investigación e instituciones de educación
superior estudiaron los efectos de las crisis económicas de los ochenta
en las familias y sus nexos con los mercados de trabajo, el empleo y los
sistemas de parentesco, entre los principales temas.
El feminismo figuró de manera importante en esta agenda de
trabajo y su principal influencia es visible en la adopción de la categoría
analítica género, para explicar desde ella los sentidos y contextos de las
actividades realizadas por hombres y mujeres al interior de la familia y el
hogar. A la par de esto, y quizá más común, fue la concepción del género
como aquello propio de lo femenino y masculino, entendido como un
resultado inherente de una condición biológica más que una construcción
sociocultural.
En la década de los noventas fue evidente la rápida expansión
de los estudios de género en la región latinoamericana, la cual estuvo
centrada en los efectos de los procesos de cambio social en las familias y
los hogares, así como la manera en que ambos respondieron y mitigaron
esos cambios. Los trabajos de Irma Arriagada, Elizabeth Jelin, Cecilia
Rodríguez, Rosario Esteinou, Marina Ariza, Brígida García, Orlandina de
Oliveira, Margarita Estrada y Cecilia Rabell, entre otras, son clara muestra
de ello. Sus investigaciones dialogan desde distintas disciplinas y niveles
de profundidad con el concepto de género. Sus hallazgos contribuyen a
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conocer el papel de las mujeres como madres, esposas y trabajadoras, así
como las desigualdades que enfrentaron al interior de la familia y fuera de
ella. Sus ideas han sido referentes importantes para la investigación sobre
las familias. Otro rasgo característico de la investigación sobre la familia
es el marco histórico y teórico desde el que se realiza: se enmarca en el
contexto de la modernidad y desde ella se vuelve central la comprensión
de la experiencia subjetiva, en particular, los cambios en la vida íntima
de la pareja y el seno familiar.
Los trabajos de Chant y Craske (2003) y Chant y McIlwaine
(1995) fueron clave en esas primeras aproximaciones a la familia (Cuevas
y Solorio, 2009 y Cuevas 2010, 2011 y 2012). Desde sus ideas se estudió
el dinamismo inherente a él, los cambios internos que las familias enfren-
taban con el tiempo, así como las continuidades en los sentidos y valor
de las actividades consideradas propias de cada sexo, al mismo tiempo
que sus nexos con las instituciones y estructuras más amplias: el declive
de la fertilidad, los crecientes niveles de escolaridad y empleo entre las
mujeres, el debilitamiento del papel del hombre al interior de la familia
y el hogar, el aumento de los divorcios, las separaciones y la maternidad
fuera del matrimonio, y el debilitamiento de la masculinidad; todos estos
cambios se presentaron tanto en las familias mexicanas como en otras de
la región latinoamericana.
La investigación realizada años más tarde sobre la familia estuvo
centrada en el análisis de los cambios en la posición social de las mujeres
al retornar a la soltería y las consecuencias que esto tiene en distintos
ámbitos de su vida (Cuevas, 2010) y la transformación de sus imaginarios
sobre la familia y los hijos (Cuevas, 2012) y el amor (Cuevas, 2013a), así
como los procesos de agencia que enfrentaron al modificarse la estructura
familiar (Cuevas, 2013b, 2014a, 2014b y 2017). En ellos la teoría de gé-
nero de Scott (1999) fue útil para pensar el porqué del sentido y el papel
de las desiguales relaciones de poder en la pareja y entre generaciones.
Asimismo, su discusión sobre la agencia se amalgamó con las ideas Butler
(1993), desde cuya perspectiva se analizaron las formas de resistencia y
reinterpretación de la identidad femenina e imaginarios a partir del len-
guaje. La capacidad de nombrar aquello que niega y subordina permitió
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ver la capacidad de acción de las madres jefas de familia y comprender
el sentido de expresiones usadas por ellas, tales como madre sola o mujer
sola, que mostró los procesos de agencia que detonó quedar al frente de
la familia (Cuevas, 2014a, 2014b y 2014c).
De esta manera, el análisis de la categoría madre sola aludió a pro-
cesos de cambio y la reconstrucción de una identidad social transversal
a la edad, clase, escolaridad y estado civil de las mujeres jefas de familia
que arrojó luz a su anclaje empírico: la pérdida parcial o total del apoyo
económico del padre de sus hijos, la reducción de la vida social al modifi-
carse la estructura familiar y la sobrecarga de trabajo y responsabilidades
que enfrentaron al mantener, cuidar y socializar a los hijos más que a un
estado de incompletud y desprotección por no tener un varón al lado. En
otros momentos se recurrió al feminismo (Cuevas, 2015), en particular
al trabajo de Lerner (1986), para analizar los sistemas de dominación y
opresión masculina desde una mirada subjetiva y situada en un contexto
histórico específico.
A la par de esos enfoques se ha trabajado con varios conceptos que
emanan de distintas corrientes teóricas y autores, que buscaron no sólo
explicar cómo se dieron los procesos estudiados sino también por qué se
dieron las desigualdades de género. Uno de ellos, y de gran utilidad, ha
sido el de identidad de género, trabajado desde las narrativas femeninas
para entender cómo se construyó en oposición y diálogo con la identidad
masculina, así como la transformación que sufrió al romperse el vínculo
conyugal y quedar las mujeres al frente de la familia. El de división sexual
del trabajo, de herencia marxista, se usó para entender la distribución y
valor del trabajo productivo y reproductivo que las mujeres realizaron
como madres de familia y responsables del cuidado y socialización de
sus hijos. El de desigualdad de género sirvió para entender el sentido dado
por las mujeres a las asimetrías de poder, entre ellas y los hombres al
interior de la familia, por qué empezaron a cuestionar esa subordinación
y las consecuencias de este reposicionamiento en la relación de poder
con sus parejas. El concepto de relaciones de poder fue de gran ayuda para
visualizar cómo operaron los dispositivos de poder y los conflictos que
las mujeres enfrentaron al relacionarse con los hombres cercanos a ellas,
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en particular exparejas, padres y hermanos; así como el dinamismo del
concepto de género y las tensiones que éste conlleva en la vida familiar
y de pareja. El de roles de género ha permitido conocer la manera en que
las normas, reglas, obligaciones, actitudes y mandatos que las mujeres
deben cumplir al interior de la familia —como esposas, madres y pare-
jas—, determinado en estrecha relación por lo que definen y asumen que
deben hacer tanto ellas como los hombres. El de acoso sexual, un concepto
reciente en la discusión académica del feminismo y género, ha sido de
gran ayuda para ver los efectos de comentarios ofensivos, miradas lascivas
y toqueteos sexuales no deseados en las jefas de familia. Éste va más al
de lo psicológico y afecta su vida social, sexual y económica.
El género y los estudios de la migración
A partir de la década de 1970, la antropología y la sociología de la mi-
gración trajeron a la mesa de la discusión la experiencia de las mujeres
como uno de los actores sociales de los procesos migratorios internos
e internacionales. Históricamente, se habían estudiado las migraciones
desde la experiencia masculina y se habían dejado de lado las vivencias
de las mujeres emigradas.
Los estudios pioneros sobre migración y mujeres fueron desa-
rrollados por científicas sociales, entre ellas antropólogas, historiadoras
y sociólogas, especialmente en Estados Unidos, Canadá y Europa. Sus
investigaciones sentaron las bases para analizar las causas de la migración
femenina, las decisiones que llevaban a las mujeres a emigrar de manera
voluntaria, involuntaria o como dependientes de algún familiar. En la
década de los ochenta, se desarrolló el enfoque feminista que colocaba a
las mujeres como actores sociales y económicos de la migración; es decir,
las mujeres también emigraban y se insertaban en los mercados laborales
como trabajadoras asalariadas. En esta época también se da especial aten-
ción al análisis de los roles de género que realizaban las mujeres dentro
de la familia en el contexto migratorio.
Hacia los años 1990 se incorporó el enfoque de género que, desde
entonces, analiza cómo el género estructura y organiza los procesos migra-
torios, y cómo las experiencias de inmigración e integración económica,
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étnica y racial para las mujeres y los hombres están modeladas por éste.
Retomando el concepto de género de Scott (1999), esta perspectiva ha
considerado que es un elemento constitutivo de los patrones de movilidad
migratoria, de los procesos de integración laboral, económica, cultural y
social, así como un dispositivo de poder que organiza y configura des-
igualmente las relaciones humanas de todas las personas, cualquiera que
sea su género. En los estudios de género y migración se han examinado
las persistencias y las transformaciones en los roles, las expectativas y los
mandatos de género entre hombres y mujeres migrantes en escenarios
de migración interna e internacional.
En la última década del siglo XX, el incremento de la migración
femenina a escala global y las migraciones de países del sur a América
del Norte y Europa evidenciaron la feminización de las migraciones in-
ternacionales, así como su estrecha relación con el aumento de trabajos
feminizados en las áreas de servicios: cuidado de infantes, enfermos y
personas mayores; y del trabajo doméstico asalariado en los países recep-
tores de migrantes. En este escenario se comenzaron a desarrollar temas
de investigación con enfoques teóricos y metodológicos diversos, que
examinan las desigualdades en las relaciones de género, la violencia por
motivos de género, la posición asimétrica de las mujeres en el matrimonio
y la familia, el mercado laboral, la educación y la participación política-
comunitaria en los lugares de inmigración.
Mis investigaciones sobre migración indígena mexicana zapoteca
y maya yucateca a Estados Unidos se han visto fuertemente influenciadas
por el enfoque en la experiencia femenina.
Desde una perspectiva histórico-etnográfica, mis investigaciones
sobre migración indígena se han enfocado en la experiencia femenina y
examinan las múltiples causas de la migración, los procesos de integra-
ción laboral, las redes que han utilizado las mujeres para emigrar y las
transformaciones sociales que se han dado en la vida íntima en el ámbito
matrimonial y familiar. En esta diversidad de temas, los estudios sobre
género y migración zapoteca y maya yucateca se enriquecen y se ponen
en diálogo con las discusiones de Hondagenou-Sotelo (1994, 1999),
Carolinne Brettel (2000, 2016), Stephen (2002), Arias (2000) y Velasco
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(2007), quienes analizan cómo las dinámicas económicas globales han
determinado los patrones, las rutas y dinámicas específicas de la migración
para hombres y mujeres, y cómo las migrantes han desarrollado redes de
parentesco y de amistad femeninas que les permiten esquivar y cuestionar
las estructuras patriarcales que las controlan y oprimen dentro de sus
relaciones íntimas en la familia y el matrimonio.
Las discusiones de Jennifer Hirsch (2007), Malkin (2007),
Menjivar (2003) y Stephen (2007) sobre el impacto de la experiencia
migratoria en la identidad, los roles, los mandatos, y las expectativas de
género influyeron significativamente en el análisis de la posición social
y el sentido cultural que se les ha otorgado a las mujeres indígenas en el
matrimonio, la familia, el trabajo, la educación y la comunidad étnica.
Estas estudiosas han encontrado que al escuchar la voz y documentar
la experiencia de las mujeres migrantes es posible dar cuenta de cómo
en la medida que las mujeres emigran y se convierten en trabajadoras
asalariadas adquieren mayor independencia económica y control social
sobre sus cuerpos, deseos y planes. En el estudio de la migración feme-
nina zapoteca (Cruz-Manjarrez, 2016) se encontró que la generación de
mujeres jóvenes que, en las décadas de los ochenta y noventa, emigraron
a la ciudad de Los Ángeles con sus padres o hermanos se opusieron,
cuestionaron y evadieron la práctica de los matrimonios concertados
por sus familias en su comunidad natal. Además, se documentó que la
incorporación de nuevas ideas y roles de género que asumen las migrantes
en Estados Unidos influye de manera significativa en la migración de
nuevas generaciones de mujeres zapotecas a California.
Por otra parte, los trabajos de D’Aubeterre (2000, 2012), Mindek
(2003, 2015, 2018), y Hirsch (2006) documentan que en los contextos
migratorios internacionales los hombres migrantes se han visto forzados
a realizar cambios o negociaciones importantes en sus relaciones matri-
moniales y familiares. Es decir, con la entrada de las mujeres al mercado
laboral y el acceso a la protección legal de las mujeres ante situaciones
de violencia doméstica ha llevado a las y los migrantes en Estados Uni-
dos a construir relaciones conyugales y familiares más igualitarias o a la
separación conyugal legal sin importar el estatus migratorio indocumen-
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Cuevas Hernández, AJ.; Martínez-Guzmán, A.; Cruz-Manjarrez, A. | Pp. 41-71
tado, especialmente de las mujeres. Es decir, cuando las migrantes son
indocumentadas y víctimas de la violencia doméstica aprenden que, sin
importar su estatus migratorio, tienen derecho a solicitar el divorcio en
la Corte y, si es necesario, pueden pedir la protección legal para ellas y la
manutención para sus hijos si la violencia económica, física y emocional
continúa tras la separación con la pareja (Cruz-Manjarrez, 2018c).
Con base en los trabajos de Sassen (1999, 2003), Ehrenreich y
Russell Hochschild (2004) y Salazar Parreñas (2005) sobre la integración
laboral de las mujeres migrantes a las ciudades globales, se documentó
que las mujeres zapotecas en Los Ángeles y las mayas yucatecas en San
Francisco, California, se han integrado a un mercado de trabajo étnica y
racialmente segmentado, hecho que las coloca hasta abajo de la jerarquía
laboral y las ubica en los trabajos más precarizados y en la informalidad;
es decir, en el trabajo doméstico de servicios y de cuidados de niños, en-
fermos y ancianos (Cruz-Manjarrez, 2018a). También se encontró que
las mujeres zapotecas suelen emigrar para trabajar, a diferencia de un gran
número de mujeres mayas que han emigrado justo después de contraer
nupcias o acompañando a sus esposos, quienes, dicho sea de paso, no les
permiten trabajar a su llegada a Estados Unidos porque se consideran
ser los proveedores del hogar (Cruz-Manjarrez, 2019a).
Los trabajos de Cuevas (2015) y Arias (2013) sobre las mujeres
solas y las jefaturas femeninas, han abierto nuevas perspectivas para el
análisis de las causas de la migración de jefas de familia de raigambre
indígena. En Cruz-Manjarrez (2018a, 2018b) se muestra que las mujeres
zapotecas y mayas han emigrado a Estados Unidos a causa de la violen-
cia conyugal. En particular, se documenta que las mujeres solas que se
convierten en jefas de familia tras la separación de la pareja se vuelven las
principales e, incluso, muchas veces las únicas proveedoras del sustento
familiar tanto en Yucatán como en California.
Desde una perspectiva situada y multilocal, esto es entre México y
Estados Unidos, encontramos que la migración femenina indígena tam-
bién ocurre a causa de la violencia sexual, física, económica y psicológica
en el matrimonio, la familia y la comunidad étnica en México. También
señalamos que estos tipos de violencia tienen un continuum en el país
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Revista de investigación y divulgación sobre los estudios de género
Año 1 / Número 1 / Marzo-agosto de 2023
norteamericano. Los trabajos de Huacuz (2009), Menjivar (2008), San-
tillanes (2017) y Segato (2003) son útiles para comprender la migración
femenina indígena por violencia de género. En el estudio sobre violencia
y migración entre las mayas de Yucatán (Cruz-Manjarrez, 2019b) vemos
que algunas mujeres han emigrado a California no sólo por cuestiones
económicas, sino también por violencia sexual, doméstica y familiar. En
cambio, los hombres mayas suelen emigrar principalmente por cuestiones
económicas, por aventura o curiosidad de saber qué es el Norte.
Durante la estancia en Estados Unidos, los migrantes suelen ser
víctimas de violencia criminal por parte de pandillas. En cambio, las
mujeres que padecen violencia por su pareja desarrollan gran capacidad
de resiliencia, de agencia y de redes de apoyo femenino, mismas que les
permiten buscar ayuda legal, psicológica y económica para enfrentar las
consecuencias económicas y sociales de la violencia a nivel personal y
familiar en aquel país.
El género y las identidades sexo-genéricas
En tanto campo de interrogación de la realidad social, el género es cla-
ve para comprender los procesos de subjetivación y las construcciones
identitarias presentes en nuestras sociedades; por ello, resulta igualmente
importante para el campo de la investigación psicosocial, cuyos objetos de
estudio giran en torno a los territorios liminales entre lo individual y lo
colectivo, a los entrecruzamientos y a las interdependencias entre estos dos
ámbitos sumamente imbricados y que con demasiada frecuencia se pre-
sumen como claramente distinguibles (Moscovici, 1985; Gergen, 1999).
Como han mostrado los estudios sociales de la ciencia, la pro-
ducción del sujeto psicológico es fundamental para el proyecto de la
modernidad y para las sociedades capitalistas contemporáneas (Foucault,
1978; Rose, 1989; Parker, 2013). Se trata de un sujeto autocentrado, con-
cebido como poseedor de una vida interior —cognitiva y emocional— que
obedece a ciertos sistemas regulatorios; dueño de un conjunto de rasgos de
personalidad y esquemas identitarios; cualidades que se presentan como
inherentes a una suerte de naturaleza humana y que, además, es posible
conocer objetivamente, medir y, en última instancia, manipular en aras
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Cuevas Hernández, AJ.; Martínez-Guzmán, A.; Cruz-Manjarrez, A. | Pp. 41-71
del adecuado ajuste de los individuos a determinados ordenamientos
sociales y económicos.
Este sujeto psicológico es, desde el principio, un sujeto generizado.
El sistema sexo-género es una matriz de significación inextricable de las
formas en que se construye al sujeto psicológico moderno y contemporá-
neo. Las propias nociones de quiénes somos, cómo llegamos a ser, cuáles
son las formas inteligibles del self y las identidades legitimadas (y aun
reconocibles) están asentadas sobre matrices de significado generizadas.
Y, sin embargo, las teorías psicológicas canónicas a lo largo de la historia
con frecuencia han ignorado y, a veces, activamente ensombrecido el
reconocimiento de estas matrices que articulan formas de identidad y
subjetividad (García Dauder, 2005).
En sentido inverso, para comprender las formas de poder que
el sistema de sexo-género instaura y moviliza, es necesario explorar su
materialización en las experiencias psicológicas. Como argumenta Butler
(2001), la dimensión psíquica es fundamental para entender el poder como
productor del sujeto; un poder que actúa creando particulares formas de
ser que los individuos encarnamos en nuestra propia experiencia subjetiva.
Así, el poder no es solamente una fuerza que nos oprime y a la cual nos
oponemos, sino también —y sobre todo— una que nos constituye y que
organiza la propia trayectoria de nuestro deseo.
Por ello, las herramientas que los estudios de género proponen son
fértiles, cuando no necesarias, para el análisis psicosocial de las formas
de subjetividad que habitan nuestros tiempos. Quizá la vía más evidente
para este cruce sea la insistencia fundamental del pensamiento feminista
en que la noción de género permite desnaturalizar un conjunto de ideas
esencialistas sobre los sujetos: roles sociales, patrones de comportamiento,
estructuras afectivas, identidades, no son la manifestación de una esen-
cia —biopsicológica— inherente a los individuos, sino el resultado de
procesos históricos y de esquemas de relación social que, además, están
atravesadas por ejes de poder. Sumando a este planteamiento de base, es
posible plantear una línea de interrogación que entiende al género y la
sexualidad como amplios dispositivos de saber-poder (Foucault, 1976)
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Revista de investigación y divulgación sobre los estudios de género
Año 1 / Número 1 / Marzo-agosto de 2023
distribuidos a lo largo del tejido social, lo mismo en las macroestructuras
institucionales que en las prácticas cotidianas más moleculares.
Desde esta perspectiva, las categorías de conocimiento y los dis-
cursos, tanto científicos como culturales, contribuyen a la producción y
control de determinadas identidades de género y prácticas sexuales; las
definen, clasifican e integran de modos particulares al orden social. En
este marco problemático, hemos buscado contribuir a una línea de in-
vestigación que muestra la manera en que identidades sexo-genéricas no
normativas subvierten y ponen en cuestión los supuestos de género que
informan las concepciones psicológicas hegemónicas y, por consiguiente,
una buena parte del sentido común en la cultura contemporánea. A con-
tinuación, mostramos, como casos ilustrativos, tres momentos o ángulos
analíticos que se desprenden de trabajos de investigación en esta línea.
El primero de ellos consiste en el análisis crítico de los discursos
que patologizan a las identidades transgénero. Un análisis del discurso
realizado al Manual diagnóstico y estadístico de trastornos mentales (DSM-
V, por sus siglas en inglés), documento de referencia en psiquiatría y
psicología clínica a nivel mundial, muestra que la categoría diagnóstica
del trastorno de identidad sexual es elaborada a partir de una matriz sexo-
genérica normativa y produce a las identidades trans en términos de
desviación y anormalidad (Martínez-Guzmán e Íñiguez-Rueda, 2010).
Los supuestos e implicaturas que sustentan dicho discurso están asenta-
dos en una concepción binaria de género, donde las únicas posibilidades
humanas de identificación son hombre y mujer que, además, se construyen
como categorías opuestas y mutuamente excluyentes (Preciado, 2016). Se
asume también la orientación heterosexual como estructura sexo-afectiva
natural, conformando así lo que Butler (2007) ha denominado la matriz
heterosexual”.
Las estrategias retóricas desplegadas en estos discursos instauran
una particular correspondencia entre cuerpo, identidad y deseo como
criterio de normalidad y, por su posición de enunciación, adquieren
un carácter prescriptivo que tendrá efectos prácticos en las vidas de las
personas trans, sometiéndoles a formas de evaluación y control clínico, y
perpetuando el estigma social.
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Cuevas Hernández, AJ.; Martínez-Guzmán, A.; Cruz-Manjarrez, A. | Pp. 41-71
El segundo eje de análisis en esta línea de investigación busca
explorar las narrativas que construyen las personas trans para dar cuenta
de su propia construcción identitaria, su forma de comprender y encarnar
la masculinidad y la feminidad, sus formas de corporalidad y de expresión
del género (Martínez-Guzmán y Montenegro, 2010). En contraposición
a los grandes metarrelatos instituidos por las instituciones modernas
(e.g. religión, ciencia) como discursos totalizantes (Lyotard, 1992), las
identidades trans proponen una multiplicidad microrelatos situados y
encarnados que desestabilizan y muestran la cualidad arbitraria e in-
acabada de las categorías sexo-genéricas al uso (Martínez-Guzmán y
Montenegro, 2014).
En estos relatos, las personas trans muestran la manera en que sus
itinerarios corporales e identitarios escapan a la vez que cuestionan las
concepciones históricas de la identidad de género —como monolítica,
invariable a través del tiempo y con una coherencia predefinida— pre-
sentes en los discursos canónicos de la psiquiatría y la psicología. En
contraste, muestran que se trata de procesos dinámicos más que fijos,
heterogéneos más que binarios, cuyo devenir está entramado con diversas
tecnologías tanto semióticas como materiales. En estas trayectorias sexo y
género se abren a múltiples formas de significación y dichos movimientos
problematizan las dicotomías masculino-femenino y naturaleza-cultura.
Para pensar estas trayectorias, en el citado trabajo retomamos la
figura del cyborg, tal como la propone Haraway (1995), una metáfora que
hace referencia a un sujeto no esencial, cuya constitución es irremediable-
mente compuesta y heterogénea; subjetividades siempre mediadas, a la
vez naturales y artificiales. El uso más consciente y agenciado que hacen
las personas trans de las tecnologías de producción de género, permite
evidenciar la cualidad híbrida, mediada y construida de la totalidad de
las identidades de género, incluso aquellas más naturalizadas.
Finalmente, un tercer eje de análisis está orientado a la exploración
de las formas en que las diferencias y la diversidad sexo-genéricas son
subsumidas en los discursos e imaginarios culturales de los medios ma-
sivos de comunicación y la psicología pop. En estos discursos se observa
el paso de un sujeto desviado a un sujeto de derechos, lo que sin duda es
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Año 1 / Número 1 / Marzo-agosto de 2023
un logro mayúsculo de las luchas históricas de colectivos y comunidades
de las disidencias sexo-genéricas. Y, sin embargo, se observa también que
las perspectivas críticas asociadas a la diversidad sexual han sido crecien-
temente institucionalizadas e incorporadas a las lógicas del mercado y de
la cultura terapéutica. Se trata de retóricas particulares que resignifican y
vehiculizan la diversidad sexo-genérica para hacerla compatible y funcio-
nal a los nuevos modos de gestión de la subjetividad y a la sexualidad en
las sociedades neoliberales contemporáneas (Martínez-Guzmán, 2016).
En este contexto, es posible observar una proliferación de discursos
culturales y representaciones mediáticas que exaltan la diversidad y las
diferencias individuales. Un análisis de estos discursos muestra campos
semánticos donde las identidades y expresiones sexo-genéricas se cons-
truyen como atributos psicológicos individualizados y como objetos de
maximización del capital social. Los lugares de enunciación trascienden
las instituciones expertas tradicionales y se trasladan a discursos psicoló-
gicos más allá del dominio de las instituciones disciplinarias; por ejemplo,
la literatura de autoayuda y técnicas semiprofesionales como el couching,
pero también el ámbito de la cultura pop, las revistas de estilo de vida
y las redes sociales. La particular ontología social que aquí se propone,
de racionalidad empresarial, requiere de sujetos flexibles, adaptables y
dinámicos, activamente involucrados en su propia gestión e integrados a
una lógica relacional competitiva.
La cuestión de la identidad, que otrora hacía referencia a una
sustancia esencial, muta hasta convertirse en un proceso que es absorbido
por la gramática del éxito y la autenticidad.
Así, estos casos muestran algunas de las múltiples aristas y com-
plejas tensiones que la mirada de género puede alumbrar en torno a las
formas de ser y habitar las sociedades de nuestro tiempo.
Conclusiones
Las distintas líneas de investigación expuestas en este texto coinciden
en explorar una serie de cambios y transformaciones en distintos ám-
bitos de la vida social donde se advierten distintas formas de movilidad
geopolítica, pero también relacional e identitaria. El enfoque de género
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El género como herramienta analítica transversal en la actualidad de las ciencias sociales...
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así implementado muestra su potencialidad como herramienta de rastreo,
pues permite analizar rupturas y continuidades, mutaciones, innovaciones
y evoluciones a través de fenómenos dinámicos por naturaleza. Así, el
género ofrece una vía útil, no como cateterización de una estructura fija o
inventario de atributos estables, sino como una pauta para seguir el flujo
de escenarios en movimiento. Si asumimos que, como se ha dicho en la
introducción, el género funciona como una infraestructura que atraviesa
y organiza el tejido social, entonces ofrece también una guía clave para
rastrear sus transformaciones.
Las trayectorias de investigación presentadas muestran diferentes
enfoques y maneras de utilizar al género como herramienta analítica.
Además, se enfocan en problemáticas que, desde un punto de vista dis-
ciplinar, podrían considerarse distintas e independientes. Sin embargo,
se observan afinidades y consonancias que consideramos importantes
para señalar las potencialidades del género como categoría analítica ante
problemáticas sociales actuales.
Por un lado, se observa que, en los distintos campos de investiga-
ción presentados, el género se emplea como una perspectiva amplia que
convoca y acoge una diversidad teórico-conceptual. Nociones tales como
roles, relaciones de poder, identidad, redes, precariedad socio-económica,
división sexual del trabajo y diferentes formas de violencia, forman parte
de un entramado analítico que presenta al género como eje de una eco-
logía conceptual diversa.
Por otro lado, los usos de género mostrados permiten evidenciar
y vincular los planos macrosociales —estructurales y sistémicos— con
las dimensiones más microsociales y moleculares.
Por ejemplo, se evidencian cómo las dinámicas económicas glo-
bales, los patrones de organización institucional y familiar, los cambios
demográficos o los discursos científicos canónicos se reflejan y entreveran
de maneras complejas con las formas de relación de pareja e intimidad,
en las motivaciones para migrar y en los relatos personales sobre la propia
identidad. Por tanto, se reafirma la potencialidad de la noción de género
para trazar los puentes entre las dimensiones sociales más estructurales
y su correlato con las dimensiones más personales, íntimas y subjetivas.
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Revista de investigación y divulgación sobre los estudios de género
Año 1 / Número 1 / Marzo-agosto de 2023
De igual manera, estas trayectorias de investigación han logrado
identificar, en sus respectivos campos temáticos, las manifestaciones del
género tanto en las formas de poder —sujeción, exclusión y opresión—,
así como en formas de agencia, resistencia y transformación. Por ejemplo,
la integración de las mujeres al mercado laboral ha mostrado ser no sólo
un elemento que produce un sentido de empoderamiento e independen-
cia económica, sino que además ha llevado a reestructurar las relaciones
familiares y, en particular, modificaciones en los roles de género. Por su
parte, las aproximaciones al tema de la violencia, entendida como un acto
relacional, nos lleva a comprender que la subordinación, discriminación o
exclusión de las personas por razones de género se basa en la deshuma-
nización o la negación de la subjetividad de las víctimas. En este marco,
coincidimos en que la agencia se erige como un elemento transformador
que se produce a partir de profundos procesos de reflexividad del sujeto y
que le abren la posibilidad de problematizar y cuestionar su propia sujeción
y con ello proponer o elaborar estrategias para sí mismo de resistencia,
de subversión o de ruptura con las relaciones, instituciones y regímenes
de poder que les oprimen y dominan.
El género como categoría analítica y eje articulador de la vida ma-
cro y microsocial también nos ha posibilitado otro punto de encuentro: la
discusión y análisis de los efectos de la modernidad en el surgimiento de
la intimidad y en los grupos sociales que han quedado al margen de ésta.
La investigación realizada desde las tres distintas disciplinas coincide en
el análisis de las experiencias subjetivas y el papel que estos individuos,
como sujetos históricamente situados, tienen en los procesos en los que
participan. Desde esos dos referentes hemos analizado las conexiones de
la intimidad con el género, la identidad de género y los roles y mandatos
de género, entre otros, así como los procesos de agencia, resistencia y
transformación.
Nuestras investigaciones dialogan con la modernidad e intimidad
porque desde ellas es posible acercarse a la comprensión de la experiencia
subjetiva y entender cómo las prácticas sociales van de la mano de los
significados culturales que las configuran. Además, porque desde ellas se
hace visible, como muestran los estudios sobre migración indígena aquí
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El género como herramienta analítica transversal en la actualidad de las ciencias sociales...
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referidos, que este proyecto histórico ha tenido efectos contradictorios y
desiguales, que ha entrado en crisis y que gran diversidad de grupos so-
ciales —entre ellos los indígenas y también las minorías sexuales— están
en continua tensión con este proyecto moderno y dialogan con él desde
los márgenes. En este preciso contexto podemos señalar que, en las tres
últimas décadas, han ocurrido transformaciones sociales importantes en
las relaciones conyugales y, por ende, en la intimidad de los grupos indí-
genas y las sociedades modernas y posmodernas; por ejemplo, entre los
migrantes indígenas y no indígenas, e incluso entre las llamadas mino-
rías sexuales, se ha documentado la incorporación gradual de los ideales
del amor romántico y los procesos de individuación experimentados en
Euroamérica.
Así mismo, encontramos que las relaciones íntimas que se man-
tienen o se comprometen a la distancia encarnan nuevas formas de
convivencia y comunicación marital, así como nuevas y viejas maneras
de consolidar las uniones conyugales. Así, a través de la reflexión del
proyecto de la modernidad y de la posmodernidad como reflejo de la
crisis de ese modelo, reflexionamos sobre los sujetos y las prácticas que
producen. Esto nos permite un rico puente de diálogo sobre las múltiples
formas en que la identidad y la intimidad se despliegan y transforman
de manera continua en ese marco. En este sentido sostenemos, desde
un diálogo interdisciplinario y desde tres objetos de estudio distintos,
que tanto la identidad como la intimidad son resultado de un proceso
histórico moderno en donde las y los sujetos, las comunidades étnicas o
minorías sexuales, reflexionan sobre sí mismos y tienen conciencia de sí.
Ahora bien, las perspectivas de investigación presentadas también
son útiles para comprender los procesos identitarios que se intersectan
con el género, la raza, la clase social, y la etnicidad. La identidad de
género juega un papel central en nuestras discusiones en la medida que
nos adentramos en el análisis de los elementos que las materializan y los
discursos que producen los sentidos de identidad basados en el género.
Un elemento que cruza transversalmente nuestros trabajos es que las
identidades femeninas y masculinas no son estáticas y, sin embargo, están
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sujetas y siempre vigiladas por sistemas normativos y esquemas genéricos
dominantes que producen y organizan relaciones asimétricas.
Por otro lado, el concepto género nos permite no sólo cuestionar
y desencializar las ideas, los valores y los sentidos que se le otorgan a los
sujetos de género, sino que también nos posibilita a colocarlos en contextos
históricos específicos y desterritorializados. En esta misma línea de pen-
samiento, observamos que las personas con identidades sexo-genéricas no
normativas, tradicionales o premodernas son subersivas y contestatarias, y
que emergen a partir de procesos de agencia, resiliencia y resistencia ante
distintos regímenes de opresión. Así mismo, las subjetividades, los grupos
y las instituciones sociales nos han abierto espacios para la problemati-
zación de las dicotomías femenino-masculino y naturaleza-cultura, y al
mismo tiempo nos han mostrado una diversidad de posibilidades de ser.
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Año 1 / Número 1 / Marzo-agosto de 2023
Adriana Cruz-Manjarrez
Mexicana. Doctora en Culture and Performance Studies por la Uni-
versidad de California, Los Ángeles, Estados Unidos. Actualmente es
profesora investigadora del Centro Universitario de Investigaciones
Sociales de la Universidad de Colima; nivel 1 del SNI del Conacyt.-
neas de investigación: Migración indígena mexicana a Estados Unidos:
zapotecos, maya yucatecos, comunidades y familias transnacionales,
género, etnicidad, raza, performance, segunda generación y migración
de retorno, redes e integración.
Correo electrónico: adrianacruz@ucol.mx
Ana Josena Cuevas Hernández
Mexicana. Doctora en Sociología por la University of Essex. Actualmente
es profesora e investigadora de la Facultad de Letras y Comunicación
de la Universidad de Colima; nivel 2 del SNI del Conacyt. Líneas de
investigación: diversidad familiar, género y emociones.
Correo electrónico: ajcuevas@ucol.mx
Antar Martínez-Guzmán
Mexicano. Doctor en Psicología Social por la Universidad Autónoma
de Barcelona. Actualmente es profesor investigador de la Facultad de
Psicología de la Universidad de Colima, miembro del colectivo activista
Espora Psicosocial; nivel 1 del SNI del Conacyt. Líneas de investigación:
procesos identitarios contemporáneos, género y violencia, discursos psi-
cológicos y cultura terapéutica.
Correo electrónico: antar_martinez@ucol.mx
Beso | de Francisco Palacios Olmos