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Investigación
Resumen
La migración cubana a través de terceros
países y México como última frontera
para llegar a Estados Unidos se inten-
sificó desde 2015 a la fecha. La política
migratoria estadounidense hasta 2022
favoreció el cruce de personas cubanas por
las bardas fronterizas, motivando las largas
trayectorias migratorias de mujeres que no
querían lanzarse al mar. Desde un enfoque
feminista y con un abordaje cualitativo
se realizaron entrevistas a profundidad
para analizar los relatos de vida de las
GénEroos
Volumen 2/número 3/marzo-agosto de 2024/ pp. 179-208
ISSN
-L 2992-7862
DOI: RevGenEr.2024.03.06
CC BY-NC-SA 4.0
Experiencias emocionales de la migración:
Itinerarios de mujeres cubanas en tránsito
por México
Emotional experiences of migration: Itineraries of Cuban
women in transit through Mexico
Yalily Ramos Delgado
ORCID: 0000-0002-5286-4949
Susana Gutiérrez-Portillo
ORCID: 0000-0002-4489-112X
Universidad Autónoma de Baja California, Baja California, México
Recepción: 01/05/23
Aprobación: 30/11/23
Abstract
Cuban migration through third countries
and Mexico as the last border to reach the
United States intensified since 2015. The
US immigration policy until 2022 favored
the crossing of Cubans through border
fences, motivating the long migratory
trajectories of Cuban women who did
not want to jump into the sea. From a
feminist approach and with a qualitative
approach, in-depth interviews were carried
out to analyze the life stories of the women
about their migratory transits from their
180
Revista de investigación y divulgación sobre los estudios de género
Volumen 2 / Número 3 / marzo-agosto de 2024
Introducción
L
as formas y efectos de migrar cambian constantemente en la diná-
mica sur-norte de América Latina. La migración cubana a EE. UU.,
a través de terceros países y México como última frontera, se intensificó
desde 2015 hasta la fecha (Moreno, 2018). Este acontecimiento conocido
en la literatura reciente como el cuarto éxodo cubano impone dos hechos
problemáticos: el primero, la migración terrestre y, el segundo, el aumento
de la migración femenina (Moreno, 2018). Hasta el año 2022, la política
migratoria estadounidense favoreció el cruce de población cubana por
mujeres sobre sus tránsitos migratorios
desde su salida de Cuba hasta su llegada
a México. A partir de la construcción de
tres itinerarios migratorios analizamos la
dimensión emocional de sus experiencias
migratorias. Los principales resultados
abordan la incertidumbre como eje arti-
culador del conjunto de emociones que
se corporeizan en la experiencia de dichas
mujeres durante su tránsito migratorio. La
estancia involuntaria constituye todo un
reto emocional y corporal para las mujeres;
la inmovilidad de sus expectativas y de sus
metas se tensa en sus cuerpos, las afecta y
las constriñe a ideaciones de tristeza e in-
certidumbre. Además, utilizan sus capitales
para enfrentar tales circunstancias, muchas
son estrategias para generar la esperanza y
sentirse mejor; la búsqueda constante de
alternativas; la búsqueda de apoyo también
en historias de éxito y la determinación de
no regresar las impulsa emocional y cor-
poralmente a continuar luchando contra
la incertidumbre.
Palabras clave
Experiencias, emociones, mujeres, itinera-
rios migratorios, relatos de vida.
departure from Cuba to their arrival in
Mexico. Based on the construction of three
migratory itineraries of Cuban women,
we analyze the emotional dimension of
their migratory experiences. The main
results address uncertainty as the arti-
culating axis of the set of emotions that
are embodied in the experience of Cuban
women during the migratory transit. The
involuntary stay constitutes an emotional
and bodily challenge for the women; the
immobility of their expectations and
their goals manifests within their bodies,
constraining them to thoughts of sadness
and uncertainty. In turn, they use their
capital to face such circumstances; many
are the strategies they use to generate
hope and feel better: the constant search
for alternatives; gathering inspiration from
success stories, and the determination not
to return drives them emotionally and
physically to continue fighting against
uncertainty.
Keywords
Experiences, emotions, women, migratory
itineraries, life stories.
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Experiencias emocionales de la migración: Itinerarios de mujeres cubanas en tránsito por México
Yalily Ramos Delgado, Y.; Gutiérrez-Portillo, S. | Pp. 179-208
las bardas fronterizas, lo que motivó, en gran medida, largas trayectorias
de estas mujeres que no querían lanzarse al mar.
La historia migratoria cubana reciente, que se une a la intensi-
ficación de otros flujos migratorios continentales, se ha trabajado en la
academia a partir de las rutas migratorias; de esclarecer los puntos de en-
trada; los corredores migratorios que se reconstruyen y construyen nuevos,
entre otros. Pero poco se ha abordado sobre la experiencia de migrar de las
mujeres a lo largo de varios países para intentar llegar a Estados Unidos.
Este artículo busca analizar cómo la experiencia migratoria de las mujeres
está marcada por una dimensión emocional poco abordada en los estudios.
De esta forma, los itinerarios migratorios revelan la articulación entre las
emociones, las corporalidades de las mujeres y sus distintas estrategias/
agencias para vivir el proceso de migración en la búsqueda de llegar a su
meta de destino.
1
Nos interesa entonces preguntarnos ¿cómo se articula
la experiencia emocional de las mujeres cubanas migrantes en la narrativa
de sus itinerarios?, ¿qué emociones se viven en el tránsito de cada una?,
y ¿de qué manera inciden éstas en la producción de estrategias/agencias
particulares que las mujeres despliegan para vencer los obstáculos de sus
itinerarios migratorios? En estos trayectos particulares partimos de la
premisa de que los mapas orales que las mujeres comparten con otras
personas migrantes para salir de Cuba constituyen un punto de partida
en la experiencia migratoria.
La dimensión emocional de la experiencia migratoria de las mujeres: mapas
orales e itinerarios migratorios
Las y los investigadores que asumen una mirada feminista o una pers-
pectiva de género en el estudio de las migraciones se han interesado,
principalmente, en articular y reconocer la agencia y la capacidad de
tomar decisiones de las mujeres migrantes, ya sea a través de las es-
trategias que construyen las redes a las que tienen acceso y sus propias
expectativas (Villaseñor y Moreno, 2006; Parella, 2017; Ramírez, 2017;
Ramos, 2018). Otra veta de estudio ha señalado la falta de perspectiva
1 Este artículo deriva de una investigación doctoral más amplia sobre la experiencia de las mu-
jeres cubanas migrantes en su tránsito por México.
182
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de género de las instancias gubernamentales que atienden los procesos
migratorios (Casaña, 2003; Parella, 2017; Ramos, 2018). Estudios más
recientes tratan de rescatar las experiencias de las mujeres migrantes a
través de sus narrativas, en parte, marcadas por los contextos sociocultu-
rales y políticos que interpelan sus vivencias de tránsito (Ramírez, 2017).
Además, estudian cómo la movilidad y agencia de las mujeres reta el
poder de las estructuras sexo-genéricas, descifradas por los imperativos
económicos de la globalización (Parella, 2017, p. 17).
Nos interesa posicionarnos desde la epistemología feminista para
contribuir a la deconstrucción de las ideas sexistas y androcéntricas sobre
el sujeto de la migración, y enunciar a las mujeres como protagonistas
de sus propias historias, evidenciando las condiciones estructurales de
racismo, clasismo, sexismo, entre otras, que inciden en la experiencia de
las mujeres (Castañeda, 2019); reconociéndonos como sujetas implicadas
en el proceso de la investigación (Haraway, 1995). Desde esta enunciación,
sostenemos que el género, como un ordenador social (Blazquez, Flores y
Ríos, 2012), influye en la investigación, y que como investigadoras esta-
mos implicadas en dicho proceso. De ahí la importancia de asumir que,
al igual que las mujeres de esta investigación, tenemos cada una nuestro
propio itinerario migratorio, y que éste nos identifica con las mujeres del
estudio, pero al mismo tiempo nos distingue por diferentes situaciones
contextuales que enmarcan distintos niveles de vulnerabilidad y privilegio.
Desde una postura postestructuralista y fenomenológica reto-
mamos la categoría de experiencia que Joan Scott (2001) propone como
un evento lingüístico, cuyo significado es contextual: que se construye
de manera individual y colectiva, y que es disputado y contingente; así
mismo, la experiencia implica examinar la relación entre el discurso,
cognición y realidad, y constituye siempre una interpretación. Pero al
mismo tiempo, recuperamos la crítica fenomenológica que afirma que la
experiencia no es reductible a las construcciones discursivas (Alcoff, 2000;
Kruks, 2014), sino que también se conforma por conocimientos que no
son verbalizables o no tienen una articulación lingüística. La experiencia,
desde la perspectiva fenomenológica, es siempre encarnada, contextual y
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en ella está implicada tanto la percepción y la agencia individual, como
las fuerzas estructurales que delimitan tensiones de poder particulares.
Para visibilizar las experiencias de las mujeres cubanas migrantes
a través de sus narrativas seguimos un enfoque interseccional (Crenshaw,
1991), entendiendo que diferentes estructuras juegan un papel impor-
tante en la experiencia de las mujeres; en éstas, las dimensiones de clase,
raza o género no son independientes; por el contrario, están ligadas a las
identidades de las mujeres y organizan las diferencias y las relaciones de
poder observables y vividas. Desde un esquema interseccional, las mujeres
latinas y de color experimentan mayor vulnerabilidad por la racialización
que experimentan, la condición de clase, su estatus migratorio y de género.
Esta perspectiva nos permite dar cuenta de las categorías que hacen el
análisis más profundo y complejo.
Las experiencias de tránsito migratorio de mujeres cubanas en este
estudio se construyen a partir de los mapas orales que ellas comparten
con otras personas migrantes. Los mapas orales son una noción teórica
que Martínez (2014) define como los intentos [de las y los migrantes],
por esbozar una cartografía que, a través de la narrativa del viaje, con-
duzca a la “comprensión de un modo de apropiación del territorio” (p.
78). Por su parte, Parrini y Flores (2018, p. 75) los definen como: “Una
representación del viaje elaborado a partir de los saberes colectivos y las
experiencias individuales. El mapa no existe como objeto concluido, sino
que se produce durante el viaje”; es decir, que estos mapas constituyen
una de las principales estrategias de viaje de las mujeres: “Son narraciones
que distinguen hitos en el paisaje” (Martínez, 2014, p. 78), pero no son
estáticos; se complejizan y reconfiguran a partir de la experiencia que
cada una vive en su propio viaje, produciendo así, un nuevo mapa oral
con un itinerario particular.
Las narrativas del viaje permiten a los y las migrantes comprender
su propia experiencia, en su multiplicidad y heterogeneidad” (Parrini y
Flores, 2018, p. 73). Las narraciones que constituyen los mapas orales
vislumbran los eventos significativos del viaje, las características y par-
ticularidades físicas y estructurales del espacio; enmarcan también los
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peligros, espacios de ayuda, lugares de trabajo [empero] son
mapas inexactos porque las condiciones son cambiantes y los flujos
migratorios producen saberes casi inmediatos sobre esas transforma-
ciones [;] no solo son imágenes de un desplazamiento, también son una
organización personal de los deseos y los afectos, de los riesgos que se
pueden tomar y los tiempos de espera (Parrini y Flores, 2018, p. 73).
Parrini y Flores (2018) afirman que el mapa son los otros”; y
es en la interrelación con un o una migrante que emergen las pistas del
viaje. Estas interacciones se dan a partir de las cadenas y redes migrato-
rias (Pedone, 2002)
2
y van construyendo al mismo tiempo el itinerario
migratorio de las mujeres. Entendemos pues, con estos autores, que los
itinerarios migratorios se conforman tanto por los mapas orales, como
por las experiencias vividas, lo cual genera itinerarios particulares que
reconfiguran nuevos mapas orales. Estos mapas son generales, construidos
por otras personas migrantes, mientras que los itinerarios migratorios son
particulares de las mujeres que los viven. Los itinerarios migratorios son
también corporales, emocionales y afectivos:abiertos, porosos, contra-
dictorios e inacabados”; y pueden entenderse también como reflejo de
procesos colectivos, sociales y políticos que forman parte de las estructuras
que construyen a los sujetos sociales y los generizan (Esteban, 2004, p. 17).
Los itinerarios migratorios tienen una dimensión afectiva y corpo-
ral, donde las emociones son producto de la interacción social con otras y
otros actores en un contexto específico; la migración, como señala Ahmed
(1999, p. 342): “No se siente únicamente en el nivel del cuerpo vivido. La
migración también es una cuestión de actos generacionales de narración
de historias sobre historias previas de movimiento y reubicación”.
Aunque se trata de un campo emergente, el estudio de las emo-
ciones con relación a la migración ha ido en aumento en los últimos años.
Algunos autores señalan que estas investigaciones
2 Asumimos que las estrategias migratorias de las mujeres migrantes, en sentido general, se ar-
ticulan a partir de cadenas migratorias que involucra al grupo doméstico, pero que trascienden
la “unidad residencial” (Pedone, 2002, p. 224); redes migratorias que involucra dinámicas es-
tructurales aún mayores donde son importantes las relaciones políticas y socioculturales entre
las sociedades de emisión-tránsito-recepción; y redes de conanza que se construyen duran-
te el tránsito migratorio y que generan nuevas estrategias y experiencias sobre la migración.
185
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no pueden prescindir de reflexionar sobre el movimiento
y la (in)estabilidad (del sentirse como en casa”) desde un punto de
vista afectivo, ya que el desplazamiento tiene que ver inevitablemente
con [l]os actos de reposicionamiento físico, social y/o simbólico
[que] transforman nuestra relación con el mundo y la forma en que
lo percibimos y entendemos (Gherlone, 2022, p. 362).
Según Gherlone (2022) algunos aspectos que aborda la inves-
tigación sobre la experiencia migratoria y emociones son: el sentido de
hogar y la sensación de no pertenencia; la dimensión emocional desde la
experiencia migrante, pero también de la sociedad de acogida; el estudio
del discurso sobre el extranjero y su relación con categorías como la iden-
tidad; los vínculos transnacionales que pueden ser familiares, laborales,
entre otros; así como estudios con perspectiva de género y que abordan
la feminización de la migración (Gherlone, 2022).
En el caso de las experiencias migratorias, Ariza (2016) señala
que las emociones son producto de la interacción social con otros actores
y del contexto donde ésta se desarrolla; se dan en virtud del posiciona-
miento estructural diferencial en las jerarquías de poder y estatus que la
condición de inmigrante supone (Barbalet, 2001; Kemper 1978; 1990).
Las emociones generan una interpretación de esa interacción social y
una disposición a actuar, debido a que en cualquier interrelación social
las personas comparan su posición y la de los otros actores sociales; en
el contexto sociocultural en que se da la interacción (Ariza, 2016). Las
personas se posicionan y accionan a partir de interpretar el contexto, por
ello, la emocionalidad se encuentra en la relación del sujeto con su cuerpo
vivido en un contexto social dado (Denzin, 1985, en Ariza, 2016).
Las emociones son: “Una de las maneras en que la gente, las
clases y la raza se experimentan a sí mismas y a la época que pertenecen
(Ariza, 2016, p. 69); para su emergencia, el contexto situacional tiene
un papel fundamental, así como las expectativas que las personas tienen
frente a los actores que se encuentran en el intercambio social y que se
posicionan en una ubicación social determinada; ahí, destacan también
las sanciones sobre el self que pueden resultar del intercambio relacional,
ya sea de manera real o anticipada (p. 69).
186
Revista de investigación y divulgación sobre los estudios de género
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En este marco nos interesa centramos en emociones particulares
como el miedo, la angustia, la esperanza y la desesperanza, todas estas
bajo el paraguas de la incertidumbre. Estas emociones no son estados
puros; por el contrario, se dan de forma continua y se entremezclan en las
experiencias. Entendemos la incertidumbre como un estado emocional
de desconocimiento en el que las personas migrantes, en este caso, las
mujeres cubanas, se perciben incapaces de predecir/planear/tomar deci-
siones sobre qué es lo que avizora el futuro. En este estado se presentan
experiencias emocionales diversas; el miedo, la angustia y la esperanza se
articulan en el lenguaje que emerge de los itinerarios y evidencia puntos
de encuentro y desencuentro entre las experiencias de las mujeres.
Para comprender las emociones en la experiencia migratoria de las
mujeres cubanas seguiremos las premisas propuestas por Ariza (2016, p. 70):
1) indagar las especificidades que introduce la condición de
inmigrante en la autopercepción y en el contexto de interacción; 2)
precisar las expectativas socioculturalmente mediadas que enmarcan el
intercambio relacional (entre inmigrantes y locales)[;] 3) contemplar
los distintos grupos de referencia (origen/destino/el propio self) que
intervienen en la atribución cognitiva que realizan los inmigrantes vis
a vis otros actores sociales y; 4) valorar el papel de las emociones en el
reposicionamiento del actor en su entorno social.
En el contexto situacional al que nos referimos, la posición su-
bordinada se da respecto de los locales en diversas prerrogativas sociales,
como la necesidad de “refrendar periódicamente el derecho de inclusión
[como los permisos de residencia]” (Ariza, 2017, p. 70), o de movilidad
humana durante su tránsito.
3
Asimismo, los recursos con los que cuentan
las y los migrantes, sus capitales, el nivel de apertura hacia la migración
en los contextos de tránsito, las políticas migratorias y la postura de sus
ejecutores, así como la narrativa construida acerca de las migraciones,
influyen en cómo se vive emocionalmente el proceso migratorio.
4
3 En este sentido, en la investigación a la que pertenece este escrito, damos cuenta de cómo
las políticas migratorias se encargan de jar los márgenes de esta posición subordinada de las
personas migrantes.
4 A estos últimos, Ariza (2017) los nombra factores socioinstitucionales y socioculturales de
la narrativa mediática.
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En el caso de las mujeres, el género apunta a una doble subor-
dinación que se presenta en la interacción social con los locales y las
instituciones o estructuras sociales en los distintos contextos en que las
migrantes se desenvuelven. Migrar a través de terceros países, como en
el caso de las mujeres aquí representadas, constituye también otro factor
de subordinación y vulneración de la experiencia migrante que arroja a
las mujeres en el limbo que separa a la legal de la indocumentada.
A través de los relatos de las mujeres cubanas migrantes articu-
laremos los itinerarios migratorios que ellas han construido mediante
mapas orales que emergen de saberes de otras y otros migrantes. Esto
nos permitirá comprender la dimensión emocional de sus experiencias
de desplazamiento, situadas en temporalidades y contextos específicos
sociales, culturales y políticos; así como las estrategias que ellas mismas
despliegan, entendiendo que éstos son también itinerarios inacabados,
diversos y cambiantes en el tiempo.
Estrategia metodológica y material empírico
Para construir los itinerarios migratorios recurrimos a los relatos de vida
de las mujeres cubanas migrantes, obtenidos a través de entrevistas en
profundidad y de la revisión de otras fuentes.
5
El contacto con las mujeres
fue posible a través de la técnica de bola de nieve y de la inmersión en el
trabajo de campo, de esta forma se creó una red de colaboradoras migran-
tes cubanas, algunas a través de las redes sociales como el Facebook y
el WhatsApp y otras de forma física. En un primer momento inda-
gamos con conocidos personales sobre posibles contactos de migrantes
que se encontraran en situación de tránsito por México; esas búsquedas
se extendieron a otros espacios y al propio contexto del trabajo de campo
en la zona sur fronteriza.
5 Para construir los relatos de vida utilizamos varias técnicas metodológicas, haciendo uso de la
denición aportada por Kornblit (2007) sobre la multiplicidad de instrumentos para abarcar
las áreas del fenómeno investigado: las entrevistas, las notas de trabajo de campo —con foto-
grafías—, datos estadísticos sobre migración en la región, las noticias y artículos circulantes
en las redes sociales y los medios ociales de comunicación de México y la región centroame-
ricana, así como la observación, fueron las técnicas empleadas para recopilar la información.
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Como eje principal propusimos las experiencias emocionales de
las mujeres migrantes y su articulación con los mapas orales para generar
itinerarios migratorios particulares. Las entrevistas se realizaron en distin-
tas sesiones con cada una de las mujeres, con duración de entre una y dos
horas. Al final del proceso contábamos con más de diez horas de grabación
para los relatos de vida. Una vez transcritas las entrevistas, nos acercamos
a los acontecimientos en la vida de las mujeres. En específico, durante su
experiencia migratoria, nos enfocamos en develar los momentos críticos
(Sautu, 1999) y los hitos de sus vidas a partir de sus interrelaciones en el
contexto, y como parte de distintos grupos e instituciones sociales.
Los relatos de vida consisten en la preparación y recolección de
los datos a través de la entrevista, el ordenamiento y sistematización
de éstos y el análisis de la información (Plummer, 1983; Bertaux, 1997;
Atkinson, 1998; Mallimaci y Giménez, 2006). La entrevista fue abierta y
constó de una guía donde abordamos los tópicos principales o consignas de
la investigación (Bertaux, 2011). Para interpretar los relatos de vida reto-
mamos diversas perspectivas sugeridas por Mallimaci y Giménez (2006), y
así explorar los significados, identificar los núcleos temáticos (Sautu, 1999)
y las epifanías (Denzin, 1989), elaborar una descripción densa (Geertz,
2006) y realizar un análisis general considerando la trama, los actantes, los
recursos narrativos y las cláusulas que entrelazan lo temático y lo estructural
con lo interactivo (Meccia, 2019). Para ordenar y examinar las entrevistas
utilizamos el software de análisis cualitativo Atlas ti.
Para organizar los tópicos principales de la entrevista orientamos
la narrativa en los siguientes momentos: 1) la decisión de migrar y el
proceso para salir de Cuba; 2) el tránsito hasta llegar a México; 3) la
estancia en distintas ciudades mexicanas y 4) las expectativas a futuro de
las propias mujeres para lograr la meta de llegar a Estados Unidos. La
línea transversal que abarca estos cuatro tópicos son las emociones vividas
en cada uno de esos momentos.
Nombramos a estas construcciones como itinerarios de la incer-
tidumbre. Como eje estructural empleamos las cuestiones conceptuales
trabajadas en los apartados anteriores sobre las dimensiones de los mapas
orales y las experiencias emocionales. Nos referimos en el texto desde
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Experiencias emocionales de la migración: Itinerarios de mujeres cubanas en tránsito por México
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la primera persona del plural para situarnos en el proceso de construir
los itinerarios; de igual forma, retomamos literalmente los relatos de las
mujeres para fijar ideas y evocar sus propios relatos.
En esta investigación colaboraron tres mujeres cubanas migrantes:
Nubia, Erika y Alba; las hemos nombrado con estos seudónimos para
respetar el acuerdo de anonimato y confidencialidad de sus identidades.
Seleccionamos las narrativas considerando que eran representativas de la
dimensión emocional de la experiencia, al tiempo que presentaban puntos
en común idóneos para el estudio. El trabajo de introspección en cada una
de estas narrativas requirió de entrevistas reiteradas a estas mujeres, cuyos
perfiles son variados, dos de ellas se conocen entre sí, aunque sus itinerarios y
experiencias son muy disímiles. De ahí la riqueza de cada uno de sus relatos.
Las mujeres son de edades, provincias y formaciones distintas; cada
una de ellas emprendió proyectos migratorios particulares y se encuentran
en ciudades de la frontera norte de México. Las estrategias que despliegan
en su trayecto se transforman constantemente en el tiempo: desde que
pensaron en salir de Cuba con un objetivo muy claro, en el tránsito que
produce nuevas configuraciones y en el marco de un contexto político
migratorio inestable. La pandemia que atravesó el mundo durante 2020-
2022 impuso nuevas complejidades a su experiencia, provocando que se
detuvieran las opciones y posibilidades de estas mujeres cubanas migran-
tes, y aunque algunas han modificado sus estrategias para permanecer en
México de forma legal, las tres aún siguen en tránsito.
Los relatos de las mujeres entrevistadas siguen sus propias es-
tructuras narrativas. Entre ellas los actantes son diversos y convergentes
a la vez; existen figuras que se repiten y que marcan hitos durante sus
trayectorias migratorias. Es muy interesante, por ejemplo, que dos de
ellas realizan una parte de su viaje juntas, pero sus relatos se narran desde
distintas percepciones de los hechos vividos. Es por ello que las tramas
son diferentes, con puntos de convergencia, pero reflexiones disímiles.
Ellas describen los tiempos y los espacios según como los apreciaron
desde sus experiencias. A partir de las estructuras de sus relatos analizamos
de fondo las categorías que delinean los objetivos investigativos, sin asumir
sus voces como nuestra, sino intercalando estas interpretaciones.
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Resultados
Los itinerarios de la incertidumbre
El tránsito a través de terceros países con la intención de llegar a México
la última frontera por cruzar ha sido relativamente fácil. Se partió
de Cuba y se viajó por países con libre visado, como Ecuador, Guyana,
Nicaragua o países con visas fáciles de obtener, como Panamá. Esta pri-
mera parte de la trayectoria se hace en cuestión de días,
6
pero la entrada
a México por su frontera sur ha constituido un reto en las estrategias
migratorias de las personas. A partir de 2019 se inicia con una política de
efecto tapón en dicha frontera, pero las cubanas logran sortearla al solicitar
una visa humanitaria ante la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados
(COMAR); esto les permite avanzar hacia ciudades de la frontera del
norte mexicano y el sur de Estados Unidos. Por su parte, el gobierno
norteamericano implementa en estas mismas fechas el Migrant Program
Protection (MPP), que impedía que las personas migrantes esperen su
proceso de asilo dentro del territorio norteamericano.
La situación se trastoca en 2020 cuando inicia la pandemia por
covid-19 y se cierran las actividades gubernamentales prescindibles,
tanto en México como en Estados Unidos, entre ellas las actividades
que competen a migración. Para las mujeres migrantes caribeñas, centro
y suramericanas, los desplazamientos en la búsqueda de la entrada a
Estados Unidos a través del territorio mexicano, es cada vez de mayor
riesgo e incertidumbre. Los itinerarios que mostramos a continuación se
construyen de forma relacional, tejidos alrededor de la noción de incer-
tidumbre y de las emociones que se encuentran debajo de este paraguas.
Nubia, Erika y Alba: Un itinerario entrecruzado sobre la incertidumbre
La vía de salida de Cuba para estas tres mujeres fue similar: se trasladaron
en avión hacia un país de Centroamérica para luego hacer contacto con
personas que las esperaban ahí para iniciar el itinerario migratorio. En
el caso de Erika, su pareja había contratado a una red de traficantes de
6 Sin perder de vista que según el país por donde se llegue al continente se desprende una ruta
migratoria particular.
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personas (también conocidos como coyotes), quienes la trasladaron desde
Nicaragua hasta la frontera sur de México.
Nubia y Alba recurren también a sus redes de confianza para
realizar el viaje, se acompañaron de amigas en el tránsito y también les
ayudaron a construir sus mapas orales. Las tres contaban con los recursos
económicos para su traslado. Erika formaba parte de una cadena migra-
toria que la asesoraba y una red que se encargaría de llevarla hasta un
destino. Estas mujeres relatan que meses antes de su salida de Cuba ya
estaban recopilando información, escuchando otras historias de migrantes
anteriores, corroborando los datos que les proporcionaban conocidos, y
otras muchas historias que llegaban a sus manos para, de esta forma, ir
planeando sus propias rutas.
Los tiempos, las decisiones, las formas del plan inicial de estas
mujeres se encuentran acotados a sus historias de vida anteriores, así
como al propio proceso de migración. En este itinerario las une las rutas
que siguieron, la estancia involuntaria que vivieron en las fronteras sur y
norte mexicanas y las emociones que experimentaron durante sus trayec-
torias. En las entrevistas, cada una de ellas se refirió al miedo; expresaron
que no sabían a qué se iban a enfrentar durante el camino, aunque sus
decisiones se basaban en la idea de que: si muchos y muchas lo habían
logrado, ¿por qué ellas no?
Desde que tomaron la decisión de migrar, incluso antes de salir
de Cuba, comenzaron sus experiencias emocionales al respecto: hablan
de la angustia de las noches de desvelo mientras planeaban el viaje, con-
templando todas las alternativas posibles; el nervio que sentían en todo el
cuerpo cuando escuchaban las historias buenas y malas de la voz de otras
y otros conocidos. En el momento justo de la salida las emociones fueron
ambiguas; expresan que sintieron miedo de que no las dejaran viajar.
El miedo en Cuba es también un síntoma de origen ideológico.
Por más de seis décadas se ha reproducido la idea política de que quien
quiere irse del país es un paria contrarrevolucionario, un gusano. Existe un
gran estigma y criminalización de las personas migrantes por parte del
Estado cubano, lo que ha generado este tipo de emociones como política
cultural en el imaginario colectivo.
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Revista de investigación y divulgación sobre los estudios de género
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Derivado de lo anterior, las mujeres hablan del temor a la hora de
salir de Cuba y enfrentar los controles migratorios que, en el aeropuerto,
representan a la autoridad. Nubia dice: “yo estaba colorada, súper nerviosa,
sólo me decía para adentro: después que pases la cabina esa [refiriéndose al
control migratorio cubano en el aeropuerto de La Habana, que es la antesala
del área de espera para abordar], está todo resuelto”. El miedo duró hasta
que llegó al aeropuerto de Panamá y fue admitida por el control migratorio
de ese país. Durante todo el tiempo de espera no pudo comer nada porque
su cuerpo no se lo permitía y sentía muchas ganas de vomitar; fue hasta
que salió del aeropuerto en ciudad Panamá que sintió un alivio muy fuerte
y a su vez un hambre tremenda. Sobre esta parte, Nubia platica que sintió
gran libertad a pesar de “lo mal que andaba del cuerpo”.
La ambigüedad de las emociones es difícil de explicar por las
entrevistadas, pueden ir del miedo a la alegría, como comenta Alba:
Es una sensación muy rara, porque, primero crees que la gente
sabe a lo que vas; luego tienes miedo por ti misma. Yo, por mucho que
me mentalicé, no me calmaba; pero luego la alegría es tremenda, dices,
bueno ya salí y allá vamos.
Estas mujeres coinciden en un breve sentimiento de calma. Cuan-
do llegan al primer país de tránsito se hace presente el pensamiento de
que ya han realizado la peor parte del trayecto. En el caso de Erika, relata
cómo sus emociones se entretejen con su rol de madre y la incertidumbre
sobre el destino de sus hijos que la acompañan, ella dice: Yo tenía mucho
miedo durante toda esta primera parte, pero el miedo no era por mí, sino
por los niños, qué podía pasarles a ellos”. Luego de llegar a Nicaragua
narra que sintió el primer alivio y que estaba segura de que desde ahí
todo sería más fácil.
Nubia y Alba no realizaron todo el recorrido con una red de co-
yotes, ellas fueron pagando por tramos y en otros momentos se sumaron
a otros grupos de migrantes para realizar algunos trayectos. Narran que
los viajes eran rápidos y a través de rutas alternas, no se metían a las po-
blaciones grandes. Para ellas, el viaje fue extenuante y sintieron miedo
de ser secuestradas, asaltadas, violadas, de perderse e incluso de morir
durante el trayecto; también manifestaron desconfianza respecto a otros
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grupos de migrantes con los que se cruzaban en el camino, aunque expli-
can que pudieron ver cómo los cubanos y cubanas se ayudaban entre sí.
Nubia explica que esta condición de paisanos permitía que se compartieran
información, también intercambiaban ropa o alimentos con las personas
que venían en mal estado, esto propició la construcción de nuevas redes,
como narra Nubia: “Me tocó conocer a mucha gente con la que todavía
mantengo contacto y que nos ayudamos pasando contactos y diciéndonos
cómo está la situación en cada lugar”.
Erika afirma que no sintió miedo durante el tránsito que realizó
con los coyotes, por el contrario, se sentía segura gracias a esas personas.
En el grupo con el que viajaba al lado de sus hijos había entre 30 y 35
personas, todas de origen cubano, y enfatiza que el trato hacia ellos siempre
fue muy bueno; siempre fueron muy respetuosos y nunca violentos. En
su experiencia, el tránsito le permitió desmitificar
esas historias donde los coyotes matan a la gente, violan a las
mujeres y que son gente muy mala’ [...] para mí eran muy profesionales,
nunca nos sentimos amenazadas ni nada por el estilo [...], yo traía ese
miedo, pero no, por el contrario, me sentí segura de ir con ellos.
Sin embargo, Erika sí experimentó angustia respecto al viaje, temía
que los detuviera la policía o los de migración y que como consecuencia
fueran deportados. Observamos que su experiencia particular rompe con
muchos entendidos generales acerca de las violencias ejercidas por los
coyotes; sin embargo, es importante establecer las diferencias entre las
redes migratorias que se encargan de traficar personas de una frontera a
otra y el crimen organizado que ha intervenido en los tránsitos migrato-
rios donde tienen lugar secuestros, violaciones, extorsiones y asesinatos.
7
Las realidades y las estadísticas hablan por sí mismas, pero es necesario
matizar cada uno de los casos teniendo en cuenta los contextos específicos.
Distinguir entre una y las/los otros: Discriminación, privilegio y lástima
Las entrevistadas resaltan que la comunidad de migrantes cubanos era
diferenciada de otros grupos migrantes por los coyotes, los controles mi-
7 Existe variedad de información y notas periodísticas al respecto en sitios web ociales de
México como El Orbe y en redes sociales como Facebook donde se comentan hechos de este
tipo.
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gratorios de cada país, la policía e, incluso, los locales. Las mujeres explican
cómo las redes de confianza entre los propios migrantes cubanos (mujeres
y hombres) se dan en un contexto de apoyo entre personas conocidas y
desconocidas, también a través de terceros, es decir, por familiares que
están apoyando sus procesos migratorios desde la distancia y que las
conectan con otras personas migrantes para brindarse ayudas mutuas.
Estas mujeres narran cómo a migrantes de Cuba se les trata
de forma distinta respecto a otros orígenes, debido a que cuentan con
mayores recursos económicos; existe una diferenciación muy clara en el
trato hacia gente haitiana y de África, con quienes se cruzaron en varias
partes de las rutas; estas personas, en la percepción de las entrevistadas,
recibían un trato discriminatorio; por ejemplo, les dejaban en espera en
los cruces fronterizos mientras se les daba prioridad a ellas: cubanas y
cubanos. Al respecto Nubia dice:
Los pobres negritos [sic] siempre eran tratados mal, en todas
partes que los vi, incluso en un lugar que llegamos que era un patio
donde te dejaban dormir, a nosotras nos dieron colchonetas debajo
de unas carpas que tenían piso y techo, y a ellos los ponían a dormir
en el suelo. Y todo eso porque la gente sabe que el cubano va a pagar,
que una siempre trae los dólares para pagarle a los coyotes y a los que
te suben al taxi o al camión, también a los policías que piden dinero
bastante y por eso maltratan a los negros, porque no traen un quinto.
Los relatos de estas mujeres refieren poco a migrantes centroame-
ricanos o de otras nacionalidades, la mayor diferenciación que mencionan
es con las personas haitianas y africanas a las que ellas catalogan en una
misma categoría: negros migrantes. Esta expresión constituye una cate-
gorización discriminatoria por el color de piel de las personas, pero en
los relatos es la forma de distinguir entre tipos de migrantes; también se
vislumbra el sentimiento de lástima ante los agravios proferidos contra
otras personas migrantes por su condición racial.
El factor económico también sobresale en las narrativas; sin
embargo, desde el punto de vista interseccional, es claro que los recursos
económicos y el color de la piel son una diferenciación social que marca
la forma en que se catalogan los grupos de migrantes, entre ellos mismos
y los demás que intervienen en el tránsito durante los procesos migra-
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torios. Estas situaciones hacen pensar a las mujeres cubanas que ellas se
encuentran en una situación de privilegio frente a otros migrantes, debido
a que son leídas socioculturalmente como blancas. Nubia reflexiona:
Si algo yo he visto acá en todos estos países es que son muy
racistas. Con nosotras viajaba una pareja de cubanos, ella es rubia y el
novio un negro, flaco, alto; imagínate son un foco por el contraste que
hacen. No me acuerdo bien ahora dónde fue, pero ya estando aquí en
México intentamos salir de aquí y nos subimos al camión y en cuanto
llegamos al retén se suben los de migración y a nosotras nos pasaron
por al lado y ni nos miraron, pero enseguida fueron para arriba del
pobre negro, porque a leguas se nota que no es de aquí.
Esta discriminación que se ejerce sobre otros grupos de migrantes
es relativa y se relaciona con que ellas, como sujetas migrantes no son
racializadas por las autoridades migratorias de las sociedades de tránsito;
sin embargo, logran identificar una discriminación por raza hacia las per-
sonas migrantes en general, y que cuando esta dimensión de diferencia se
intersecta con el lugar de origen y con el recurso económico, entonces se
hacen más visibles los procesos de discriminación y maltrato hacia esos
grupos de migrantes.
8
La estancia involuntaria en México: la pausa y la perplejidad
Las experiencias emocionales durante este primer momento y el recorrido
por los países de Centroamérica hasta llegar a la frontera entre Guatemala
y México se encuentran entre el miedo a ser detenidas por oficiales de
migración o policías que las deporten de regreso a Cuba, la angustia del
propio viaje y el cansancio que implica estar alerta todo el tiempo y pasar
casi una semana viajando sin poder descansar ni comer de forma regular.
En el caso de Nubia se narra la entrada a México como un momento
crítico en la experiencia emocional debido a que poco después que cruzó
la frontera de La Mesilla las asaltaron unos hombres; les quitaron todas
sus pertenencias, incluidos sus documentos oficiales y el dinero que les
quedaba a ella, su amiga y otra pareja que viajaba con ellas.
8 Estas cuestiones también serán abordadas más adelante cuando hablamos de la estancia in-
voluntaria en las zonas de convivencia fronteriza.
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Alba, Nubia y Erika creían que, al llegar a México, en pocos días,
como ya había ocurrido con el tramo anterior, estarían en la frontera
norte para acceder a los Estados Unidos a través de la solicitud de asilo
político. No obstante, su plan de continuar el tránsito hacia la frontera se
vio frustrado por la implementación de una política migratoria restrictiva
y de contención en la frontera sur. De esta forma, quedaron atrapadas en
una estancia involuntaria; un proceso que impactó directamente en sus
experiencias emocionales y en sus estrategias migratorias, generando más
miedo y desesperanza. Ellas se refieren a este acontecimiento como un
momento crítico en sus itinerarios personales.
Durante la estancia involuntaria, Erika expresó tener miedo a ser
detenida por las autoridades migratorias y que junto con sus hijos fueran
llevados a la estación migratoria Siglo XXI en Tapachula, Chiapas. Las
referencias que, a través de mapas orales, tenía sobre este lugar eran de
maltrato y de abuso hacia los migrantes: Yo no quería someter a mis hijos
a semejante situación, por eso decidimos mantener perfil bajo durante
un tiempo”.
Alba narra que su historia desde que llegó a México fue terrible:
primero, fue detenida en la estación migratoria de Acayucan, Veracruz, por
casi un mes, donde el trato hacia ella y las demás mujeres detenidas era
inhumano. Carecían de las condiciones básicas de convivencia, no tenían
acceso a información sobre su caso y no podían entablar comunicación con
sus familiares. Alba comenta que la incertidumbre no le permitía comer
ni dormir; todo el tiempo estaba esperando a que llegaran y le dijeran que
iba a ser deportada hacia Cuba. También comparte que a nivel personal
se sentía vulnerada porque debía exponer su cuerpo ante las otras mujeres
a la hora de bañarse o realizar otras necesidades fisiológicas. Finalmente,
logró salir ilesa de la estación; tenía ya una solicitud de refugio como una
alternativa ante la inminente deportación.
Alba también menciona otro momento crítico, ya que poco
después de instalarse en un lugar de renta y lograr cierta tranquilidad
comenzó a tener problemas con su pareja hasta terminar con la ruptura
de la relación. Asimismo, personas desconocidas entraron en su cuarto
de renta y le robaron su cartera donde tenía sus documentos oficiales, su
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cédula profesional y el dinero que había ahorrado para pagar la renta y
sobrevivir hasta que llegara el día de marcharse. En este punto del relato
se quiebra su voz y dice:
Yo pensé que era el fin del mundo, no tengo palabras para
[expresar] lo mal que me sentí, no vi la salida. Aquél ya no iba a
mandar más dinero; y justo cuando me robaron, su prima ya se iba
de donde estaba conmigo porque también salí de pleito con ella. Me
sentí totalmente sola, muy sola.
Después de un momento de silencio, continuó su relato de cómo
salió de la situación. Empezó a buscar trabajo, a tratar de convivir más
con otros cubanos y cubanas que conocía en la zona donde rentaba y de
esta forma empezó a salir adelante.
Sobre su estancia en Comitán, Nubia contó que el pueblo no le
gustaba; que la gente es muy religiosa y mojigata y que a las cubanas como
ella las miran mal. El miedo es una emoción persistente; temía arriesgarse
a subir en el autobús o a algún carro y que la detuvieran en el retén y las
deportaran a ella y a su amiga:Te imaginas, después que hemos pasado
por tantas cosas, qué va, mejor estar aquí tranquilas, aguantando a ver
hasta cuándo”. La incertidumbre hace presencia también al hablar sobre
los trámites para solicitar la visa humanitaria: “Cada vez que hacemos un
papel, en migración nos dicen que falta otro, esto es lo de nunca acabar”.
Así, habla de sus sentimientos contradictorios y contrapuestos respecto a
la estancia involuntaria, de lo difícil de la espera; pero afirma que entiende
que es parte del proceso, aunque no les guste. Ella comenta que tiene
necesidad de trabajar no sólo para mantenerse y ahorrar dinero, sino que
necesita enviarle dinero a su mamá que está en Cuba, porque debido a su
situación de salud no puede mantenerse por sí misma. Sobre este tema
explica: “Esto es de lo que más me irrita de estar aquí, porque yo me fui
de Cuba para ayudar a mi mamá y aquí ni tan siquiera tengo forma de
mandarle veinte pesos”.
De la desesperanza a la fortaleza
Como se puede apreciar, las experiencias vividas de cada una de estas
mujeres son distintas, al igual que sus contextos; sin embargo, también
coinciden. Para ellas es importante aferrarse a la idea de seguir avanzando
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cuando se dé la oportunidad y mantener la esperanza en el trayecto, pero
de momento deciden mantenerse con un bajo perfil como estrategia para
sentirse seguras; es decir, tratan de mantener dinámicas en las que sólo salen
a la calle por la necesidad de trabajar, hacer trámites o compras y no llamar
la atención de quien les rodea. Su intención es sobrevivir en el estado de
espera hasta que la situación les permita salir de la estancia involuntaria; y
para ello, la solicitud de visa humanitaria o de la condición de refugiadas
en México se vuelve un mecanismo para salir de la frontera sur.
Mientras viven la estancia involuntaria
9
sus experiencias emo-
cionales son complejas. Pasan de la desesperación hacia la esperanza; el
miedo y la angustia son emociones perennes en sus trayectos; sus cuerpos
son moldeados y afectados por la pérdida del apetito. El estado de alerta,
los trastornos del sueño, la caída del cabello, son algunas de las secuelas
corporales que las mujeres asocian con sus experiencias emocionales.
Como plantea Alba, su itinerario migratorio consiste en:Vivir entre la
esperanza y la desesperanza”.
Erika expresa que no se imaginaba que iba a pasar por momentos
tan difíciles; a pesar de que sus redes de confianza le habían proporcionado
la información básica para emprender y realizar el tránsito, no sabía que
ella iba a ser capaz de aguantar todo el proceso:
Yo en Cuba nunca tuve que arreglármelas por mí misma,
siempre tuve el apoyo de mi esposo y él era el que se encargaba de
las situaciones difíciles, pero en todo esto me doy cuenta de lo fuerte
que soy.
Esta mujer habla de su posibilidad de crecer en este itinerario; de
ser fuerte para enfrentar las injurias y respaldar a sus hijos. Erika considera
que ha vivido un cambio profundo en ella misma y que ha aprendido a
9 La noción de estancia involuntaria la asumimos desde el enfoque fenomenológico; es decir,
desde la experiencia de las personas que viven estos procesos. No quiere decir que no haya una
relación con los anteriores enfoques, pero en esta noción quien se pone al centro es la persona
migrante, cómo experimenta el hecho o la situación de la imposibilidad de moverse, de conti-
nuar con su tránsito, de concretar sus nes migratorios teniendo en cuenta, tanto la contención
migratoria desde las imposibilidades políticas impuestas a los migrantes, como la violación de
los derechos humanos fundamentales; por tanto, proponemos pensar en la estancia involunta-
ria priorizando la narrativa de mujeres y hombres migrantes, es como aterrizar estos discursos
estatales e institucionales a las historias particulares de las personas migrantes.
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comprenderse de otra forma: como una mujer con fortalezas y con po-
sibilidades de generar recursos para resolver las problemáticas que se le
van planteando en el tránsito migratorio.
Por su parte, Alba cuenta que esta vivencia ha sido un proceso
de descubrirse como adulta capaz de valerse por sí misma; y de tomar
decisiones personales sin tener de cerca el apoyo de sus familiares más
cercanos. De forma ambivalente habla de lo difícil que ha sido este pro-
ceso: “Si tuviera que hacerlo de nuevo sabiendo a todo lo que se enfrenta
una, no lo haría ni loca, y no le digo a nadie que lo haga, pero ya estoy
acá y esto me ha enseñado muchas cosas”.
Las mujeres narran cómo su tránsito migratorio las ha cambiado
en muchos sentidos, las ha expuesto a situaciones de violencia y vulnera-
bilidad a las que no se habían enfrentado antes, contexto que ha puesto
en jaque su agencia, sus cuerpos y sus emociones, ante lo cual han tenido
que tomar decisiones complejas y vivir procesos de resiliencia y apren-
dizajes acerca de sus mundos sociales. Emociones como el miedo y la
desesperanza se repiten en sus historias y atraviesan sus cuerpos en cada
uno de los relatos, pero también la agencia de rearticular sus estrategias
de sobrevivencia para llegar al final de su meta migratoria.
En una posición muy similar, Nubia plantea que si le hubieran
contado todas las cosas que hay que vivir como inmigrante ella no hubiera
estado tan segura de hacerlo:
La gente te cuenta que es complicado, que va a ser difícil,
pero tú nunca te lo imaginas hasta que lo vives, esto te enseña cosas
todos los días, después de esto yo soy otra persona y eso que toda mi
vida pasé trabajo.
En estos sentidos, las mujeres hablan de aprendizajes, de que
ellas mismas se han convertido en otras mujeres, más fuertes, más duras.
Esto implica el manejo de las emociones que les impiden actuar frente
a las circunstancias; implica tomar consciencia de sus emociones y de la
necesidad de tomar decisiones para defenderse, analizar las posibilidades
de agencia y ser resilientes frente a contextos adversos. También refieren
la sensación de madurez en relación con la salida del marco del grupo
doméstico/familiar en el que han desarrollado sus vidas. Vivir la expe-
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riencia de ser una mujer migrante ofrece un conjunto de experiencias que
las desmarca de ese grupo familiar, experimentando emociones que no
habían vivido de forma indefinida en sus historias anteriores.
Erika construyó un mapa oral a partir de la experiencia de amigos
migrantes cubanos. Esto le brindó información/conocimiento/saberes
desprovistos de emocionalidad: “Era pura información del cómo y el por
dónde”, pero que no aludían a los efectos que este tránsito había tenido
para los hombres migrantes que le proporcionaron la información. Na-
rró cómo en algún momento, durante la espera reclamó a su amigo que
no le hablara de lo difícil y lo fuerte que era todo el proceso y de lo que
implicaba en el plano emocional.
10
Erika relataba sobre su experiencia
emocional como mujer migrante que viajaba con sus dos hijos; la sensa-
ción de incertidumbre y la desesperación por ver el final. Esto permite
pensar que en esos mapas orales hay un borramiento de las emociones
que implica la migración.
Este borramiento funciona como un hito marcado por las histo-
rias migratorias de éxito, es decir, las mujeres minimizan las emociones
negativas que sienten por dos razones fundamentales: por una parte, para
poner sus historias a la par de las hazañas migratorias realizadas por los
hombres; por la otra, como estrategia de sobrevivencia de no quedarse
estancadas en las emociones negativas que experimentan debido a las
vulnerabilidades que enfrentan durante los tránsitos migratorios.
Finalmente, la estancia involuntaria de estas mujeres cubanas
duró poco más de medio año. Paulatinamente, cada una de ellas obtuvo
la documentación necesaria para salir de la zona sur del país y avanzar
hacia la frontera norte, donde les espera otro proceso antes de llegar a los
Estados Unidos.
11
Una de las últimas cuestiones tratadas en las entrevistas
10 Aunque excede los propósitos de este trabajo, es interesante preguntarse si esta ausencia de
dicultades en los mapas orales compartidos por los hombres tiene relación con la produc-
ción de una narrativa masculina donde se excluye la vulnerabilidad en la experiencia por los
mandatos de la masculinidad; o si en estas producciones intervienen emociones como el do-
lor y la vergüenza en el hecho de limpiar la experiencia de estos episodios. Por otro lado, esto
también puede dar cuenta, como ha señalado Sara Ahmed (1999), de una naturalización de
la experiencia migratoria como un hecho violento y vergonzoso por el que toda persona mi-
grante debería pasar.
11 Teniendo en cuenta la espera que implica el programa del MPP en vigencia desde enero de
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realizadas a estas mujeres se relaciona con sus reflexiones respecto al propio
itinerario y sus experiencias migratorias hasta el punto en que nos hemos
encontrado. Sobre este tema, las tres coinciden en lo difícil que fue el
itinerario desde el inicio hasta atravesar la estancia involuntaria. También
expresan los costos emocionales que les causó el proceso migratorio, la
cantidad de obstáculos que tuvieron que superar y la incertidumbre de no
saber cuánto más les queda por experimentar en lo que resta del camino.
Análisis
La experiencia emocional de la migración en el caso de las mujeres cubanas
Como lo plantea Ariza (2016, 2017), para comprender la experiencia
migratoria y su dimensión emocional hay que dar cuenta de la percepción
de los locales acerca de las personas migrantes. En este caso, la interac-
ción social para las mujeres cubanas migrantes se presentó de forma
ambigua: como discriminatoria ante los locales, pero de privilegio frente
otras poblaciones migrantes racializadas y marcadas por su condición
de clase. Esto se debe a los prejuicios y el racismo en que se configuran
las poblaciones migrantes, cuyos distintivos ante las autoridades y otros
actores depende principalmente de estos marcadores, pero también del
lugar de procedencia, el idioma y las redes de apoyo con las que cuentan.
De igual forma, las emociones que son experimentadas por las
mujeres durante sus itinerarios se van moviendo en los tiempos, se
apaciguan y resurgen dependiendo el momento en que se encuentren;
aunque las tres hablan de cómo la incertidumbre ha sido una constante
desde que salieron de Cuba. El miedo se encuentra presente en sus expe-
riencias en distintos momentos del viaje y se manifiesta frente a objetos
distintos. La esperanza y la desesperanza confluye en sus vidas cotidianas
ante las posibilidades de salir de la estancia involuntaria en la frontera
sur y luego se reactiva al llegar a la frontera norte y verse detenidas por
la pandemia por covid-19, que inició en 2020 y paralizó al mundo. Las
emociones se presentan de forma compleja y contradictoria, se mezclan
y se contraponen.
2019 y que se mantenía vigente hasta diciembre de 2020.
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La corporeización de las emociones es algo que se enuncia en
cada uno de los relatos, la relación entre el cuerpo de las mujeres y sus
estados emocionales configuran la experiencia migratoria. Ellas se re-
fieren a aguantar el cuerpo según los episodios de miedo, frustración,
desesperanza o esperanza manifiestos en sus cuerpos que se debilitan
hasta enfermarse o se reconfortan con un mejor sueño.
La estancia involuntaria constituye todo un reto emocional y cor-
poral para las mujeres; la inmovilidad de sus expectativas y de sus metas
se tensa en sus cuerpos, las afecta y las constriñe a ideaciones de tristeza
e incertidumbre. Esto no quiere decir que ellas no usen sus capitales para
enfrentar tales circunstancias; muchas son las estrategias que emplean
para generar la esperanza y sentirse mejor; la búsqueda constante de al-
ternativas; la comunicación a distancia con redes de apoyo y familiares;
la búsqueda de apoyo también en historias de éxito y la determinación
de no regresar las impulsa emocional y corporalmente a seguir luchando
contra la incertidumbre.
En las entrevistas realizadas, las mujeres plantearon la aceptación
de la espera como un momento propio de la migración, pero también lo
vivieron como la angustia y frustración de llegar o no, en poco tiempo, al
país de recepción. En sus relatos, algunos tiempos son más importantes
que otros; la espera se narra de formas disímiles. Incluso, se alude de
forma particular a las diferencias entre la espera en la frontera sur y la
espera en la frontera norte.
12
Durante la espera en la frontera sur las mujeres relatan mayores
miedos y desesperanza, mayor incertidumbre en general y un contexto
de mayor violencia y vulnerabilidad, mientras que cuando llegan a la
frontera norte recobran la esperanza de cruzar a Estados Unidos en
cualquier momento.
Entendemos que hay una asociación directa entre estos tiempos
de espera con las experiencias emocionales, dimensiones que se vinculan
indisolublemente.
12 Aquí no siempre especicamos nombres de ciudades, tanto de la frontera sur como de la fron-
tera norte, porque las mujeres entrevistadas estuvieron en ciudades distintas en ambas loca-
ciones de la geografía mexicana.
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En cuanto a los saberes de los cuales están cargados los mapas
orales, pero que también se van construyendo y acumulando, entende-
mos que provienen de ir hilando experiencias, afectos y memorias que
circulan dentro de una red narrativa sostenida en la realidad” (Parrini y
Flores, 2018, p. 79). Estos saberes permiten elaborar estrategias iniciales,
configurarlas mientras se vive/transita la migración y se acumulan para
pasar hacia los siguientes grupos de migrantes. Estos conocimientos guían
y significan el viaje de las mujeres; funcionan también para transmitir
emociones, es decir, socializar esas emociones con otras mujeres migrantes,
crear procesos de resiliencia a partir de compartir historias y narrativas con
otras migrantes, e inciden en la circulación de esas emociones durante la
migración. También resultan “importantes medios de orientación espacial
y social” (Parrini y Flores, 2018, p. 79); es decir, funcionan también como
un manual básico sobre cómo enfrentar el contexto migratorio, qué juegos
jugar, cómo realizar una migración irregular con éxito o, en dado caso,
cómo obtener los recursos legales para transitar el territorio.
Los mapas orales a los que accedieron las mujeres del estudio
fueron construidos principalmente a partir de testimonios de varones,
por lo que la experiencia migratoria está marcada por un componente de
género. Bajo esta circunstancia, las mujeres reflexionaron sobre la ausencia
de detalles que les anunciaran la violencia y el estado de vulnerabilidad
que el proceso migratorio implicaría para ellas. La experiencia de estas
mujeres evidencia también que el tránsito migratorio se presenta en un
contexto de vulnerabilidad y violencia que posiciona a las mujeres en una
condición de doble subordinación, por ser migrantes y por ser mujeres, y
que se intersecta con otras vulnerabilidades según la condición de clase
y raza. La narrativa que se difunde en estos mapas orales inferimos que
da cuenta y naturaliza la idea de que la condición de migrante implica
necesariamente sobrepasar estos obstáculos violencia, vulnerabilidad,
entre otros, para culminar un itinerario migratorio.
Los itinerarios migratorios son distintos y sirven para revelar la di-
versidad de experiencias que las mujeres encarnan, y cómo esta diversidad
nos recuerda lo importante de no fijar el significado de la experiencia de
las mujeres; más bien, confirma su sentido cambiante y contingente. Sin
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embargo, es posible observar que los marcadores de género, raza y clase,
condicionan que la experiencia migratoria sea más o menos favorable,
cómoda, precaria o violenta, entre otras.
Conclusiones
Estas reflexiones, a partir de los relatos de las mujeres cubanas, se en-
cuentran atadas a las esperanzas de continuar y cumplir con sus metas.
La importancia de las emociones en la experiencia migratoria radica
justamente en que éstas son una potencia para detonar la reflexión y la
acción y, por tanto, son un lugar de posibilidad para las agencias y la pro-
ducción de estrategias diversas para continuar en el tránsito con la meta
de llegada fija en la mente. Los aprendizajes que proporcionan los mapas
orales, sus propias experiencias emocionales, las estrategias empleadas y
las que se siguen proyectando para continuar su tránsito hacia el norte,
continúan en un estado de incertidumbre que no las frena, sino que les
proporciona saberes acumulados que les permiten proyectar de forma más
efectiva y les brindan seguridad sobre cómo continuarán realizando el
tránsito. Concluimos pues que estos relatos y sus itinerarios migratorios
quedan inacabados; pero aún en estos itinerarios de la incertidumbre, se
mantiene la máxima de que a pesar de todo lo vivido, las mujeres cubanas
migrantes, no dan un paso atrás ni para coger impulso.
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Yalily Ramos Delgado
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Correo electrónico: yalily.ramos@uabc.edu.mx
Susana Gutiérrez Portillo
Mexicana. Doctora en ciencias sociales por el Centro de Investigaciones
y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS). Investigadora
en el Instituto de Investigaciones Culturales-Museo de la Universidad
Autónoma de Baja California. Líneas de investigación: representaciones
de género, experiencias de mujeres, emociones, cuerpo y subjetividad.
Correo electrónico: susanagtz@uabc.edu.mx
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Revista de investigación y divulgación sobre los estudios de género
Volumen 2 / Número 3 / marzo-agosto de 2024
Wendy López en Plaza Regina, Xalapa. Fotografía de Gina Collins y Luis Calavera López