Investigación
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Azoños Rodríguez, G. | Pp. 261-290
GénEroos
Volumen 2/número 3/marzo-agosto de 2024/ pp. 261-290
ISSN-L 2992-7862
DOI: RevGenEr.2024.03.09
CC BY-NC-SA 4.0
Masculinidades y emociones en el ocio de
la albañilería: Voces de varones indígenas
ñöhño en el trabajo
Masculinities and emotions in the masonry trade: Voices of
indigenous ñöhño men at work
Gerardo Azoños Rodríguez
ORCID: 0009-0007-1166-8005
Universidad Autónoma de Querétaro, Querétaro, México
Recepción: 24/04/23
Aprobación: 01/09/23
Resumen
Este artículo tiene como objetivo iden-
tificar y analizar el repertorio emocional
de los varones indígenas ñöhño, de la
microrregión de Higueras ubicada
en el municipio de Tolimán, Querétaro
(México), al interior del oficio de la
albañilería, desde la perspectiva teórica-
metodológica de los estudios de género
de los hombres. La albañilería es de
gran importancia en el marco de la mas-
culinidad dominante en este contexto,
mandato esencial que interviene en el
proceso de construcción y significación
Abstract
From the theoretical-methodological
perspective of masculine gender studies,
this article identifies and analyzes the
emotional repertoire of indigenous ñöhño
men from the micro-region of Higueras,
Querétaro, who are engaged in construc-
tion work. As the predominant industry
in this region, construction work is carried
out in the context of masculinity particular
to the region. Conformity is necessary in
the workplace, and in turn it shapes the
construct of masculinity throughout the
community. The researcher’s methodo-
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Volumen 2 / Número 3 / marzo-agosto de 2024
Introducción
L
a producción de conocimientos respecto al campo de los estudios de
género de los hombres y su intersección con las emociones ha sido
vasta y diversa en las últimas tres décadas. Ramírez (2021b) da cuenta de
una larga serie de temáticas específicas
1
que han motivado la exploración de
1 Algunas de estas temáticas son: “Ciclo de vida, cuerpo, raza, cultura, cultura emocional, tra-
bajo emocional, espacio público y relaciones sociales, familia, relaciones interpersonales, salud,
de la masculinidad. La investigación de
las emociones se hizo a partir de las pers-
pectivas del construccionismo social, las
cuales dan vital importancia al contexto
espacial-temporal que interviene en el
origen, desarrollo y expresión de éstas. Lo
anterior permite enfatizar los elementos
socioculturales que dan identidad étnica
a los habitantes de esta microrregión. La
estrategia metodológica utilizada fue de
tipo cualitativa que, a través del trabajo
etnográfico y la aplicación de una serie de
entrevistas semiestructuradas a varones
ñöhño, logró identificar la importancia
del sistema de parentesco en los procesos
de enseñanza-aprendizaje del oficio de la
albañilería, que funciona como red para
la integración de los jóvenes al mundo del
trabajo. El artículo también da cuenta de
cómo las emociones de los hombres tienen
una profunda relación con los mandatos de
la masculinidad que deben cumplir y para
los cuales son formados. Se destaca el des-
empeño laboral como eje articulador de las
emociones, por lo que el trabajo estructura
las pautas para el control y la expresión
emocional en los varones indígenas.
Palabras clave
Género, emociones, masculinidades, ñöhño,
albañiles.
logy is based on social constructionism,
which gives vital importance to the
spatiotemporal context that influences
the origin, development, and expression
of emotions. The above allows us to
emphasize the sociocultural elements that
give ethnic identity to the inhabitants of
this microregion. The methodological
strategy used was of a qualitative type
that, through ethnographic work and the
application of a series of semi-structured
interviews with ñöhño men, managed to
identify the importance of the kinship
system in the teaching-learning processes
of the masonry trade, which functions as
a network for the integration of young
people into the world of work. The article
also explains how mens emotions have
a deep relationship with the mandates
of masculinity that they must fulfill and
for which they are trained. Work perfor-
mance is highlighted as the articulating
axis of emotions, so the work structures
the guidelines for emotional control and
expression in indigenous men.
Keywords
Gender, masculinities, emotions, ñöhño,
brick layers.
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las masculinidades y las emociones desde distintos enfoques disciplinarios,
teóricos y metodológicos. La articulación de ambos campos de investigación
ha coadyuvado al cuestionamiento de los dualismos u oposiciones como
naturaleza-cultura, cuerpo-mente y razón-emoción, así como al derrumbe
de esencialismos que calificaban particularmente a los hombres como seres
racionales con capacidades intelectuales o cognitivas superiores a las de las
mujeres, quienes se distinguían principalmente por su disposición hacia lo
emocional y su gran aptitud para expresar sentimientos.
El análisis de las emociones en los varones a través de los estudios
de género de los hombres permite comprender algunas de las principales
dimensiones del complejo proceso de construcción y significación de
la masculinidad, ya que, como menciona Ramírez (2021b, p. 34): Las
configuraciones de la masculinidad comportan en mayor o menor medida
procesos de regulación emocional como parte de las atribuciones asignadas
al ser hombre, asumido de manera consciente o inconsciente”. Así, para el
caso de los varones, el modelo normativo de género selecciona, promueve
y censura formas de expresión emocional en el marco de la masculinidad
hegemónica, limitando la exteriorización y el trabajo emocional que, en
algunos casos, puede generar problemas de salud, dificultades en sus
relaciones sociales, así como otros malestares.
El presente artículo muestra los resultados de una investigación
empírica que busca, por un lado, contribuir al campo de los estudios de
las masculinidades en grupos indígenas. Esto se logra apoyando los ar-
gumentos que las enfatizan como sociedades en constante dinamismo y
cuestionamiento de sus propias instituciones socioculturales y políticas.
Por otra parte, pretende aportar al marco de análisis para comprender los
principales mandatos o requerimientos de la masculinidad dominante en
un contexto particular. Identifica cómo éstos son interpelados, resistidos
o transformados por los sujetos, motivando así la reflexión sobre la im-
portancia de la intersección de los estudios de género de los hombres y
las emociones, como estrategia teórica-metodológica para determinar la
internalización de los significados culturales en los sujetos.
sexualidad, trabajo, violencias, vulnerabilidad y estructura social. Cada una de estas categorías
contempla una diversidad de temas” (Ramírez, 2021b, p. 16).
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A partir de lo antes señalado, este documento busca identificar y
analizar el repertorio emocional de los varones indígenas ñöhño de la mi-
crorregión de Higueras, en el municipio de Tolimán, Querétaro (México),
al interior del oficio de la albañilería, actividad laboral que, en el marco de
la masculinidad dominante de dicho lugar es un requerimiento de gran
importancia para el cumplimiento del trabajo, mandato esencial que in-
terviene en el proceso de construcción y significación de la masculinidad.
En el campo de las masculinidades es evidente que el trabajo es
una de las principales instituciones que configuran la identidad masculina
(Fuller, 1997; Capella, 2007; Olavarría, 2003, 2017; Salguero, 2007, 2019;
Seidler, 2000; Tena, 2007; Sarricolea, 2017; Ramírez, 2019, 2021a). El
ejercicio de la actividad laboral, vista como mandato de la masculinidad,
se caracteriza por la poca susceptibilidad para negociarse sin que afecte
o cuestione la calidad de los varones como hombres.
El trabajo-proveeduría, como elemento inherente para la cons-
titución del sujeto varón, es el resultado de las narrativas heredadas por
la modernidad que estableció dicotomías como: hombre-mujer, trabajo-
familia, producción-reproducción, público-privado, razón-emoción, entre
otras (Olavarría, 2003). Una consecuencia de estas separaciones se sigue
manifestando en la organización familiar y doméstica de la mayoría de
sociedades. A través de la división sexual de trabajo, éstas han instituido
en los hombres la responsabilidad para desempeñarse como la cabeza del
hogar porque el varón “tiene socialmente asignada la función de financiar
las necesidades de las personas que forman parte de su familia, a las cuales
considera como su patrimonio (Jiménez, 2007, p. 103).
Aunque las representaciones, así como las actividades del trabajo
y la proveeduría, estén articuladas íntimamente, es necesario analizarlas
por sí mismas con el objetivo de superar problemas analíticos además de
empíricos, ya que:
Ser buen trabajador no implica necesariamente ser buen
proveedor; pueden llegar a diferir por el incumplimiento de alguno de
los dos mandatos, o por la dificultad que se les presenta a los varones
para ser buenos proveedores familiares, aunque den muestras de ser
buen trabajador (Sarricolea, 2017, p. 316).
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En la relación trabajo-proveeduría: “El trabajo tiene un carácter
instrumental, es un medio que persigue un fin, la proveeduría (Ramírez,
2021a, p. 104).
Los estudios de género de los hombres han demostrado que el
trabajo como medio para alcanzar la proveeduría es para ellos “el núcleo
de su respetabilidad social: el hombre ‘es’ del trabajo y éste a su vez hace’
al hombre” (Olavarría, 2017, p. 75). Por lo tanto, quienes lo consiguen
a plenitud adquieren legitimidad, autoridad, satisfacción, autonomía,
bienestar y seguridad, en comparación con los varones que no lo tienen y
quienes se perciben como incompletos, fracasados e inexistentes, aprecia-
ciones que motivan la experimentación de tristeza, dolor, incertidumbre,
vergüenza, ira y miedo, que a su vez son emociones que se reconocen,
se experimentan, pero no se comparten, existe una dificultad para su
expresión (Ramírez, 2019, p. 3).
En el proceso de socialización primaria y en los espacios laborales,
los hombres incorporan y consolidan una representación social de lo que
significa el trabajo, que incluye los atributos que le otorga a su vida, así
como el modelo emocional que impone las formas de experimentación y
de expresión relacionadas con la actividad laboral. Para Ramírez (2021a)
el trabajo, la proveeduría y la autocontención son mandatos de primer
orden,
2
ya que quien trabaja tiene posibilidades de ser exitoso y gozar
de reconocimiento; proveer favorece ocupar la jefatura familiar y ser
reconocido como autoridad; la autocontención le permite regularse a sí
mismo para poder entonces determinar el quehacer de los demás” (p. 18).
En el campo de estudio de las masculinidades, también hay
consenso respecto a que el trabajo es la principal institución que otorga
la condición de adultez para los sujetos varones, ya que, por ejemplo, el
cumplimiento de este requerimiento esencial de la masculinidad, justifica
y da sentido a la consecución de otros mandatos, como fundar su propia
familia (Fuller, 1997; Olavarría, 2003, 2017; Salguero, 2007, 2019; Seidler,
2 Ramírez (2021a) dene, describe y clasica los mandatos en primero y segundo orden. Los
mandatos conguran su importancia y su peso: “En función del ciclo de vida, la generación
y el contexto sociocultural particular (p. 19); sin embargo, con regularidad los mandatos de
segundo orden derivan de los primeros.
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2000; Ramírez, 2021a), tal como afirma Fuller (1997, p. 130): “Un varón
puede ser tal sin estar casado, pero jamás sin un empleo adecuado”. Ra-
zón por la cual, los varones a lo largo de su vida dirigirán sus esfuerzos y
energía al desarrollo o consolidación de un espacio propio en el trabajo
(Salguero, 2007; Ramírez, 2021a).
En este sentido, uno de los principales objetivos de los varones,
en el marco de la masculinidad dominante, será incorporarse al campo
laboral, porque es ahí donde principalmente encontrarán la fuente para
el reconocimiento social. Cabe señalar que no todos los trabajos dotan de
prestigio, poder y autoridad a los varones; es evidente que el trabajo do-
méstico o de cuidados tendría una consecuencia negativa por desarrollarse
en el espacio femenino; sólo aquellos espacios que fueron legitimados
por el grupo social como válidos y productores de recursos simbólicos y
materiales serán susceptibles para dotar de estas atribuciones de poder y
afirmación masculina (Fuller, 1997).
Es importante precisar que el trabajo-proveeduría, como mandatos
de la masculinidad, se empalman con otras dimensiones de la vida, como
la clase social. Salguero (2008) señala que los hombres de clases medias
o altas ejercen y significan el trabajo como una actividad lúdica, porque
además de probarse, realizarse y desplegar su creatividad, se apropian
del mundo del trabajo a través de su autoridad que los engrandece y les
dota de recursos para la dominación, como riqueza, poder y prestigio.
La representación del trabajo para estas clases sociales es especial; estos
varones “tienen un proyecto sobre sus vidas, reclamando de sí una reali-
zación, midiéndose continuamente por el grado de cumplimiento de esa
fantasía que han hecho sobre sí mismos, algo fundamentado en el trabajo,
en lo profesional” (Roma 1999 en Salguero, 2007, p. 256).
El trabajo de los varones de sectores precarizados, en la mayoría de
las ocasiones, sólo les permite satisfacer económicamente las necesidades
para la subsistencia de sus familias; para ellos, la imposibilidad de trabajar
tiene un impacto directo y profundo en “su identidad y subjetivamente
puede ser una situación catastrófica y demoledora […] que representa
un fuerte golpe a su autoestima, a su ego (Olavarría, 2017, p. 77). Los
hombres de dichos estratos se enfrentan a condiciones de desigualdad,
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pobreza y explotación laboral, escenario que promueve la significación del
trabajo como una obligación, una exigencia que sobrepasa su voluntad,
un sacrificio que debe apropiarse para tomar conciencia de qué significa
ser hombre responsable, digno y capaz (Olavarría, 2017).
Las diferencias sustanciales para significar el trabajo son propor-
cionadas por los recursos simbólicos y materiales de la clase social; no
obstante, los estudios de las masculinidades están de acuerdo en que los
varones encuentran en el mundo laboral las informaciones para responder
a las preguntas: ¿quién soy? ¿Qué tipo de hombre soy? ¿Qué tan hombre
soy? Así, se podría afirmar que, en el desarrollo de sus actividades labo-
rales, así como en el ejercicio de la proveeduría, se encuentran las claves
de su identidad (Capella, 2007; Ramírez, 2021a).
Jiménez (2007) explica que la identidad masculina se construye y
se significa a partir del tipo de trabajo, así como del desempeño de otros
requerimientos que devienen de éste, como la proveeduría y la salvaguar-
da de su familia. Estas exigencias que, en muchas sociedades, se siguen
reproduciendo como mandatos que los hombres deben cumplir, y cuya
recompensa se encuentra en el privilegio del poder y el predominio en
la esfera pública” (p. 103). Cumplir con las expectativas y las normas de
la masculinidad hegemónica es, entonces, una estrategia de los varones
para apropiarse de capital simbólico y material que trasciende la dimen-
sión de la identidad personal; esto es porque se articula directamente
con el ejercicio del poder y la acumulación de valor social como estatus
y prestigio (Fuller, 2001).
El espacio laboral, desde los estudios de género de los hombres,
tiende a caracterizarse como un territorio jerárquico y estructurado,
trazado para la competencia entre varones, en el cual la identidad social
se define principalmente por la posición que ocupan en el trabajo. Aquí,
sus integrantes son definidos por las tareas que desempeñan, la profesión
o el oficio que ejercen, el cargo que les ha sido asignado, el sueldo que
perciben, y no por sus cualidades personales (Fuller, 2001). Por lo tanto,
el trabajo es el recurso del que disponen los hombres para definir, ordenar
y direccionar su vida en articulación con la construcción y significación
de la masculinidad.
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El trabajo, como núcleo central de la masculinidad, también con-
tiene elementos de transmisión, expresión y regulación de las emociones
entre los varones. Para el análisis de las emociones, este artículo recupera la
perspectiva teórica-metodológica del enfoque del construccionismo social,
que se caracteriza por centrar su atención en la dimensión sociocultural
de la emoción, pero sin perder de vista los componentes psicológicos,
lingüísticos o biológicos (Enríquez y López, 2019). En este sentido, las
emociones por su forma y su estructura siempre deberán ser ana-
lizadas en correspondencia con el contexto temporal y espacial al que
pertenecen, ya que existe una relación íntima entre éstas y la vida social,
por lo que son construidas socioculturalmente (Hochschild, 2007).
Las emociones proveen de sentido y orientación a los sujetos, ya
que, para cada objeto, agente, interacción o situación social, corresponde
un repertorio de emociones, así como un vocabulario de comportamien-
tos expresivos, los cuales están condicionados por la socialización de la
cultura y la posición que ocupan los sujetos en las estructuras sociales
(Enríquez y López, 2019). Aunque hay emociones compartidas por
las distintas sociedades, existen configuraciones particulares en grupos
sociales, por ejemplo, el caso de fago,
3
emoción que, en un esfuerzo por
traducirlo al español, podría referirse a la mezcla de tristeza, compasión
y amor, pero que sólo pueden experimentar los sujetos con base en la
relación jerárquica protector-protegido, como lo que siente una madre a
su hijo (Bourdin, 2016).
El género y las emociones como construcciones socioculturales
se encuentran articuladas, como lo explica Ramírez (2021b, p. 34): En
el orden social del género, las emociones son constitutivas del mismo, la
expresión emocional está regida por las normas, las creencias y los valores
que se atribuyen tanto a mujeres como a hombres”. En las relaciones de
género se hacen evidentes las diferenciaciones respecto a la construcción,
experimentación y expresión de las emociones; esta divergencia es el resul-
tado de la socialización primaria en los sujetos que determina un manejo
emocional específico, ahí se establece lo permitido y lo sancionado, así
como lo que puede y debe sentir un hombre o una mujer.
3 Emoción estudiada en comunidades de la Micronesia.
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Por lo anterior, las emociones se encarnan a través de su sensación y
su expresión corporal orientando el comportamiento de los sujetos varones
de forma particular. En el marco de la masculinidad hegemónica, permitir
que emociones como el miedo, la tristeza, la nostalgia, la compasión, la
vergüenza o la angustia se desborden en el cuerpo del hombre, implicaría
un evidente signo de debilidad que transgrede la imagen masculina de
seguridad, fortaleza e invulnerabilidad (Artaza, 2019; Ramírez, 2021a).
Los varones aprenden a suprimir estas emociones desde la infancia y lo
hacen mediante la autodisciplina y la autorregulación; sin embargo, la ira,
el enojo y la violencia emergen por encima de otras emociones cuando
este ejercicio de autocontención se fractura (Seidler, 2000).
Salguero (2019) señala que el control emocional y el éxito laboral
son dos
4
de las referencias simbólicas del modelo normativo de género
que posibilitan/limitan la construcción de la masculinidad. Por lo tanto,
la demostración de emociones, como el miedo, la vergüenza o la tristeza
en el ámbito público y en el mundo del trabajo considerados por los
hombres como espacios masculinos podrían obstaculizar su integración,
su desempeño y su ejercicio de autoridad. Es así como, para construirse y
significarse como hombres, los varones necesitan: “Demostrar la capacidad
de manutención, superioridad económica, de seguridad y protección a la
familia en tanto figura de autoridad, que implica la negación abierta de
temores y malestares por concebirse signos de debilidad asociados con
el ser femenino (Tena, 2007, p. 358).
Ramírez Rodríguez (2021a) señala que las emociones, en la sig-
nificación que los varones le atribuyen al trabajo como mandato de la
masculinidad, siempre están imbricadas, entretejidas y son parte esen-
cial de este proceso, ya que consiguen “que los mandatos se mantengan
vigentes, actuantes, compartidos intersubjetivamente y aprehendidos de
manera que las disposiciones se cumplan (pp. 127-128). Para este au-
tor, analizar la actividad laboral en los hombres desde el enfoque socio
antropológico de las emociones posibilita la comprensión del trabajo de
manera compleja, dinámica y situada. El trabajo como mandato se
resignifica como una obligación y una responsabilidad que se entrelaza con
4 El resto de las referencias simbólicas son el poder y la autoridad, así como el desempeño sexual.
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otros mandatos y emociones que están en juego. Entre ellas se encuentra
la paternidad, la felicidad o la satisfacción que experimenta el varón, por
ejemplo, al dotar a su pareja y a sus hijos de los satisfactores que requieren
en la vida cotidiana. De tal forma que “racionalidad y emocionalidad, lejos
de contraponerse, se conjugan, se entremezclan y se justifican (p. 128).
Acercarse a la comprensión del trabajo como requerimiento esen-
cial de la masculinidad hegemónica, a través del análisis sociocultural de
las emociones en los varones, permite identificar los sentidos y signifi-
cados atribuidos a esta práctica social desde una óptica innovadora que
vislumbra nuevas formas de configuración de las masculinidades.
Metodología y contexto del estudio
En este marco de las masculinidades y las emociones se retoman los
argumentos de Rodríguez (2008), respecto al potencial de estas últimas
para analizar los significados culturales y sus niveles de internalización
en los sujetos y grupos sociales. Su propuesta se utiliza para profundizar
en dos tipos de emociones; por un lado, las que denomina de bienestar:
la alegría y la tristeza; por otro lado, de atribución: el orgullo, la culpa y
la vergüenza (2008).
La intersección de los estudios de las masculinidades y la investi-
gación de las emociones es una potente estrategia teórica-metodológica,
que permite identificar, comprender y reflexionar acerca de las normas,
creencias y órdenes socioculturales que encierra la albañilería por hombres
indígenas ñöhño de la microrregión de Higueras; además, aborda la in-
fluencia que esta actividad tiene en las formas de significación, regulación
y control emocional de los varones respecto del trabajo como mandato
central de la masculinidad.
Esta investigación se desarrolló con enfoque cualitativo a través
de la observación participante y el registro de trabajo etnográfico, sobre
las principales características socioculturales de la población otomí de
la microrregión. Este acercamiento se complementó con una serie de
entrevistas semiestructuradas
5
a varones indígenas, cuyo objetivo era pro-
5 El guion de entrevista se organizó en seis bloques temáticos: 1) Principales problemáti-
cas relacionadas con el trabajo en el municipio de Tolimán y la microrregión de Higueras.
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fundizar en el ámbito del trabajo masculino, así como en las emociones
de bienestar y atribución relacionadas con el oficio de la albañilería. Cabe
mencionar que, a petición de los informantes, se omiten los nombres
reales y la comunidad a la que pertenecen para conservar el anonimato.
La selección de varones para la aplicación de entrevistas se estable-
ció a partir de las siguientes características: a) varones jóvenes y adultos
que se dedican exclusivamente al oficio de la albañilería; b) jóvenes que
combinan el trabajo de la albañilería con su educación escolar; c) adultos
profesionistas que, además de su actividad profesional, dedican tiempo
a los trabajos de albañilería. Estos parámetros de selección se diseñaron
con la intención de recuperar distintas subjetividades y experiencias de
varones indígenas en el ámbito laboral a través del oficio de la albañilería,
en el marco del trabajo como mandato esencial de la masculinidad.
La construcción y expresión de las emociones de bienestar y de atribu-
ción están particularmente enraizadas a la dimensión de la moral, en la cual,
culturalmente se establece lo que es bueno o malo, lo correcto e incorrecto, lo
digno e indigno, porque en estas creencias: “La cultura interviene como marco
de referencia para determinar qué es lo deseable para cada categoría social; y
la deseabilidad o indeseabilidad de algo es un componente desencadenante
de las emociones de bienestar” (Rodríguez, 2008, p. 155).
Retomando la importancia de la cultura como marco de referencia,
López Moya (2010) señala que la descripción de instituciones sociales como
la familia, el trabajo, la lengua y sus formas particulares de organización
comunitaria, dotan a los sujetos de identidad étnica a través de distintas
dinámicas socioculturales que permiten acercarse a la comprensión de
las formas en que se produce y se legitima el modelo local dominante de
masculinidad. Así, por ejemplo, la representación dominante de la mas-
culinidad hacerse un hombre cabal entre los Tojolabales del sureste
del Estado de Chiapas, de acuerdo con el autor, se construye siempre en
articulación con las prácticas locales de reproducción social: la procreación,
el matrimonio, la conformación de una familia y el trabajo de los varones.
2) Principales ocios en la región. 3) Dinámicas y vida cotidiana en los espacios laborales. 4)
Emociones de bienestar en el trabajo. 5) Emociones de atribución en el trabajo. 6) Albañi-
lería y masculinidad.
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Como marco de referencia sobre la cultura otomí, se parte de una
lectura de Galinier (1987), Tranfo (1990) y Soustelle (1993), quienes son
pioneros en las investigaciones de grupos otomíes y sentaron las bases
para comprender su origen, cosmovisión, lengua y principales instituciones
sociales. Estos autores concuerdan en que existe una íntima relación entre
sus instituciones de parentesco, establecidas por linajes y su articulación
con el complejo sistema cívico-religioso que configura las estrategias de
reproducción social y su vida cotidiana.
Para el caso de los grupos otomíes del estado de Querétaro, Piña
(2002) señala que en los municipios del Amealco de Bonfil y Tolimán
se identifican dos importantes regiones que define como auténticos
territorios otomíes. En Tolimán, la microrregión de Higueras ha sido
considerada como el núcleo de la cultura otomí de este municipio por
sus características geográficas, políticas, económicas y socioculturales,
como el uso cotidiano de la lengua hñöhño, así como sus festividades
cívico-religiosas. Esta microrregión se compone de 35 localidades
6
que
representan el 23% (6,162 habitantes) de la población municipal (INEGI,
2020) y cuenta con un 95% de hablantes de otomí.
Castillo (2000) afirma que los otomíes de este municipio tienen
características especiales estructuradas por elementos culturales, lingüís-
ticos, religiosos y de parentesco, que se constituyen en una cosmogonía
étnica particular, estos componentes:
Les hace ser indígenas, en su composición familiar, en la forma
de transmisión de las líneas de parentesco descendencia, en las
relaciones sociales basadas en el compadrazgo cofrado, en la ayuda
mutua faena, en la residencia patrilocal y en los factores de
pervivencia cultural sistema de cargos (Castillo, 2000, p. 218).
Respecto a las líneas de parentesco, la estructura social en las co-
munidades de Higueras está organizada por patrilinajes, que los ñöhños
6 Bomintzá, Casa Blanca, Loma de Casa Blanca, Corralitos, Derramadero, El Cerrito Parado,
Maguey Manso, Mesa de Ramírez, Puerto Blanco, Sabino de San Ambrosio, El Sabino (La
Guayaba), Zapote de los Uribe (El Zapote), El Puertecito (Zapote de los Uribe), El Aguaca-
te, El Madroño, Mesa de Chagoya, El Saucito, El Sauz, Laguna de Álvarez, La Era, El Tule,
Ciprés, Los González, El Pedregal, La Presita El Jabalí, El Rincón, La Cuchara, La Peñita,
El Blanco, La Cebolla, El Naranjo y El Shaminal.
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denominan descendencias, y su organización familiar y doméstica que,
con base en las relaciones de parentesco y las unidades territoriales, se
han definido de tipo patrilocal (Soustelle, 1993; Chemín, 1993; Castillo,
2000; Piña, 2002). Estas características culturales permiten aproximarse a
las posiciones que tienen los varones respecto a la relación con sus ante-
pasados y la tenencia de la tierra. Al respecto, Morales (2018) señala que
este tipo de estrategias sucesorias del patrimonio siguen siendo una causa
de importancia para el sostenimiento de un modelo tradicional de género.
La familia, para los otomíes, además de constituirse como una de
las principales instituciones sociales y culturales, es una unidad doméstica
en donde se les confiere a sus integrantes los significados sociales de la
construcción sociocultural del género mediante la transmisión de hábitos,
costumbres, normas, valores y símbolos; esta unidad es también el ámbito
social más importante, en el cual se vinculan los sujetos con los aspectos
sagrados y aprenden a expresar la religiosidad de su cultura; por lo tanto,
la esfera familiar se aprecia como la fuente que les proporciona el perfil
del grupo en lo general y en lo particular, ya que es en aquella donde
se gestan, se captan o se rechazan los cambios que afecta la estructura
tradicional de la comunidad (Castillo, 2000, p. 218).
Retomando la breve descripción de los componentes, el com-
padrazgo para las familias de Higueras es una de las instituciones
sociales-religiosas que, además de ampliar las relaciones de parentesco
y fortalecer los lazos sociales, afectivos y comunitarios, es uno de los
mecanismos más importantes para incluirse en actos sagrados como la
ceremonia religiosa-ritual del cofrade: “Que se refiere al padrinazgo de
los santos de las capillas familiares (…) los padrinos del cofrade, a través
del acto ceremonial, se hacen compadres entre ellos, y el cofrade es su
ahijado (Chemín, 1993, p. 139).
En la base de la estructura social otomí de Higueras está el sis-
tema de cargos para el desarrollo de las fiestas a San Miguel Arcángel,
así como una gran diversidad de celebraciones religiosas que se llevan a
cabo durante todo el año en las distintas comunidades de la microrre-
gión (Chemín, 1993; Castillo, 2000; Piña, 2002). El complejo sistema
religioso de la población otomí del municipio de Tolimán es una de las
274
Revista de investigación y divulgación sobre los estudios de género
Volumen 2 / Número 3 / marzo-agosto de 2024
estructuras más significativas para el ordenamiento de su vida cotidiana
y su reproducción social, porque cada familia, cada comunidad, cada
barrio, cada minirregión y todo el municipio están organizados para la
práctica de sus costumbres religiosas, esta organización es hasta la fecha
el centro del resto de las estructuras” (Piña, 2002, p. 105).
Considerando estas características socioculturales, Azoños (2020)
señala que la construcción sociocultural del género en hombres y mujeres
ñöhño sigue conservando un sólido vínculo con el modelo tradicional de
género, que exige el cumplimiento de las reglas que establecen lo que
debe ser un hombre y como debe comportarse una mujer; también señala
que la ampliación de la cobertura escolar y la integración de las mujeres
en espacios laborales han sido factores de gran importancia para la re-
flexión, cuestionamiento y transformación de algunos de los elementos
del esquema tradicional de género.
Sin embargo, afirma que: “Este modelo tradicional sigue siendo
el marco donde se desarrollan las distintas interacciones entre los suje-
tos, y está determinado por el sistema simbólico y material en el que se
mantienen los elementos socioculturales e identitarios de esta comuni-
dad (Azoños, 2020, p. 161). El modelo continúa manteniendo el orden
patriarcal, en donde los varones necesitan mostrarse como los únicos o
principales jefes y proveedores del hogar. Actualmente más mujeres se
integran al trabajo y, por consecuencia, a la contribución económica del
hogar; no obstante, siguen condicionadas para cumplir las responsabili-
dades domésticas de la reproducción familiar.
Las actividades productivas desarrolladas por los varones en la micro-
rregión de Higueras están centradas en el trabajo asalariado de la industria
de la construcción, aunque hay presencia de actividades relacionadas con la
agricultura para el autoconsumo, la reproducción de ganado menor, el ejercicio
de otras actividades profesionales
7
y la migración a Estados Unidos.
Se considera que el trabajo en la albañilería se ha institucionalizado
como una de las principales y más importantes actividades laborales. La
7 En la microrregión de Higueras hay presencia de profesionistas en el campo de la ingeniería
de sistemas de cómputo, redes, mecatrónica, industrial, gestión empresarial, así como en el ám-
bito de la educación, quienes se dedican a la docencia de lengua indígena en educación básica.
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Masculinidades y emociones en el ocio de la albañilería: Voces de varones indígenas ñöhño en el trabajo
Azoños Rodríguez, G. | Pp. 261-290
extracción de cal en la comunidad de San Antonio de la Cal y la presencia
de canteras en el municipio de Tolimán son algunos antecedentes que
propiciaron la industria de la construcción. Desde mediados del siglo
XIX muchos habitantes indígenas de esta región comenzaron a combinar
la actividad agrícola con el trabajo en la construcción, y desde entonces,
estos campesinos-albañiles emigran temporalmente a centros de trabajo
(Querétaro, México) en donde laboran en la construcción, y regresan
a su pueblo para los trabajos de campo y en las festividades religiosas”
(Chemín, 1993, p. 59).
La albañilería sigue siendo uno de los principales oficios que ha
permitido la reproducción sociocultural de este grupo étnico. Según sus
habitantes, esta actividad es exclusivamente masculina y su enseñanza
comienza desde la infancia. Así, en el período de socialización primaria,
a los niños varones se les incluye en el aprendizaje de este oficio y sus
técnicas; además, se les comparte todo un sistema de valores, normas y
actitudes respecto al trabajo, lo cual forma parte de su masculinidad. La
albañilería en esta microrregión se encuentra cargada de significados
masculinos que la colocan como el trabajo legítimo y aprobado para que
los varones desempeñen su papel de proveedor y jefe de familia (Azoños,
2020). Al interior de la albañilería también existen emociones legítimas
y sancionadas que forman parte de la construcción de la masculinidad;
éstas se analizarán en el siguiente apartado a partir de la categorización
propuesta por Rodríguez (2008), lo que permitirá investigar la relación que
guardan el manejo y la expresión de las emociones en el mundo laboral.
Resultados
Los varones otomíes colaboran desde pequeños con sus padres y familiares
en actividades relacionadas con la construcción, pero es hasta los 12 años
cuando son llevados a trabajar a la obra,
8
durante las vacaciones escolares
o los días de descanso, como lo muestran las siguientes narrativas:
Yo anduve aquí con mi hermano desde bien morro [peque-
ño] ayudando, por ejemplo, cuando echó su mamposteo. Yo anduve
sacando piedra y ayudando en la mezcla que le acercaba. Y nos decían:
8 Se reere al campo laboral relacionado con la industria de la construcción.
276
Revista de investigación y divulgación sobre los estudios de género
Volumen 2 / Número 3 / marzo-agosto de 2024
—vénganse a trabajar, a pegar piedra, no tengan miedo. Mi hermano
también anduvo de chico y sabe hacer todo eso (Javier, comunicación
personal, marzo 2023).
Yo el jale [el oficio] lo aprendí como desde un poco antes [refi-
riéndose a su adolescencia], porque ya cuando teníamos tiempos libres,
así como en vacaciones, salíamos a trabajar de ayudantes pues. Así de
ayudantes nada más, porque uno pues no está muy experimentado en
las cuestiones de albañilería, o así de realizar las cosas, más solamente
como que de ir de ayudante, o realizar mezcla, o acarrear tabiques,
o así ayudarle al maestro.
9
Pues así, sólo de acercar las cosas y ya, de
ayudante pues uno va a aprendiendo así poco a poquito (Mauricio,
comunicación personal, marzo 2023).
Una vez insertos en la dinámica de trabajo en la albañilería, los
jóvenes aprenden las técnicas y las habilidades requeridas en el oficio, a
través de una pedagogía sustentada en la disciplina y el castigo de la au-
toridad. Los nuevos trabajadores deben realizar el trabajo encomendado,
tratando de ejecutarlo tal como lo observaron y con instrucciones limita-
das. En caso de errores y fallas, recibirán las correcciones correspondientes
acompañadas de fuertes regaños, burlas y humillaciones.
La pedagogía relacionada con este tipo de trabajo puede calificarse
de violenta o agresiva, sin embargo, aunque los varones reconocen que
sienten malestar por este tipo de formas de aprendizaje, creen que son ne-
cesarias para fortalecer este proceso. Este método enseñanza-aprendizaje
implica distintas dimensiones en la subjetividad de los varones, una de
ellas apunta al cumplimiento de una prueba de habilidad, fuerza y resis-
tencia masculina que los hombres necesitan enfrentar y superar para la
construcción de su género. Además, reafirman el respeto a la autoridad
y la obediencia, y también aprenden a contener las emociones que no
deben ser expresadas en el mundo del trabajo.
Aquellos que no superan estas pruebas durante los primeros años
de aprendizaje tendrán más dificultades para acceder a los espacios la-
borales, a la vida adulta y para lograr el cumplimiento de los principales
9 Los participantes reconocen la siguiente estructura en el ocio de la albañilería: chalán (ayu-
dante general), media cuchara, maistro y maestro albañil. Este último es el encargado de la
supervisión del trabajo del resto de los cargos, y regularmente es quien tiene comunicación
con los arquitectos o ingenieros civiles.
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Masculinidades y emociones en el ocio de la albañilería: Voces de varones indígenas ñöhño en el trabajo
Azoños Rodríguez, G. | Pp. 261-290
mandatos del modelo de masculinidad dominante en la región,
10
de tal
forma que serán descalificados e infantilizados teniendo que comenzar
en otro espacio nuevamente. Los siguientes testimonios dan cuenta de
estos procesos de enseñanza-aprendizaje en la albañilería:
Otra cosa que no me gustaba era que me regañaran, porque
a veces como que yo trataba de hacer las cosas bien y luego me de-
cían que estaba mal, y pos’ no, y otra vez tenía que hacer las cosas y
me regañaban a cada rato y eso era lo que no me gustaba (Mauricio,
comunicación personal, marzo 2023).
Yo si aguanté un chingo [muchos] de regaños, y sí aguanté
un chingo. Yo creo que por eso sí aprendía un chingo. Y sí porque
sí había otros que no aguantaban, un chavo de por acá abajo, él no
aguantó; como sí nos trataban muy mal, porque sí los patrones son muy
exigentes. Y ya nos decía, que si no podíamos que nos bajáramos [de
los andamios] y el castigo era que, nos decía: —ya no vas a chambiar
[trabajar] de aquí de medio día hacia adelante (J. Guadalupe, comu-
nicación personal, marzo 2023).
Porque aparte uno al principio va como con la confianza de
que son de aquí; yo, por ejemplo, iba con mi tío, y pues piensa uno
que te van a ayudar o que te van a echar la mano, ¡no que la chingada,
llegábamos allá y ¡me daba unas caguizas! [regaños]. Y es que a todos
regañan, pero ya uno sabe que es para que te pongas al tiro, porque
no puedes andar con tus pendejadas [errores] (Ramiro, comunicación
personal, marzo 2023).
Como se puede apreciar, a pesar de los maltratos y las sanciones
recibidas, los varones valoran positivamente la implementación de estas
estrategias de aprendizaje. Los sujetos reconocen que esta dinámica es
necesaria para alcanzar la especialización técnica en el campo de la in-
dustria de la construcción, lo que en un futuro les permitirá conseguir
autonomía, autoridad y toma de decisiones en el espacio laboral. El
trabajo de campo realizado muestra numerosos testimonios que refieren
que, gracias a esta dinámica de formación, los varones consolidaron sus
habilidades y pudieron ejecutar con éxito tareas de mayor complejidad,
10 Mandatos relacionados con los binomios trabajo-proveeduría y unión-procreación, así como
la participación activa en el sistema de cargos que organiza la esta a San Miguel Arcángel u
otras celebraciones religiosas comunitarias (Azoños, 2020).
278
Revista de investigación y divulgación sobre los estudios de género
Volumen 2 / Número 3 / marzo-agosto de 2024
avanzando en la escala de cargos y responsabilidades del oficio de la
albañilería. Estos logros laborales producen una de las emociones de
atribución más importantes, como lo es el orgullo frente al trabajo bien
realizado, como se muestra en los siguientes relatos:
De lo que me daba más orgullo, era así de que uno aprende
nuevas cosas, me siento orgulloso de mí porque aprendí de esto en
donde estoy y donde estuve, porque yo siempre le he tirado al trabajo
chingón (J. Guadalupe, comunicación personal, marzo 2023).
Yo de eso [el oficio de la albañilería] me siento muy orgulloso,
de que, por ejemplo, ahí lo que me propuse lo logré. Y yo creo que eso
es de mis más grandes orgullos, que además con el trabajo vas con-
siguiendo otros logros [se refiere a su actual profesión como docente
de lengua indígena] (Ricardo, comunicación personal, marzo 2023).
Cuando me siento orgulloso como que a veces lo platico un
poco, pero como que me siento mejor dejándolo para uno mismo
(Alberto, comunicación personal, marzo 2023).
En contraste, cuando los resultados del trabajo no son lo que se
espera o muestran errores y fallas evidentes, los varones experimentan
culpa. Esta emoción se define como un sentimiento de displacer que se
construye con base en juicios de valor moral negativo, que se originan
por el incumplimiento o desviación de expectativas normativas que la
cultura determinó como moralmente obligatorias (Rodríguez, 2008). Al
indagar sobre esta emoción en el oficio no se obtuvieron muchos detalles,
sin embargo, en los datos recabados se identifica una de las funciones
sociales de la culpa, como lo es mantener el orden social a través del
cumplimiento de sus normas:
Me sentí como mal porque no acabé como yo quería ese jale
[trabajo], no terminé […] pero en general los de acá no sé si se sientan
culpables, pero no les gusta que digan que no hacen bien su trabajo
(Ramiro, comunicación personal, marzo 2023).
Uno de los atributos más frecuentes de la masculinidad en Hi-
gueras es la valentía y el coraje para enfrentar los distintos obstáculos y
peligros que se presentan en la vida cotidiana. Como lo afirma Olavarría
(2001), los hombres han de ser valientes y nunca deberán desviarse del
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Azoños Rodríguez, G. | Pp. 261-290
curso de su vida por sentimientos como el miedo o la tristeza, su obliga-
ción es controlarlas y someterlas en todo momento.
Incluso, muchos varones ñöhño se arriesgan más allá de lo necesa-
rio con el fin de demostrar su hombría y virilidad, actos que los llevan a
adquirir reconocimiento público. No obstante, los varones experimentan
miedo, aunque no siempre puedan expresarlo sin ser censurados. En
cuanto a la albañilería, se experimentan dos tipos de temores: el primero
se relaciona con el incumplimiento de las expectativas laborales y las po-
sibles sanciones que devengan; el segundo, con la posibilidad de sufrir un
accidente que ponga en riesgo la salud o incluso la vida, como se pueden
apreciar en los siguientes fragmentos de entrevistas:
Y es que ahí [en el espacio laboral] depende de qué tan
aventado seas, porque así uno consigue las cosas, porque si sabes de
lo que te están pidiendo, pos sí te avientas, pero luego uno no sabía y
pos’ no. Pero hay que controlar el miedo, porque el mismo miedo te
cierra a decir que no, o sea que también no sabes que si lo que piensas
es lo que quiere, o lo que realmente es lo que está pidiendo el señor
[se refiere al jefe] (Mauricio, comunicación personal, marzo 2023).
En el trabajo lo que me daba miedo era que no pudiera
aprender o que no se me clavara [retener conocimientos] nada de lo
que dijeran o, por ejemplo, una cosa que ya hubiéramos hecho que
no me lo aprendiera y que tal vez me lo tuvieran que estar repitiendo.
Porque además sabes que si no te lo aprendes rápido te van a regañar,
o te van a cagar [reprender] y los demás te van a estar diciendo a cada
rato que estás bien pendejo; bueno eso es lo que me daba miedo, que
me regañaran y que me dijeran que estaba pendejo para la chamba
(Ricardo, comunicación personal, marzo 2023).
Cuando llegaba el arquitecto y se me paraba así [de frente]
y me miraba, y me decía: —¿qué estás haciendo? Y ya le decía lo que
estaba haciendo. Y al final sí me iba bien porque sí me decía que estaba
haciendo bien mis cosas. Siempre da miedo que te digan que no lo
sabes hacer, que no es así como lo quería o que es una porquería (J.
Guadalupe, comunicación personal, marzo 2023).
Me da miedo accidentarme, porque ahí [en el trabajo] luego
si andas en las alturas que, aunque es difícil que hagas un edificio de
muchos niveles, pero en las casas o edificios chicos de cinco pisos sí
sientes culero [nervios] andar arriba. Porque luego tienes que andar
280
Revista de investigación y divulgación sobre los estudios de género
Volumen 2 / Número 3 / marzo-agosto de 2024
sin barandal pegando cosas en la terraza, y luego del otro lado se veía
hasta abajo la autopista, imagínate que te apendejes [distraigas] y te
vayas derecho, y caigas hasta la autopista, ese era como un miedo y
de esos todos tenían (Alberto, comunicación personal, marzo 2023).
Ahí sí puedes decir que no puedes hacer eso [trabajar en las
alturas], que te da miedo, que no quieres, y sí mandan a otro, y no
hay pedo. Pero pues ya uno es cabrón [audaz] y se avienta [realizar la
actividad] y ya después de ahí pues sí me dieron más jales [trabajos]
porque vieron que podía y me tuvieron más confianza (Ramiro, co-
municación personal, marzo 2023).
Otras de las emociones humanas más frecuentes que experimentan
estos trabajadores son el enojo y la ira. En cada sociedad existen reglas
y pautas para expresar el enojo que, por lo general, es provocado por la
creencia o constatación de un daño infligido al sujeto (Nussbaum, 2001,
citado en Rodríguez, 2008) o la frustración que se experimenta cuando
los resultados del curso de una acción no son los deseados. A diferencia
del miedo, la tristeza y el dolor, el enojo “es el único sentimiento que
no les está prohibido a los hombres” (López y Ramos, 2019, p. 97) y al
interior del oficio de la albañilería es frecuente observar su expresión,
así como la forma en que los varones lo enfrentan. Durante el trabajo
de campo se identificaron dos modalidades de respuesta ante el enojo:
la evasión y el enfrentamiento verbal o físico, como se describen en las
siguientes narrativas:
Así, cuando llegan compañeros al trabajo bien encabrona-
dos, pues lo que hacemos todos es nomás no acercarnos muchos y
no hablar con ellos, por ejemplo, era muy común llegar y así platicar,
de que pasas con alguien y le echas un coto [platicar], y si ya veías
que estaba encabronado, pues ya nada más lo saludabas y ya (Adrián,
comunicación personal, marzo 2023).
Uno no ve nunca a los compañeros llorar, casi lo que siempre se
ve así cuando se encabronan bien culero [intenso] son peleas (Ricardo,
comunicación personal, marzo 2023).
Las últimas dos emociones que este modelo de análisis considera
corresponden a la tristeza y la alegría, que para Rodríguez (2008) están
basadas en la evaluación positiva o negativa de eventos que sucedieron en
el pasado, que se viven en el presente o bien de aquéllos que se esperan en
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el futuro. La tristeza también se puede relacionar con una pérdida irreme-
diable (Lazarus, 2000, citado en López y Ramos, 2019) y, por lo regular,
es una emoción que en el caso de los varones se relaciona con debilidad.
En el oficio de la albañilería, la información recolectada sobre la
tristeza, también denominada como agüite,
11
se relaciona con la crítica y
descalificación tanto en el proceso de aprendizaje del oficio como en su
desarrollo posterior. De igual forma, esta emoción la experimentan los
varones cuando se pone en duda o no se les permite demostrar sus capaci-
dades y habilidades en el trabajo. También se encontraron testimonios de
trabajadores que mostraban tristeza a causa de una enfermedad o situación
familiar extemporánea, a quienes se les permitía mostrar esta emoción
y se les respetaba. A continuación, se muestran algunos testimonios que
describen situaciones que provocaron emoción de tristeza:
Pero yo luego no le entendía [al jefe] porque nada más me
decían córtale así, pero nunca me explicaban cómo iba a ir, o dónde
lo ibas a poner y, por ejemplo, el maestro está allá arriba y quería que
yo lo hiciera y que nada más se lo pasara, y pues se enojaba porque se
tenía que bajar [de su espacio de trabajo], y ya me decía: —oríllate a
la verga no sabes ni madres. Y ya me orillaba, y pues ya lo hacía él, y
pues ya uno se agüitaba (Adrián, comunicación personal, marzo 2023).
Yo por ejemplo yo sí me agüitaba cuando empecé [a traba-
jar], porque me pendejiaban [disminuían], porque me decían ábrete
[quítate], oríllate, yo lo hago. Y ya sólo me quedaba viendo, y ya yo
solito me quedaba porque no lo podía hacer. Y luego pues ya todos se
burlan o te dicen cosas de ti, de que no sabes pues. Y pues ya siempre
te dicen oríllate y como que te agarran de puerquito [se refiere a ser
objeto de constantes burlas], y pues sí se siente culero [desagradable]
(Ramiro, comunicación personal, marzo 2023).
Cuando me criticaban yo si me agüitaba, porque a mí me
tocó que mis primos me lo dejaban más de la mitad y entonces ya me
decían: se hace así güey (Javier, comunicación personal, marzo 2023).
Luego ellos [sus compañeros de trabajo] como que para que
yo no aprendiera, me decían: —mejor ve a hacer esto, mejor y ya luego
regresas, y ya te lo dejo aquí. Y yo me lo tomaba mal, bueno como que
11 Según la Real Academia Española, es un adjetivo que en México reere a tristeza, melanco-
lía, sentirse decaído en exceso y estar abatido.
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Revista de investigación y divulgación sobre los estudios de género
Volumen 2 / Número 3 / marzo-agosto de 2024
me agüitaba porque sentía que no me querían enseñar y sí me daba
mi bajoneada [sentirse decaído] de que yo no sabía (J. Guadalupe,
comunicación personal, marzo 2023).
Si alguien anda así agüitado que, porque tiene un enfermo, así
sí lo apoyan, esas cosas sí se las toman enserio, así como muy importante
(Mauricio, comunicación personal, marzo 2023).
Las emociones relativas a la felicidad en este campo laboral se
vinculan con los logros y la satisfacción del trabajo cumplido con éxito,
así como con el término de la semana laboral que indica el retorno a la
comunidad y el reencuentro con la familia. Otros testimonios señalan las
gratificaciones obtenidas mediante el salario, los aprendizajes obtenidos
a lo largo de la vida y la oportunidad de conocer otros contextos, como
se muestra a continuación en los relatos:
Debo ponerme cabrón y aprender las cosas, y levantarme con
más ganas. Y pues cuando así, ando bien, de que ando contento me
siento bien cabrón [empoderado], pero ya después busco cómo bajarme
de esa nube, porque al día siguiente luego ya me madrean [critican] en
el trabajo (Javier, comunicación personal, marzo 2023).
Y es que te das cuenta de que la felicidad es luego nada más
como para ti, porque ya después te das cuenta de que llegar al trabajo,
en donde te pueden chingar o te pueden decir cosas que en realidad
te joden [lastiman], y pues ya se acaba (Mauricio, comunicación per-
sonal, marzo 2023).
Cuando andamos bien contentos en el trabajo andan cantando
unos y cantando otros, o también chiflando. O se ve también luego,
luego en las expresiones así, o que te responden buena onda, todos
andan gentiles, todo bien chingón (Adrián, comunicación personal,
marzo 2023).
En la chamba lo que me hace feliz, pues son los sábados. Pues
no sé cómo que sentía un ambiente muy diferente los sábados, porque
aparte de que trabajamos medio día, como que el ambiente se sentía,
así como bien chingón [agradable], como bien alegre porque aparte ya
te venías […] sobre todo, el sábado en la mañana, en la semana todos
peleados pero ese día todos felices (Ramiro, comunicación personal,
marzo 2023).
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Yo me siento muy contento de que he aprendido muchas
cosas, de que he conocido a muchas personas y también he conocido
diferentes lugares (Ricardo, comunicación personal, marzo 2023).
Esta aproximación a las emociones que experimentan los varo-
nes en el oficio de la albañilería da muestra de que el aprendizaje de la
expresión, el control y el destino de las emociones tiene una profunda
relación con el sistema de parentesco y la organización social de estas
comunidades, que es la base de su identidad étnica, como se discutirá en
el siguiente apartado.
Análisis
Es evidente que el proceso de socialización primaria al interior de las
familias ñöhño incluye el aprendizaje de los roles de género. Esto asegura
la continuidad de la división sexual del trabajo, asignando a los varones la
actividad de trabajo-proveeduría para la reproducción doméstica de las
familias. De este modo, el trabajo se mantiene como el núcleo central de
la masculinidad dominante en la microrregión y el oficio más importante
entre los varones indígenas de Higueras es la albañilería.
Históricamente, la práctica de la albañilería ha sido uno de los
recursos más frecuentes con que los habitantes de esta zona han logrado
su reproducción sociocultural; por ello, los conocimientos, las habilidades,
las normas y los valores que encierra este oficio se encuentran ya insti-
tucionalizados y se transmiten a cada nueva generación de varones. La
albañilería es entonces el oficio de los hombres de Higueras, quienes se
construyen y se significan a partir del trabajo de la albañilería, que por
décadas les ha permitido cumplir con los mandatos de la masculinidad.
En este sentido, los varones aprenden esta actividad desde peque-
ños, y lo hacen de la mano de sus padres, hermanos o familiares. Pero
en este proceso de enseñanza-aprendizaje, caracterizado por una dura
disciplina y obediencia a la autoridad, no sólo aprenden las artes de la
construcción, sino también las pautas de conducta masculinas, incluyendo
el control y la expresión de las emociones. Así, los futuros trabajadores,
proveedores y padres de familia aprenden también que los hombres deben
siempre tener la disposición y la capacidad para realizar las tareas que les
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son encomendadas y a no mostrar temores, miedos o inseguridades en
el trabajo. De igual forma, gracias a la instrucción recibida, los varones
saben qué emociones de atribución y de bienestar pueden ser expresadas
y cuáles son los momentos adecuados para hacerlo.
El aprendizaje y las dinámicas cotidianas del trabajo en torno a
la albañilería permiten observar que el eje de este trabajo y de la mas-
culinidad implicada tiene que ver con el buen desempeño del varón en
la actividad. Las emociones de atribución, como el temor, la culpa y la
vergüenza, por lo regular, se relacionan con un resultado deficiente en las
tareas encomendadas. Caso contrario, el orgullo y la alegría provienen de
la satisfacción del deber cumplido, hecho que los reafirma como hombres.
Además del desempeño laboral como eje articulador de las emo-
ciones en el mundo del trabajo, se pudo observar que la expresión de
tristeza o agüite, como es nombrada por los varones, es una emoción cuya
manifestación no genera un juicio negativo o representa vulnerabilidad
masculina, siempre y cuando tenga como base o justificación un proble-
ma familiar o de salud grave. Esto tiene relación con la importancia del
sistema de parentesco, como elemento de la identidad étnica ñöhño, pero
también porque está articulada con los mandatos de unión-procreación;
es decir, con el cuidado y protección que el hombre debe de ejercer so-
bre su familia. De igual forma, su contraparte: la alegría, muchas veces
tiene como fuente el reencuentro familiar y comunitario que prosigue al
término de la semana laboral.
Sin embargo, no podemos separar la actividad laboral de los varo-
nes de las dimensiones culturales étnicas que ordenan la vida social de este
grupo, en especial de las relaciones sociales de parentesco comunitarias.
El sistema de parentesco promueve y organiza el trabajo de la albañile-
ría desde la formación inicial de los varones hasta su ingreso al mundo
laboral, de tal suerte que identificamos una red familiar comunitaria que
cumple con las siguientes funciones:
1. Capacitación y formación desde temprana edad en los valores,
normas, conocimientos, habilidades, actitudes y emociones para
el aprendizaje del ocio de la albañilería.
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2. Espacio para la experimentación y puesta a prueba de los apren-
dizajes. Durante su formación, los jóvenes varones experimentan
el mundo adulto y reciben el reconocimiento de sus logros, así
como la crítica de sus fracasos que trascienden del ámbito laboral
hasta el comunitario, donde el desempeño del joven y su manejo
de emociones podrán ser calicadas.
3. Integración al mundo laboral adulto, que dota a los varones de las
posibilidades de conseguir recursos económicos para desempeñar
los binomios de trabajo-proveeduría y unión-procreación que in-
dican los mandatos del modelo de la masculinidad dominante en
la región.
4. Trayectoria laboral futura, ya que si el desempeño de los hombres
es el adecuado podrán escalar en la estructura de cargos y respon-
sabilidades, hasta convertirse en maestro albañil y, en algunos casos,
contratista. Esto los dotará de prestigio, poder y autoridad en su
comunidad, pudiendo reproducir ahora el ciclo de socialización
de los nuevos hombres de su comunidad.
El oficio de la albañilería también ha permitido que los varones de
la región edifiquen con sus propias manos la casa donde vivirá su esposa
y su descendencia; además, cumplen con algunas obligaciones del sistema
religioso ritual, como el mantenimiento de las capillas oratorio familiares
que, como lo mencionaba Chemín (1993), son tareas exclusivas de los
hombres de la zona de Higueras.
Los estudios de las masculinidades indígenas no pueden dejar
de lado el análisis de las emociones asociadas a las construcciones de los
géneros. Las emociones de los hombres tienen una profunda relación con
los mandatos de la masculinidad que deben cumplir y para los cuales son
formados. El trabajo, como se ha demostrado en el campo de investigación
de las masculinidades, permanece en la microrregión de Higueras como
el principal espacio donde los varones ñöhño se hacen hombres.
Los hombres se comparan y compiten con otros varones en el
ámbito laboral, así obtienen marcadores vitales de su posición en las
escalas de los modelos masculinos; y de esta manera, el espacio laboral
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Revista de investigación y divulgación sobre los estudios de género
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se convierte en un entorno emocionalmente significativo. No sólo es
donde buena parte de los varones aprenden el control y la expresión de
sus emociones, sino donde pueden constatar qué tanto han cumplido
con los mandatos culturales impuestos por su género, y obtener el reco-
nocimiento o la sanción por ello. Estos logros o fracasos, que suceden
de forma cotidiana, se traducen en emociones que se pueden rastrear
mediante la observación o a través de las conversaciones de vida. Esto
abre la posibilidad de enfocar la expresión o la represión de las emociones
como indicador y dato empírico de la construcción de la masculinidad.
Las características históricas y culturales de los pueblos otomíes
asentados en la región del semidesierto queretano permiten observar cómo
la albañilería ha permitido la reproducción social de este grupo, cuando la
agricultura o el comercio trashumante han sido insuficientes. La albañi-
lería y la migración de trabajadores de la construcción a Estados Unidos
son estrategias productivas que han permitido que los varones otomíes
cumplan con los mandatos de trabajo-proveeduría y unión-procreación
que caracterizan al modelo de masculinidad dominante en la microrre-
gión. De esta forma, se mantienen las características de la organización
social de este grupo étnico, como la patrilinealidad y la patrilocalidad.
La albañilería es, entonces, el oficio central para el cumplimiento
del trabajo como mandato fundamental de la masculinidad dominante
de la microrregión, tal como lo expresa el siguiente relato:
Y pues, es que la albañilería sí te enseña sobre la vida, porque
eso [el oficio] sí te ayuda. Porque ahí [en la obra] es donde aprendes
muchas cosas sobre la vida, porque sí hay una línea así entre quienes
se han dedicado a esto y quiénes no. Por ejemplo, mi tío que vive allá
enfrente, ese trabajó muy poco tiempo de albañil, pero muy poco, muy
poco; entonces él luego se dedicó a otro trabajo, entonces los de aquí
como que no lo toman así de que sepa pues, como que no lo toman
en cuenta, así como que sus consejos que da no se toman en cuenta.
Como que dicen: —tú por qué dices eso si no has pasado por esto
[la albañilería], y no has hecho esto (Javier, conversación personal,
marzo 2023).
Más allá del estudio de género de los hombres, la albañilería tam-
bién nos brinda las claves para comprender la reproducción y adaptación
sociocultural de las comunidades ñöhño de Higueras en la sociedad actual.
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Azoños Rodríguez, G. | Pp. 261-290
Conclusiones
El presente artículo busca contribuir al campo de los estudios de las mas-
culinidades en grupos indígenas. Parte de la premisa sobre los principales
mandatos y requerimientos de la masculinidad dominante en un contexto
determinado, ya que éstos se comprenden a partir de la identificación y el
análisis de las emociones que su cumplimiento suscita entre los varones.
El estudio de las emociones se perfila como un camino para observar
cómo los mandatos son interpelados, resistidos o transformados por los
hombres, en procesos que muestran contenidos emocionales y los signi-
ficados culturales alrededor de la masculinidad.
Si el principal mandato de la masculinidad es el trabajo, el estudio
de las actividades laborales de los hombres y sus emociones es uno de los
caminos idóneos dentro de esta estrategia metodológica. Así lo muestran
los resultados de esta investigación, ya que el análisis de las emociones al
interior del espacio laboral cotidiano posibilitó identificar y comprender
el núcleo material y simbólico central del mandato del trabajo para los
varones ñöhño: el desempeño.
El desempeño es el eje de las emociones en la actividad laboral
y es uno de los elementos que permiten la construcción y significación
de las masculinidades de los varones de la microrregión de Higueras. El
desempeño en el trabajo es también el marcador con el que la comunidad
califica a los hombres.
El hallazgo del desempeño como núcleo del trabajo abre la posibi-
lidad de continuar la investigación de la masculinidad mediante el estudio
de éste y las emociones que muestran los varones en el cumplimiento
de otros mandatos hegemónicos, como la proveeduría, el matrimonio, la
paternidad o, en el caso de la microrregión de Higueras, la participación
en las fiestas cívico-religiosas. Éste puede ser el camino para alcanzar un
análisis integral de las emociones en los procesos de construcción de la
masculinidad, ya que el mandato del trabajo-proveeduría sólo se puede
comprender en toda su complejidad cuando se articula con otros reque-
rimientos, como la unión y la descendencia. Es decir, la actividad laboral
que ejercen los varones toma un sentido particular cuando se reconoce que
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Revista de investigación y divulgación sobre los estudios de género
Volumen 2 / Número 3 / marzo-agosto de 2024
forma parte o se encuentra en íntima relación con la familia, en especial
con los hijos e hijas (Ramírez, 2021a).
El análisis de las emociones en los varones permite estudiar el nivel
de integración cultural que tienen los sujetos con respecto a la sociedad de
la que forman parte. También es posible saber el grado de conformidad con
las normas, los mandatos y los requerimientos de su género, incluyendo las
formas de control, de regulación y de expresión emocional. En este ejerci-
cio se observa cómo las emociones en el oficio de la albañilería, actividad
central de los varones en la microrregión de Higueras, son indicadores de
la interiorización de los ideales socioculturales y el esfuerzo de los hombres
por cumplirlos, siempre bajo la mirada de su desempeño.
La intersección de los estudios de género de los hombres y el
análisis de las emociones desde el enfoque del construccionismo social,
poniendo atención a la noción del desempeño, se revela como un fértil
campo de estudio que contribuye a comprender el proceso de construc-
ción y significación de la masculinidad, pues permite identificar aquellos
objetos, prácticas, actores y situaciones que evidencian núcleos de la
masculinidad a partir de la expresión o el control de las emociones, en
contextos donde su demostración les ha sido negada.
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Gerardo Azoños Rodríguez
Mexicano. Maestro en Estudios Antropológicos en Sociedades Contem-
poráneas, por la Universidad Autónoma de Querétaro. Catedrático en
la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Autónoma de
Querétaro. Líneas de investigación o trabajo profesional: género, mascu-
linidades,venes indígenas, estudios culturales con la población ñähño o
ñöhño (Otomíes) del municipio de Tolimán, Querétaro.
Correo electrónico: gerardo.azonos@gmail.com