GénEroos
Volumen 3/número 6/Septiembre2025-febrero 2026/ pp. 161-189
eISSN 2992-7862
https://doi.org/10.53897/RevGenEr.2025.6.6
Seguridad del hogar en El Salvador: Percepción de mujeres universitarias
Home security in El Salvador: perception of university women
Tania Griselda González Gómez ORCID: 0009-0006-2129-2155
Mauricio Dagoberto Deleon Villagrán ORCID: 0000-0001-8080-0451
Universidad “Dr. Andrés Bello”, San Salvador, El Salvador
Recepción: 28/02/25
Aprobación: 03/07/25
Resumen
La violencia es un fenómeno presente en todas las relaciones humanas, incluyendo vínculos como la familia, la pareja o la amistad que, de acuerdo al imaginario colectivo, deberían ser una red de protección y soporte. Sin embargo, los datos obtenidos revelan otra realidad, especialmente para la población femenina y aún más en contextos inesperados, como la pandemia por covid-19. Por ello, el objetivo de esta investigación fue conocer la percepción de la seguridad del hogar, asociada a las relaciones filiales y de afinidad de las estudiantes universitarias. El abordaje fue cuantitativo con un alcance descriptivo, y una muestra de 1,241 encuestas aplicadas a mujeres universitarias con edades entre los 17 y 56 años. Los resultados confirman que el hogar, como ámbito privado, es uno de los lugares que las estudiantes perciben como más inseguros y donde se ejerce la violencia con mayor frecuencia. Los principales agresores son hombres, generalmente la pareja, el padre o los tíos. Los tipos de violencia más comúnmente percibidos son la psicológica, la física y la sexual. En el ámbito público, la calle es identificada como el lugar más inseguro, siendo los hombres desconocidos los principales agresores. Estos hallazgos evidencian la necesidad de educar, sensibilizar y concientizar desde edades tempranas a la población en general, con la finalidad de prevenir y, con ello, disminuir significativamente la violencia dirigida hacia las mujeres a lo largo del ciclo vital.
Palabras clave
Seguridad humana, familia, estudiante, violencia, género.
Abstract
Violence is a phenomenon that is embedded in all human relationships, including ties such as family, couples, or friendship, which according to the collective imagination, should be a network of protection and support throughout life, however, the data obtained reveal another reality, especially for the female population and even more so in unexpected events such as the COVID-19 pandemic; That is why this research aimed to know the perception of home security associated with filial and affinity relationships of university students. The approach was quantitative with a descriptive scope, and a sample of 1,241 surveys applied to university women, with an age range between 17 and 56 years. The results confirm that the home, as a private sphere, is one of the places that the students perceive as most unsafe and where violence is exercised most frequently, where the main player is the man, generally the partner, father or uncles; the main types of violence perceived are psychological, physical and sexual. In the public sphere, they identify the street as the most unsafe place, with unknown men being the main perpetrators of violence. It is for this reason that it becomes key to educate, sensitize and raise awareness from an early age to the general population, with the aim of preventing and thereby exponentially minimizing violence directed at women in the life cycle.
Keywords
Human security, family, student, violence, gender.
Introducción
En El Salvador, pese a la reducción significativa de la violencia social debido a la acción del Régimen de Excepción y que, de acuerdo al discurso oficial, coloca a nivel latinoamericano a este país como el más seguro de la región, la violencia contra las mujeres continúa presente en todas sus formas. Entre junio de 2023 y mayo de 2024, se registraron 20,950 hechos de violencia contra mujeres (Fiscalía General de la República [FGR], 2024). El feminicidio, como la expresión más extrema de esta violencia, también persistió: en 2023 se cometieron 46 feminicidios, de los cuales 21 fueron perpetrados por las parejas de las víctimas y 20 ocurrieron dentro del hogar (Organización de Mujeres Salvadoreñas por la Paz [ORMUSA], 2023).
De acuerdo al monitoreo de medios realizado por ORMUSA (2024), en 2024 se reportaron 39 feminicidios en El Salvador; de estos, 14 fueron cometidos por la pareja y cuatro por la expareja, cuatro por conocidos, dos por vecinos, uno por el padrastro, uno por el padre, uno por la madre, uno por el hijastro y uno por un nieto; en diez casos no se identificó relación directa con el agresor. Por tanto, se puede observar que 29 de estos actos fueron cometidos por miembros del círculo cercano de las víctimas y de estos, 18 por su actual o expareja.
El presente estudio tiene como finalidad conocer si la percepción de las estudiantes universitarias respecto a la seguridad en el hogar es comparable con los datos proporcionados por entidades gubernamentales y no gubernamentales. Este fenómeno afecta a todas las mujeres por igual, independientemente del nivel educativo que ostenten.
A nivel mundial, en 2023, 85,000 mujeres y niñas fueron asesinadas intencionalmente, alrededor del 60% (51,000) de estos homicidios fueron cometidos por alguien de su círculo más cercano (pareja o familiar) (ONU Mujeres, 2024). Para América Latina y el Caribe, en ese mismo año se registraron 3,897 feminicidios, en promedio 11 casos por día; de estos, más del 65% fue cometido por la pareja o expareja de la víctima (Comisión Económica para América Latina y el Caribe [CEPAL], 2024).
Como antecedente de la violencia homicida dirigida a las mujeres en El Salvador, se tiene que para el año 2006, este país tenía una tasa de 129.43 por millón de casos, esta cifra posicionó al país en el ranking N° 1 a nivel mundial de este delito tipificado (Instituto Salvadoreño para el Desarrollo de la Mujer [ISDEMU], 2014).
En El Salvador se promulgó la Ley Especial Integral para una Vida Libre de Violencia para las Mujeres (LEIV) (Asamblea Legislativa de El Salvador, 2016), que reconoce los siguientes tipos de violencia: económica, feminicida, física, psicológica y emocional, patrimonial, sexual y simbólica, en esta ley se define la forma de abordar cada uno de los casos y las modalidades. Este marco jurídico se elaboró con el cometido de hacer efectivo el compromiso adquirido en la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer (Naciones Unidas, 1979), de la cual El Salvador es firmante, y que se encuentra vigente desde el 3 de septiembre de 1981; además, en la que este país se compromete a cumplir con la aplicación de los principios expuestos, así como a tomar medidas que se necesiten con la finalidad de eliminar dicha discriminación en todas las formas y manifestaciones.
En 2015, la tasa de homicidios en El Salvador fue de 103 casos por cada 100,000 habitantes, según datos de Statista Research Department (2024). Para el año 2020, el promedio diario de homicidios entre enero y septiembre fue de 3.5; en 2021, en el mismo periodo, fue de 3.1; en 2022 de 1.6 y en 2023 el promedio fue de 0.4 (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en América Latina y el Caribe [PNUD], 2023). La versión oficial, emitida desde el Ministerio de Justicia y Seguridad Pública de El Salvador, promueve los resultados de la implementación del régimen de excepción como una explicación de la tendencia a la baja de la violencia homicida a nivel nacional, el cual se puso en marcha el 27 de marzo de 2022. De acuerdo al criterio de esta cartera de Estado, dicha tendencia colocaba al país como el segundo más seguro de América y el primero en Latinoamérica con la tasa más baja del citado delito (Policía Nacional Civil, 2024).
Previo a la puesta en marcha del Plan Control Territorial y el Régimen de Excepción impulsados desde el gobierno de turno, había un alto índice de violencia generalizada; sin embargo, en su mayoría, de manera superficial se percibía que la violencia dirigida a mujeres provenía de personas en conflicto con la ley (específicamente de pandilleros) y de la delincuencia común, y la violencia que provenía de los círculos cercanos a las víctimas siempre se mantuvo presente (González, 2023).
Empero, la pandemia por covid-19 y el confinamiento obligatorio en El Salvador, evidenciaron crudamente que uno de los lugares en el que mayor riesgo corren las mujeres es el propio hogar. Entre el 14 de marzo y el 14 de junio de 2020, en este país se cometieron 21 feminicidios, mientras que las muertes de mujeres a raíz del virus en el mismo periodo fueron 20 (Medicusmundi La Rioja, 2020). Esta cifra significó el aumento del 70% de la violencia dirigida a las mujeres en el contexto familiar durante el periodo de confinamiento.
En este país, la violencia dirigida hacia las mujeres dentro de sus círculos de confianza se mantiene, pero es una problemática que, pese a que existe todo un mecanismo de atención, no se le da la importancia debida, ya que se conserva la idea que este fenómeno es parte de hechos aislados o que son problemas que únicamente pertenecen a la vida privada (de familia o de pareja).
En el imaginario colectivo se mantiene la idea que dentro de las dinámicas de las relaciones filiales o de afinidad se encuentran implícitas características como la confianza, el cuido, la atención y la contención. La percepción que los círculos de confianza para las mujeres son lugares seguros, en realidades como la salvadoreña dificulta observar el panorama completo, en el que la violencia dirigida a las mujeres continúa ejerciéndose dentro de estos espacios; no obstante, estos tipos de violencia no resuenan tanto en la sociedad, pese a la nocividad de este comportamiento, que evita que las mujeres desarrollen una vida plena o, en el peor escenario, que se acabe con la vida de estas.
En el caso de El Salvador, pese a la existencia de una ley que les protege el derecho a vivir una vida libre de violencia, y que existía el Decálogo para la cobertura de sucesos de violencia en contra de la mujer del ISDEMU, en el que se explicitaba a “no referirse a los feminicidios como ‘crímenes pasionales’ o ‘violencia doméstica’”, se emitieron declaraciones de autoridades gubernamentales en el que se hacía alusión de este delito como “feminicidio pasional”, así como lo expresó el presidente el 16 de julio de 2019 a través de la red social X:
Este lunes, El Salvador solo tuvo un homicidio y no está relacionado con pandillas. Fue un feminicidio pasional (definitivamente algo en lo que tenemos que prestar atención). No hay duda que el #PlanControlTerritorial está funcionando. Reitero el llamado a que todos lo apoyemos (Bukele, 2019).
Solicitar al Estado el derecho de las mujeres a vivir libre de violencia es una contradicción, parafraseando a Federici (2018), ya que es el mismo Estado el que prepara y fertiliza el terreno para que la violencia se mantenga y se perpetúe. Es importante acotar que la violencia per se no es una manifestación de afecciones patológicas como desequilibrios mentales y todos sus derivados, sino que, esta se encuentra implícita en la historia del ser humano, siendo una característica histórica e inherente de esta especie (Baró, 2017).
Es por lo expuesto que para esta investigación se plantea como objetivo general conocer la percepción de la seguridad del hogar asociadas a las relaciones filiales y de afinidad que tienen las estudiantes universitarias. En este sentido, los objetivos específicos son:
El fenómeno abordado se analizará a la luz de las categorías de violencia estructural y violencia cultural. El concepto de Violencia Estructural que se retoma en este documento procede del marxismo y la teoría de la liberación, fue acuñado formalmente —menciona Philipe Bourgois— por el Noruego Johan Galtung, como el resultado de una crítica hacia Estados Unidos durante la Guerra Fría. Este concepto se comprenderá como la violencia que es ejercida por las
instituciones, relaciones y campos de fuerza identificables, tales como el racismo, la inequidad de género, los sistemas de prisiones y los términos desiguales de intercambio en el mercado global entre las naciones industrializadas y las no industrializadas (Bourgois, 2009, p. 31).
El concepto de violencia cultural que se empleará es, a su vez, propuesto por Galtung (2003), quien comprende que se pone de manifiesto a través de algunos rasgos culturales inmersos en el ámbito simbólico, como la religión o la ideología, el lenguaje, el arte, las ciencias empíricas o formales como la lógica o la matemática; estos mismos pueden, en determinado momento, llegar a utilizarse para esgrimir o legitimar la violencia directa o estructural. El autor menciona que una de las características de este tipo de violencia es cargarlas de razón de ser o justificar su existencia, haciéndola ver como acciones válidas y no perniciosas de acuerdo al contexto en el que se ejerce.
Este tipo de violencia es la forma en que se legitiman actos de la violencia directa o la violencia estructural, siendo la sociedad una especie de termómetro que mide qué tan aceptable o no son estos actos, haciéndolos pasar desapercibidos o, por lo menos, llegar a naturalizarlos tanto que no nos resulta un acto violento, cuando en realidad sí lo son, pero están culturalmente legitimados y, por tanto, pueden llegar a ser invisibilizados; es así como se han vuelto una constante que permanece en el tiempo (Galtung, 2003).
Metodología
En este estudio de tipo exploratorio y descriptivo, se utilizó la metodología cuantitativa, entendida como aquella “que busca determinar las características externas generales de una población basándose en la observación de muchos casos individuales de la misma” (Sierra, 2001, p. 24). Neill et al. (2018) consideran primordial seleccionar el modelo más adecuado que permita conocer la realidad de la manera más neutral posible, que admita acopiar y analizar los datos a través de conceptos y variables medibles.
Participantes
Las personas que participaron fueron estudiantes de la Universidad “Dr. Andrés Bello” de El Salvador, institución que cuenta con cuatro sedes regionales ubicadas en diferentes zonas del país: zona central (San Salvador), zona oriental (San Miguel), zona norte (Chalatenango) y zona occidental (Sonsonate). La investigación se enfocó exclusivamente en mujeres estudiantes de todas las carreras que la universidad oferta: dos programas técnicos, 26 de pregrado y tres de posgrado (maestrías).
El universo de mujeres estudiantes de la institución es de N=8,681 casos, y la muestra intencionada obtenida fue de N= 1,277 (n= 1,241 casos válidos con un margen de error del 2.58%, un nivel de confianza del 95% y una distribución de respuesta de p y q del 50%, n= 36 casos que decidieron no participar). La muestra se conformó de manera estratificada no proporcional por sede. Se obtuvo un excedente de n= 326 mujeres participantes sobre lo esperado, la naturaleza del estudio y la representatividad alcanzada justifica la decisión de trabajar con todos los casos y datos producidos, ya que esto permitió identificar subgrupos de interés y mayores beneficios en términos de riqueza y profundidad ante los resultados.
Los criterios de inclusión fueron:
La viabilidad del estudio fue posible gracias a la autorización institucional, así como al apoyo logístico y técnico brindado por las autoridades universitarias, que facilitaron el acceso a la base de correos electrónicos de las estudiantes en las cuatro sedes. La solicitud de información sobre el total de población estudiantil se realizó a la Unidad de Estadística de la universidad.
La distribución del instrumento (encuesta) fue coordinada a través de las direcciones de las sedes regionales, y enviado por correo electrónico mediante los decanatos, coordinadores de carrera y docentes; además, se contó con el respaldo del personal de los departamentos de Proyección Social e Investigación de cada sede.
Instrumentos
La recolección de datos se realizó mediante un cuestionario elaborado ad hoc para esta investigación. En su construcción se retomaron y adaptaron algunas preguntas del cuestionario utilizado en el informe La Universidad de El Salvador como espacio de reproducción de la violencia de género (Red de Investigación en Diferenciales de Género en la Educación Superior de la Universidad de El Salvador, 2018), ajustándolas a los objetivos específicos de este estudio.
Asimismo, se incorporó la escala de violencia de pareja contra la mujer (VPM, por sus siglas en ingles PS-IPVAW [Perceived Severity of Intimate Partner Violence against Women]) de Villagrán et al. (2023), procedente de la versión adaptada para el contexto ecuatoriano.
Y como último punto, se incorporaron preguntas para indagar sobre la percepción de las estudiantes sobre la violencia ejercida contra mujeres y niñas dentro de los hogares durante el contexto de confinamiento por la pandemia provocada por el covid-19 en El Salvador.
El cuestionario constó de ocho secciones. Su estructura fue la siguiente:
1. Nombre de la investigación y consentimiento informado. Esta sección se pormenorizó a las estudiantes el nombre de la investigación, objetivos, equipo investigador y condiciones éticas. Se explicó que no habría ningún tipo de beneficio por participar, que su participación era voluntaria y que podían dejar de responder en cualquier momento sin sufrir consecuencias. Se enfatizó la confidencialidad de la información y el carácter anónimo de sus respuestas.
2. Sección I. Datos demográficos. Se recolectó información sobre sexo, edad, estado civil, departamento de residencia, año de estudios, facultad, sede universitaria, tipo de acceso a internet y dispositivo más utilizado para actividades académicas.
3. La sección II. Tipos y expresiones de violencia (TEV). Se les consultó sobre qué tipos de violencia identifican, cuál es el tipo de violencia más frecuente dirigido a las mujeres, cuál de las definiciones que se les presentaba describían mejor la violencia económica, violencia física, violencia psicológica y emocional, violencia patrimonial, violencia sexual y violencia simbólica, además de quienes consideran que sufren mayor violencia (mujeres, hombres, población LGTBIQ+, todos, ninguno). También se les consultó sobre quiénes ejercen mayor violencia, si habían sufrido algún tipo de violencia por razón de género y, si la respuesta era positiva, qué tipo de violencia habían sufrido por razón de género.
4. Sección III. Reproductores de violencia (RV). Se exploró la percepción de las participantes respecto a figuras masculinas dentro de sus círculos de confianza (padres, hermanos, hijos, tíos, pareja o amigos) y otros ámbitos (profesores, compañeros de trabajo o estudio, vecinos, desconocidos) como posibles productores de violencia. Además, se indagó sobre cuáles eran las principales causas que las estudiantes identifican como generadoras o facilitadoras de la violencia en el entorno familiar: miedo, disparidad de poder, falta de conocimiento de espacios de denuncia, indiferencia de las autoridades, naturalización de la violencia, desconocimiento de derechos. Asimismo, se preguntó si conocían casos de denuncia por violencia de género, cuáles instituciones fueron involucradas y si estaban al tanto sobre el resultado de las denuncias llegando a una sanción para la persona agresora.
5. Sección IV. Satisfacción con instituciones de seguridad (SIS). Las estudiantes valoraron el desempeño de diferentes instituciones en materia de prevención de la violencia contra las mujeres: la Policía Nacional Civil, Ministerio de Justicia y Seguridad Pública, Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos, Fuerza Armada, FGR y la Corte Suprema de Justicia.
6. Sección V. Espacios de expresión de violencia (EEV). Se solicitó a las participantes identificar los espacios que, desde su percepción, consideraban que era más probable y frecuente que se reproduzca la violencia de género (hogar, calle, transporte, escuela o la universidad).
7. Sección VI. Expresiones de violencia (EV). Se presentaron siete situaciones que ilustran distintas formas de violencia (la primera situación era que, en el trabajo qué tan grave era limitar, controlar, impedir el ingreso o promoción laboral de las personas, particularmente de mujeres; en la segunda, qué tan grave eran las acciones verbales o no verbales, que produzcan desvalorización o sufrimiento, mediante amenazas, empujones, golpes, gritos, etcétera, que perjudiquen el sano desarrollo; la tercera era sobre el robo o daño de pertenencias; la cuarta, de intentos de violación o violaciones, manoseos, besos o abrazos indeseados; la quinta, cosificación de la figura de la mujer y el uso sexista del lenguaje; la sexta, invitaciones indecorosas basadas en relaciones de poder y, la séptima y última, el uso de las redes con imágenes o mensajes para desacreditar a las personas). Se pidió a las participantes calificar la gravedad de cada situación en una escala del 1 al 10, siendo 1 el menor grado y 10 el máximo.
8. Sección VII. Violencia de pareja contra la mujer (VPM). Se describieron siete escenarios relacionados con la violencia ejercida por la pareja (la primera de ellas decía: “Una mujer ha denunciado a su pareja por haberle agredido, pero el hombre continúa amenazándola”; la segunda: “En una discusión, un hombre pega a su pareja y después le pide perdón”; la tercera: “Una mujer es golpeada frecuentemente por su pareja, causándole a veces pequeñas lesiones y moretones, aunque no quiere denunciar los hechos”; la cuarta: “Una pareja discute, el hombre insulta a la mujer y amenaza con pegarle”; la quinta: “Una mujer es despreciada y humillada continuamente por su pareja”; la sexta: “Una mujer es amenazada e insultada continuamente por su pareja, quien a veces le llega a empujar o golpear”; y la séptima: “Una pareja discute continuamente, insultándose y amenazándose mutuamente, llegando a los golpes con frecuencia”). Se solicitó que en una escala del 1 al 10 (a mayor número, mayor gravedad) puntuaran qué tan grave les parecía cada una de ellas.
9. Sección VIII. Covid-19 + Mujeres + Violencia. Se exploraron percepciones sobre el impacto de la pandemia en la vida de las mujeres. Se preguntó si, durante el confinamiento, aumentaron o disminuyeron situaciones como la carga laboral doméstica, los casos de violencia sexual y de género, y los embarazos en niñas y adolescentes.
Procedimiento
Para la validación del instrumento se solicitó la revisión de especialistas en las áreas de Derecho, Economía y Educación, adscritos al Departamento de Intercambio Científico y Cultural de la Universidad “Dr. Andrés Bello”; también participaron dos psicólogos de la Unidad de Psicopedagogía de la misma institución. Se incorporaron las observaciones realizadas por estos expertos y se realizaron los ajustes pertinentes con el fin de evitar preguntas incómodas, invasivas, poco comprensibles o que revictimizaran a las participantes, procurando siempre la claridad del cuestionario en función de los objetivos del estudio.
Con el instrumento depurado se realizó una encuesta piloto en la que participaron 28 estudiantes; de estas, 27 fueron respuestas efectivas y una fue negativa. Sobre la escala utilizada, PS-IPVAW, ante la intervención de los expertos, se reajustó el ítem 7 para una mejor comprensión y lecturabilidad en el contexto salvadoreño, dado que originalmente estaba redactado de la siguiente forma: “Una pareja discute continuamente, insultándose y amenazándose mutuamente, llegando a las manos con frecuencia” (Villagrán et al., 2023, p.31). La versión ajustada para la población de El Salvador fue: “Una pareja discute continuamente, insultándose y amenazándose mutuamente, llegando a los golpes con frecuencia”.
Estrategia de análisis de datos
Para el procesamiento de datos, análisis y organización de los resultados, se utilizó el programa IBM SPSS Statistics versión 28.0.0.0 (190), y la extensión AMOS, versión 24. La estrategia de análisis de datos se dividió en varias fases.
En primera instancia se presenta la descripción de las variables de caracterización para perfilar la población o unidades de análisis. En segundo lugar, se realiza la presentación de variables de interés con estadística descriptiva con análisis univariado y de contraste bivariado. También se exponen los resultados de variables de conjuntos de respuesta múltiple, para las secciones sobre nociones y representaciones de expresiones y reproductores de violencia, sobre la satisfacción percibida con las instituciones de seguridad estatal y perspectivas del contexto covid-19 con relación a la violencia ejercida hacia las mujeres. Y una última fase, sobre el contraste y validación de la Escala VPM, la cual se compone de la siguiente serie de pasos:
a) Análisis del coeficiente de alfa de Cronbach (α) y omega de McDonald (ω) (aceptables >.7) para la consistencia interna y fiabilidad de esta escala (Frías-Navarro, 2022).
b) Análisis factorial exploratorio (AFE), para obtener una solución inicial rotada, retomando las siguientes pruebas, el test de esfericidad de Bartlett para validar intercorrelaciones significativas, el índice Kaiser Meyer Olkin (KMO) para validar la fuerza de la correspondencia entre ítems (≤ 0.800 recomendado), con el método de extracción mínimos cuadrados no ponderados (ULS), utilizando el método rotación ortogonal Promax (Lloret-Segura et al., 2014).
c) Análisis factorial confirmatorio (AFC), para probar la solución rotada con el diagrama de ruta, y readecuaciones del modelo bajo criterio de los siguientes índices de bondad de ajuste (Lloret-Segura et al., 2014), chi-cuadrado para CMIN/DF (χ2 mínimo dividido por los grados de libertad), Compartive Fit Index (CFI), Tucker-Lewis Index (TLI), el error cuadrático medio de aproximación (RMSEA y PClose) y SRMR (raíz cuadrada media residual estandarizada), según los parámetros de índices de Gaskin (2019, citado en Roque-Hernández, 2020).
e) Finalmente, se contrastó la variable latente resultante del análisis factorial frente a variables de interés para determinar diferencias de medianas entre subgrupos por parejas con la prueba de Kruskal-Wallis y la prueba de Jonckheere-Terpstra de alternativas ordenadas, además se contrastan con la correlación ordinal de Tau-b de Kendall.
Resultados
La descripción de los resultados que se presentan a continuación corresponde a las respuestas de 1,241 mujeres estudiantes universitarias, de las cuáles, las participantes con menor edad tenían 17 años y las de mayor edad 56 años. La edad media es de 23.53 años, la mediana 22.00 y el DT 5.797.
En cuanto a la distribución por rangos etarios:
Respecto al estado civil:
Con relación a la facultad de pertenencia:
La distribución de participación por sede regional fue la siguiente:
Respecto al año académico cursado:
Expresiones y reproductores de violencia
Los tipos de violencia que las estudiantes reconocen, en orden de mayor a menor son: violencia psicológica (88.5%, n= 1,059), violencia física (71.7%, n= 857) y violencia sexual (67.0%, n= 801). Los tipos de violencia proporcionalmente menos reconocidos por las estudiantes son: violencia económica (56.6%, n= 667), violencia patrimonial (40.2%, n= 481) y violencia simbólica (37%, n= 443). Los tipos de violencia más frecuentes dirigidos a las mujeres, de acuerdo a las estudiantes, son: psicológica (53.9%, n= 669), física (23.0%, n= 286) y sexual (17.2%, n= 214).
Desde la perspectiva de las estudiantes, el sector de la población que sufre mayor violencia son las mujeres (59%, n= 732), mientras que el 37.2% (n= 462) considera que no hay un sector con mayor afectación (esto incluye mujeres, hombres y población LGTBIQ+), por otro lado, sólo el 3.2% (n= 40) piensa que es la población LGTBIQ+ la más violentada.
Las estudiantes perciben que quién ejerce mayormente la violencia son los hombres (75.3%, n= 935), el 10.3% (n= 128) consideran que las mujeres y el 14.3% (n= 178) prefirió no contestar. Las tres causas principales de la reproducción de la violencia de género dentro de la dinámica familiar que identificaron las estudiantes fueron:
El 59.1% (n= 734) afirmó que no ha sufrido violencia por razón de género, mientras que el 29.8% (n= 370) respondió que sí, y el restante 11% (n= 137) prefirió no contestar. Entre los tipos de violencia más frecuentes (figura 1) por razón de género se encuentran:
Figura 1
¿Qué tipo de violencia has sufrido por razón de género?
Las estudiantes consideran que, entre las figuras masculinas al interior de los círculos de confianza y que son identificados como potenciales reproductores de violencia, se encuentra en primer lugar la pareja (23.7%, n= 623), le siguen los amigos (22.7%, n=597), luego los tíos (20.6%, n= 540) y finalmente los padres (18.7%, n= 491) (tabla I). Al contrastar los resultados anteriores con la percepción sobre los espacios usuales para la reproducción de la violencia, se tiene que el hogar (con el 44.9% de las respuestas) es donde consideran que se ejerce con mayor frecuencia la violencia por hombres pertenecientes a sus círculos de confianza.
Tabla I
Perspectivas sobre figuras masculinas que se podrían considerar como potenciales reproductores de violencia de género
Según respuestas |
Porcentaje de casos |
||
n |
% |
||
Pertenecen a su círculo de confianza |
|||
Padre |
491 |
18.7 |
45.21 |
Hermanos |
283 |
10.8 |
26.06 |
Hijos |
92 |
3.5 |
8.47 |
Tíos |
540 |
20.6 |
49.72 |
Pareja |
623 |
23.7 |
57.37 |
Amigos |
597 |
22.7 |
54.97 |
Por relaciones interpersonales por actividades cotidianas |
|||
Vecinos |
654 |
17.6 |
52.70 |
Conocidos |
636 |
17.1 |
51.25 |
Profesores |
323 |
8.7 |
26.03 |
Compañeros de la universidad o trabajo |
371 |
10.0 |
29.90 |
Jefes |
504 |
13.5 |
40.61 |
Desconocidos |
1,235 |
33.2 |
99.52 |
Por otro lado, los potenciales reproductores de la violencia dentro de sus actividades cotidianas fuera del hogar, como en sus interacciones personales habituales, son personas desconocidas en el 33.2% de los casos (n=1,235), le siguen los vecinos con el 17.6% (n= 654), luego los conocidos con el 17.1% (n=636) y en menor medida los jefes, los compañeros de la universidad o del trabajo y los profesores (tabla I). Al realizar el mismo ejercicio de contrastar los resultados anteriores con los espacios donde consideran que es más frecuente la reproducción de la violencia, tenemos que es en la calle con 35.9% la respuesta confirmatoria.
La perspectiva generalizada de las participantes sobre el contexto de la pandemia por el covid-19 y el confinamiento es que hubo un aumento de los diferentes tipos de violencia. En particular:
Figura 2
Nivel de satisfacción según perspectiva de desempeño de las instituciones estatales en la prevención de violencia dirigida a mujeres
Con relación a los niveles de satisfacción en el desempeño de las instituciones estatales respecto a la prevención de la violencia dirigida a mujeres son altamente aceptables, dado que alrededor del 63.74% del total de las encuestadas afirmó estar muy o algo satisfecha, mientras que la población que indicó que se encuentra un poco satisfecha y nada satisfecha es alrededor del 36.27%. La institución estatal que causa más satisfacción de acuerdo a la percepción de las estudiantes es la Corte Suprema de Justicia, mientras que la Policía Nacional Civil es la institución que figura con una menor satisfacción entre la población consultada (figura 2).
Escala violencia de pareja contra la mujer
Los resultados de la evaluación de la fiabilidad por consistencia interna de la escala VPM fueron favorables, el constructo obtuvo coeficientes α= ٠.٩50 y ω= 0.951, lo que nos indica que los ítems miden un factor común para una parte importante de la varianza explicada.
Asimismo, el análisis factorial exploratorio nos muestra resultados satisfactorios para una sola dimensión o factor, en la prueba de esfericidad de Bartlett (χ2= 10,483.805, gl. 21) se tiene un p valor < 0.001, la prueba de adecuación muestral KMO con una puntación de .937 y un determinante de la matriz de correlaciones < 0.001, para un porcentaje de varianza de 80.064, avalando la extracción del factor inicial rotado.
En cuanto al análisis factorial confirmatorio, permitió conformar una estructura válida mediante el cálculo de los estadísticos para cargas factoriales, estimaciones estandarizadas, covarianzas y correlaciones, matrices residuales e índices de modificación, este proceso se realizó a través de cuatro etapas de análisis, dos reajustes al modelo y una reespecificación (tabla II).
El modelo inicial no alcanzaba los valores de índices o criterios de ajuste requeridos, y en función de las covarianzas residuales estandarizadas se realizó el primer ajuste, eliminándose el ítem PS6: “Una mujer es amenazada e insultada continuamente por su pareja, quien a veces la llega a empujar o golpear”, y de la misma manera y razón, posterior al nuevo análisis se eliminó el ítem PS5: “Una mujer es despreciada y humillada continuamente por su pareja”, como segundo ajuste.
Tabla II
Estadísticos de bondad de ajuste, Análisis factorial confirmatorio (AFC) de la escala VPM
Criterios |
Modelo |
Modelo |
Modelo |
Modelo |
Chi-cuadrado |
556.535; gl. 14; p= .000 |
392.673; gl. 9; p= .000 |
83.749; gl. 5; |
12.752; gl. 4; |
CMIN/DF |
39.753 |
43.630 |
16.750 |
3.188 |
RMSEA |
0.177 |
0.185 |
0.113 |
0.042 |
PCLOSE |
0.000 |
0.000 |
0.000 |
0.648 |
LO 90 – HI 90 |
0.164 – 0.189 |
0.170 – 0.201 |
0.092 – 0.135 |
0.017 – 0.069 |
SRMR |
0.034 |
0.035 |
0.019 |
0.006 |
CFI |
0.948 |
0.953 |
0.987 |
0.999 |
TLI |
0.922 |
0.921 |
0.975 |
0.997 |
*Eliminación de ítem PS6. **Eliminación de ítem PS5. ***Correlación entre errores de ítems PS4 y PS7.
La reespecificación como un tercer ajuste fue la interacción entre los errores estandarizados para la pareja de ítems 4-7, como estimaciones de correlación entre variables exógenas, resultando en la obtención de un modelo aceptable y adecuado. Dicho modelo se presenta mediante el diagrama de ruta, observándose los pesos de regresión estandarizados con coeficientes que oscilan entre .823 y .930 para las variables observadas (figura 3).
Retomando el modelo resultante, se obtuvieron niveles de gravedad sobre la representación de violencia de pareja contra la mujer, con valoraciones que agudizan el imaginario de las estudiantes, ya que las perspectivas de violencia hacia la mujer ejercida por las parejas se perciben como leves en 9.6% de los casos (n= 119), de gravedad moderada en 12.2% (n= 151), en gravedad alta en 27.9% (n= 346), y más de la mitad de los casos con percepciones de extrema gravedad en 50.4% (n= 625).
Al contrastar las valoraciones que las estudiantes tienen sobre los niveles de gravedad como representaciones de violencia de pareja contra la mujer, se encontraron tendencias en la población participante que permiten observar, con la prueba de Kruskal-Wallis, que hay diferencias significativas entre los diferentes subgrupos de niveles de noción de gravedad.
Figura 3
Diagrama del modelo ajustado para la escala VPM
Nota. Readecuaciones descritas en tabla II para el modelo ajustado 3.
Asimismo, con la prueba de Jonckheere-Terpstra se confirma esta tendencia, y ante esta evaluación se tienen resultados que indican que, a mayor noción de nivel de gravedad alto, mayor es la sensibilización para poder identificar las diferentes expresiones de violencia que se ejerce contra la mujer por parte de las parejas (tabla III).
Al tener tendencias de empates entre grupos, con la prueba de Kendall tenemos que, las correlaciones que destacan con los niveles de gravedad son: intentos de violación o violaciones o actos indeseados (τ= 0.565), la cosificación de la mujer y uso sexista del lenguaje (τ= 0.579), acciones basadas en jerarquía o posición de poder (τ= 0.569) y el uso de las redes sociales como violencia simbólica (τ= 0.575).
Tabla III
Estadísticos de diferencias y asociación entre grupos
de la escala VPM frente a variables de interés
Kruskal- Wallis* |
Jonckheere-Terpstra** |
Tau-b de Kendall*** |
|
En el trabajo, qué tan grave es limitar, controlar, impedir el ingreso o la promoción laboral de las mujeres |
187.740 < 0.001 |
13.653 < 0.001 |
0.324 < 0.001 |
Acciones verbales o no que produzca en la mujer desvalorización o sufrimiento, con amenazas, empujones, golpes, gritos, discriminaciones, sumisión, coerción, culpabilización o limitaciones de su libertad, que perturbe su sano desarrollo |
387.577 < 0.001 |
19.291 < 0.001 |
0.476 < 0.001 |
Robo o daño de pertenencias |
369.171 < 0.001 |
19.629 < 0.001 |
0.472 < 0.001 |
Intentos de violación o violaciones, manoseos, besos o a brazos indeseados |
560.743 < 0.001 |
22.414 < 0.001 |
0.565 < 0.001 |
Cosificación de la figura de la mujer y uso sexista del lenguaje |
532.363 < 0.001 |
23.657 < 0.001 |
0.579 < 0.001 |
Invitaciones indecorosas basadas en las relaciones de poder |
514.483 < 0.001 |
23.389 < 0.001 |
0.569 < 0.001 |
Uso de las redes con imágenes o mensajes para desacreditar las personas |
534.647 < 0.001 |
23.385 < 0.001 |
0.575 < 0.001 |
Nota. Elaboración propia con base en el documento de la Red de Investigación en Diferenciales de Género en la Educación Superior de la Universidad de El Salvador (2018).
*Se muestra la significancia asintótica, los estadísticos se ajustan para empates. **Estadístico de prueba estandarizado. ***La correlación es significativa en el nivel 0.01 (bilateral).
Discusión
Dentro del marco conceptual de la violencia de género, Trujillo y Pastor-Gosálbez (2021, p. 2), identifican el denominado mito de la marginalidad, según postulan sobre este constructo, socialmente se tiende a asociar de manera errónea este fenómeno con sectores poblacionales específicos, principalmente aquellos caracterizados por dinámicas familiares disfuncionales, condiciones de precariedad o vulnerabilidad socioeconómica y situaciones de desempleo. No obstante, como señalan las autoras, subsiste la percepción social de que ciertos grupos —particularmente las mujeres con acceso a formación universitaria— presentarían menor vulnerabilidad a la violencia de género. Esta suposición se basa en el privilegio de haber alcanzado un nivel de escolaridad superior, lo que falazmente se relaciona con cierta inmunidad ante dichas agresiones.
Asimismo, Trujillo y Pastor-Gosálbez enfatizan que las manifestaciones de violencia contra las mujeres trascienden condiciones socioeconómicas, educativas o de procedencias de clase, ya que su ocurrencia responde, más bien, al simple hecho de ser mujeres, esto se sostiene como consecuencia de una socialización de la cultura patriarcal que propicia los diferentes tipos de violencia por razón de género.
En la presente investigación se evidencia que hay corte generacional en torno al reconocimiento de los tipos de violencia, pues las estudiantes, que se encuentran en los rangos de edad de 17 a 26 años y en los primeros tres años de la carrera, identifican con más claridad los tipos de violencia psicológica, física y sexual, y en menor proporción se identifican la violencia económica, patrimonial y simbólica; mientras que, a las estudiantes de 27 en años en adelante identifican con mayor precisión la violencia psicológica, económica y física, y en menor proporción, la sexual, simbólica y la patrimonial.
En los resultados encontrados se puede observar que las estudiantes de las facultades de Ciencias de la Salud, Enfermería, y Ciencias Humanísticas identifican mayormente los tipos de violencia, en contraste con las estudiantes de Ciencias Económicas, Tecnología e innovación y de posgrados, quienes muestran mayor dificultad.
Con la percepción de estudiantes universitarias sobre la seguridad del hogar y su asociación a las relaciones filiales y de afinidad personal, se lograron identificar perspectivas sobre los niveles de confianza que se tiene desde esta población hacia las instituciones estatales de seguridad, las representaciones sociales de este imaginario colectivo muestran evidencias empíricas que se apegan a los objetivos propuestos en este estudio. Así, los resultados ratifican que el principal reproductor de la violencia de género son los hombres, tanto en el hogar como espacio de confianza y en la calle como espacio de desarrollo de su vida cotidiana. Desde la experiencia acumulada en sus trayectos de vida, así como la percepción sobre la seguridad para las mujeres y niñas durante el confinamiento generado por covid-19 en el país, los resultados develan que en el primer espacio u hogar, el ejercicio de la violencia viene desde la pareja, amigos, tíos y padres; mientras que, en el segundo espacio identificado o la calle, la violencia es principalmente perpetuada por personas desconocidas.
Es importante destacar que al cotejar los resultados de esta investigación con informes como los de CEPAL (2024) y ORMUSA (2024), existe un alto grado de similitud en cuanto al principal reproductor de la violencia. La evidencia recabada y los hallazgos que se asocian según las percepciones de los casos de estudio son suficientes para dar una repuesta al principal supuesto de investigación y es que, en efecto, el hogar es de los lugares más peligrosos para las mujeres.
Es necesario también resaltar que, de acuerdo al discurso oficial del gobierno de turno, El Salvador es el segundo país más seguro del hemisferio occidental; sin embargo, el 99.52% de las estudiantes participantes continúan percibiendo que una manifestación potencial de violencia hacia las mujeres proviene de una persona desconocida, ya que (33.2%) consideran que la calle es el segundo espacio donde se identifican con mayor frecuencia los casos donde se reproduce la violencia, y que el hogar ocupa el primer lugar de alerta sobre este tipo de delito (con 44.9%), lo que nos lleva a plantear que, la aseveración por parte del aparataje estatal no representa lo que se percibe como imaginario social o noción colectiva sobre este fenómeno.
Otro dato a destacar es que, los tipos de violencia que las discentes afirmaron haber sufrido por razón de género son, de mayor a menor, los siguientes: violencia psicológica y emocional, violencia sexual y violencia física; y resulta importante denotar que un alto porcentaje de las estudiantes tuvieron dificultad para reconocer características que corresponden a nociones sobre violencia económica, patrimonial y simbólica.
Retomamos que el fenómeno de la violencia dirigida a las mujeres al interior del hogar en El Salvador se volvió más evidente durante el confinamiento por la pandemia del covid-19, esta situación no pasó desapercibida para la población consultada, pues distinguieron que hubo un aumento significativo de la violencia per se por razones de género, así como de la carga de trabajo y de labores de cuidado en la familia, además del incremento de delitos sexuales dirigidos a mujeres y niñas, así como un alza significativa en el repunte de casos de embarazos de niñas y adolescentes.
Un aspecto sobresaliente es que las estudiantes contemplan un destacado y aceptable nivel de satisfacción al valorar el trabajo que realizan las instituciones gubernamentales encargadas de la prevención de la violencia en contra de las mujeres, estos resultados indican que, ante esta problemática, la institución que más satisfacción causa entre esta población es la Corte Suprema de Justicia, y la que menos es la Policía Nacional Civil. Estas valoraciones resultan disonantes, pues existen discrepancias entre las estudiantes, quienes identifican y caracterizan los tipos de violencia más palpable y visible, lo cual les lleva a percibir un alto grado de violencia dentro de los hogares y más aún en espacios públicos y la calle, pero que sostienen consideraciones de un alto nivel de satisfacción por las acciones de instituciones gubernamentales que son encargadas del trabajo de prevención de la violencia dirigida hacia las mujeres.
Estas discrepancias pueden conjeturarse a partir de tres escenarios: el primero, es que las participantes no conocen la finalidad de las instituciones y que es un deber tácito del Estado salvadoreño trabajar en la prevención y erradicación de la violencia; el segundo, que de acuerdo a la experiencia personal de cada una de ellas con esas instituciones ha sido positiva, sin embargo, esta aseveración no puede ser posible dado que más de la mitad de las consultadas manifestó no conocer casos de violencia por razón de género que hayan llegado a hasta la denuncia, y en los casos que sí escaló a tal instancia, no se sancionó a la persona agresora; tercero, el bombardeo publicitario por parte del gobierno en turno, que constantemente tratan de blanquear el trabajo de todas las instituciones públicas frente a la población en general.
Como se ha visto hasta acá, la violencia dirigida hacia las mujeres es un problema generalizado en el mundo y, al hacer una revisión de la producción científica en Latinoamérica, se puede constatar que este fenómeno comparte un alto grado de similitud con los resultados que se plantean en los esfuerzo presentados por Trujillo y Pastor (2021) en Chile; Gómez et al. (2024) en México; Villagrán et al. (2023) en Ecuador, y la Red de Investigación en Diferenciales de Género en la Educación Superior de la Universidad de El Salvador (2018).
Entre las similitudes que comparten los estudios citados que abordan el tema de la violencia dirigida a las mujeres, o en los que los sujetos de estudios fueron discentes universitarias, se encuentra una semejanza interesante donde, pese a que cada estudio tenía objetivos y metodologías particulares, los resultados coinciden en que son hombres los principales reproductores de la violencia, y esto se suscita tanto en el ámbito privado como en el público, y se maximiza en las relaciones de pareja o amistad, lo que evidencia que esta problemática tiende a manifestarse en relaciones interpersonales con un claro ejercicio de poder y afinidad sobre las mujeres.
Además, entre los tipos de violencia más frecuentes, en dichos estudios se encuentran la psicológica y emocional, la física y la sexual; si bien es cierto que, el orden de prioridad de los tipos de violencia varía entre estudios, estos tres se mantienen en los primeros lugares, opacando las expresiones de violencia económica, patrimonial o simbólica. Otro factor, no menos importante que coincide entre estudios, es el miedo como un motivo principal para no denunciar la violencia.
En el caso particular de El Salvador se encuentra que, al realizar una comparación con los resultados del informe de labores de la FGR (2024), la violencia por razones de género con más casos denunciados, de mayor a menor, son los siguientes: la sexual, la psicológica, la física, la patrimonial y, por último, la feminicida. Pese a que el orden de aparición en los resultados es diferente y con proporciones significativamente desiguales, los primeros tres tipos de violencia se mantienen en estos informes.
De acuerdo al informe de la FGR de El Salvador, desde junio de 2023 a junio 2024 existen poco más de 20 mil actos denunciados de violencia dirigida a mujeres, pero lo que está invisibilizando este tipo de delitos es que existe un hermetismo gubernamental sobre la rendición de cuentas y datos, todas las manifestaciones de violencias de género que señala la LEIV quedan en las sombras. Esta dinámica de reserva de datos públicos vitaliza los conceptos de violencia cultural y estructural propuestos por J. Galtung, y que sirven para entender el fenómeno social abordado en esta investigación.
Y aunque sustantivamente hay todo un aparataje de entidades públicas que están trabajando en el tema de la violencia social relacionada con las pandillas y con el endurecimiento de las leyes que tratan esos casos, las cifras de expresiones de violencia dirigida hacia las mujeres no se reducen, esto quiere decir que, hay toda una estructura que sostiene sus bases en la cultura de la violencia que inoportunamente continúa validando e invisibilizando la criminalidad y delitos en el país, arrastrando consigo lo que concierne a la violencia por razones de género y perpetuando este fenómeno.
Esta problemática es claramente multicausal, pero a medida que se vayan exponiendo en la palestra pública los elementos que la componen, habrá un mejor panorama para explicarla y para, en algún momento, poder trabajar en la disminución de las practicas perniciosas que son condescendientes con los agresores, para que las mujeres tengan una vida libre de violencia. Como tarea pendiente, en las futuras incursiones investigativas hacia este fenómeno se debe relevar una aproximación, tanto a hombres como mujeres de diferentes estratos y capas sociales, para espigar percepciones y representaciones sociales que permitan registrar el imaginario salvadoreño, otorgándole la primacía que merece a esta problemática y conseguir combatirla estratégicamente.
Conclusión
En alusión de los objetivos propuestos en esta investigación, se puede aseverar que se cumplieron, dado que mediante a través de los resultados se puede observar que en realidad, para las estudiantes consultadas, uno de los lugares donde perciben mayor inseguridad es el propio hogar y que esta inseguridad viene dada por la violencia ejercida principalmente por hombres, y con mayor incidencia por parte de la pareja; sin embargo, no están exentos otros familiares masculinos como padres, hermano, primos, tíos, etcétera. Otro de los lugares donde las mujeres estudiantes perciben la violencia es en la calle, principalmente por hombres desconocidos.
Los tipos de violencia más frecuentes, según la población consultada, son la psicológica y emocional, la violencia física y la sexual; además, hay un alto desconocimiento sobre los tipos de violencia económica, patrimonial y simbólica. Al realizar una comparación entre los datos empíricos con los oficiales, esto se hace aún más evidente por la poca denuncia de los casos en El Salvador.
El desconocimiento de las rutas de atención o de los tipos de violencia, el miedo, la naturalización de la violencia, la vergüenza, la atención deficiente, la revictimización, el síndrome de la indefensión aprendida y los patrones culturales, entre otros, son elementos de la violencia cultura y la violencia estructural de la sociedad salvadoreña que continúa fertilizando el terreno que permite la perpetuación de este fenómeno.
Por lo mencionado, se vuelve importante educar, sensibilizar y concientizar desde edades tempranas sobre estos temas a la población en general, con la finalidad de prevenir y con ello minimizar exponencialmente la violencia dirigida a las niñas, adolescentes y mujeres en su ciclo vital, y para que ellas tengan herramientas que les permita identificar las expresiones manifiestas de los diferentes tipos de violencia en sus relaciones afectivas, románticas y filiales; que les permitirá paulatinamente visibilizar, denunciar, contrarrestar y frenar hasta el mínimo acto amenazante de violencia por razones de género.
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Tania Griselda González Gómez
Salvadoreña. Maestra en Atención a la Violencia en la Familia por la Universidad “Dr. Andrés Bello”. Actualmente es especialista del área de ciencias sociales en la misma Universidad. Líneas de investigación: ciencias sociales y género.
Correo electrónico: tania.gonzalez@unab.edu.sv
Mauricio Dagoberto Deleon Villagrán
Salvadoreño. Magister en Métodos y Técnicas de la Investigación Social por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales y la Universidad Tecnológica Equinoccial de Ecuador. Actualmente es especialista del área de educación en la Universidad “Dr. Andrés Bello”. Líneas de investigación: educación y métodos de investigación.
Correo electrónico: mauricio.deleon@unab.edu.sv