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Año 1 / Número 2 / Septiembre 2023 - febrero de 2024
Inequidad de género en las hipótesis
biológicas. Nuevas evidencias
Gender Inequality in Biological Hypotheses. New Evidences
Georgina Isabel García López
ORCID: 0000-0002-3370-0981
Arturo Enrique Orozco Vargas
ORCID: 0000-0002-2241-4234
Centro Universitario Atlacomulco de la UAEM, México
Ulises Aguilera Reyes
ORCID: 0000-0002-7563-9445
Facultad de Ciencias de la UAEM, México
Graciela Meza Díaz
ORCID: 0009-0009-5394-4105
Grupo Colegio Mexiquense, México
Recepción: 3/06/22
Aprobación: 17/03/23
Resumen
La descripción de los procesos compor-
tamentales ha estado influenciada por un
pensamiento masculino, lo cual contri-
buye a que éstos se expliquen en función
de la hegemonía prevalente. El objetivo
de este artículo fue analizar los estudios
conductuales, ya que las conductas se han
modificado con base en un pensamiento
más equitativo de género y con evidencias
científicas que sustentan estos cambios de
paradigma. Exponemos tres ejemplos de
cambios teóricos basados en las evidencias
científicas (elección femenina, señales
Abstract
The description of behavioral processes
has been influenced by masculine thinking,
helping to explain behavioral processes
based on the prevailing hegemony. There-
fore, an analysis of behavioral studies was
made, which have been modified based on
a more equitable gender thinking and with
scientific evidence that supports these pa-
radigm changes. We expose three examples
of theoretical changes based on scientific
evidence (feminine choice, honest signals,
and mosaic brain), and a fourth example
that, in addition to exposing a paradigm
GénEroos
Volumen 1/número 2/septiembre 2023 - febrero 2024/ pp. 310-328
eISSN 2992-7862
DOI: RevGenEr.2023.2.12
CC BY-NC-SA 4.0
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Inequidad de género en las hipótesis biológicas. Nuevas evidencias
García López, G.I.; Orozco Vargas, A.E.;
Aguilera Reyes, U.; Meza Díaz, G. | Pp. 310-328
Introducción
H
ace más de 50 años, Cassirer afirmaba que el pensamiento biológico
ha dado verdadero carácter a la filosofía antropológica (Cuatrecasas,
1965), dado que los procesos biológicos definen el comportamiento y la
generación del pensamiento, aunque la descripción de los procesos com-
portamentales está influenciada por los paradigmas presentes. La ciencia
es un producto social e histórico que se articula con relaciones de poder,
contribuyendo a sostenerlas y, en muchas ocasiones, a perpetuarlas. Los
intereses sociales y políticos, así como los prejuicios de género tienen un
impacto importante en la producción de conocimiento científico (Blaz-
quez y Chapa, 2018).
Las investigaciones biológicas no están exentas de estos contextos
históricos que han estado ampliamente dominados por un pensamiento
masculino, hecho que contribuye a explicar procesos conductuales en
función de la hegemonía prevalente. Por ello, el objetivo de este trabajo
honestas y cerebro de mosaico), y un
cuarto ejemplo que, además de exponer
un cambio de paradigma, tuvo prejuicios
al tratarse de una idea planteada por una
mujer, por lo que tardó en permear los es-
tudios biológicos. Al explicar las conductas
bajo las perspectivas femeninas se observan
explicaciones más completas de los pro-
cesos de elección de pareja y fecundación;
también encontramos que las explicaciones
de cerebro masculino y femenino no son
suficientes para dividir los tipos de cerebro
en humanos, y ahora se habla de un cerebro
de mosaico, donde la idea prevalente es
que tenemos un continuo de estructuras
que nos dan características conductuales
mixtas y habilidades heterogéneas.
Palabras clave
Equidad, conductas biológicas, elección de
pareja, elección crítica, cerebro de mosaico.
shift, was prejudiced as it was an idea
proposed by a woman, for how long it
took for the idea to permeate biological
studies. When explaining the behaviors
from the feminine perspectives, more
complete explanations of the processes of
choosing a partner and fertilization are
observed. We also found that male and
female brain explanations are not enough
to divide brain types in humans. Now we
talk about a mosaic brain, where the pre-
vailing idea is that we have a continuum
of structures that give us mixed behavioral
characteristics and heterogeneous abilities.
Keywords
Gender equity, biological behaviors, mate
choice, critical choice, mosaic brain.
GénEroos
Volumen 1/número 2/septiembre 2023 - febrero 2024/ pp. 281-309
eISSN 2992-7862
DOI: RevGenEr.2023.2.12
CC BY-NC-SA 4.0
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Revista de investigación y divulgación sobre los estudios de género
Año 1 / Número 2 / Septiembre 2023 - febrero de 2024
fue analizar los estudios conductuales, abordar aquéllas que han sido
modificadas con base en un pensamiento más equitativo de género y
con evidencias científicas que sustentan estos cambios de paradigma.
Lo primero que exponemos son tres ejemplos de cambios teóricos con
base en las evidencias científicas (elección femenina, señales honestas y
cerebro de mosaico); también se suma un cuarto ejemplo en el que se
expuso un cambio de paradigma. Este último tuvo prejuicios por tratarse
de una idea planteada por una mujer, por lo que la idea tardó en permear
los estudios biológicos.
Argumentación
Elección femenina
El primer caso que exponemos, que tuvo una alta prevalencia de pensamien-
to masculino, fue el estudio de la elección de pareja. En éste se describía
que los hombres eran elegidos por las mujeres con base en los recursos que
ellos poseían o podían tener (estatus social, nivel de estudios, asunción de
riesgos, etcétera) (Buss, 1989; Wilke et al., 2006). La idea tiene como base
los estudios de Trivers (1972), quien observa que la inversión parental es un
factor determinante en la selección sexual (basado en Darwin) y que cada
sexo optará por una estrategia distinta de reproducción en concordancia
con el costo que les genera. Esta idea parte de que la inversión parental se
refiere, básicamente, al gasto energético y de tiempo por parte de los padres,
quienes buscan beneficiar a sus crías a expensas de su propia posibilidad
para seguir reproduciéndose. Con respecto a los seres humanos, tal como
ocurre en otras especies, la inversión del padre —la mayoría de las veces—
se limita al gameto masculino, mientras que las mujeres aportan el gameto
femenino, la gestación y la lactancia del infante, lo cual, en la mayoría de
las sociedades, tiene una duración de años.
Esa inversión prolongada en los hijos por parte de la madre mo-
difica la tasa sexual operacional, de manera que existen más hombres que
mujeres disponibles para la reproducción. En consecuencia, las mujeres
se consideran un recurso limitado que genera alta competencia intrase-
xual masculina. Por su parte, los hombres tienen una serie de estrategias,
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como tener espermatozoides más rápidos para fecundar y fertilizar mayor
número de mujeres; son ampliamente activos para ser seleccionados, y las
mujeres son —al fin y al cabo, según estas descripciones— un recurso que
es usado para ser fecundado (Hernández-López y Cerda-Molina, 2012).
Las descripciones clásicas enuncian que, aunque las mujeres
eligen con quien aparearse, finalmente son los hombres quienes dirigen
la fecundación por medio de los espermatozoides; sin embargo, el papel
activo de la mujer durante la reproducción, incluyendo la fecundación,
tiene una amplia evidencia; es decir, aunque cientos de espermatozoides
nadan hacia un óvulo, sólo uno llega a fertilizarlo. Los estudios actuales
muestran que, aunque los espermatozoides más rápidos y capaces llegan
primero al óvulo, es éste el que selecciona cuál esperma lo fertiliza. Estos
estudios también han permitido explicar que existe una comunicación
química que se produce entre el sistema reproductor femenino que analiza
los espermatozoides entrantes de la pareja masculina (Sakkas et al., 2015).
Hay una creciente apreciación de que las mujeres pueden sesgar el uso de
esperma, en humanos, una fracción diminuta de esperma eyaculado sube
por la trompa de Falopio hasta el lugar de la fecundación (media=~250
espermatozoides); de estos espermatozoides, aproximadamente uno de
cada diez está capacitado (un proceso bioquímico necesario para la fer-
tilización) para responder a los quimio-atrayentes y la fertilización del
óvulo (Fitzpatrick et al., 2020; Pedrosa et al., 2020).
La elección del esperma es muy compleja, porque con ello se ase-
gura una progenie óptima (genética y fisiológicamente e, incluso, se sesga
el sexo de acuerdo con las condiciones ecológicas prevalentes, etcétera).
El proceso incluye opsinas, que son una familia de receptores acoplados
a proteína G (GPCR), se cree que actúan como sensores térmicos para la
termotaxis de los espermatozoides. En un estudio con ratones encontraron
un vínculo entre las características fisiológicas de los espermatozoides
y la capacidad de migrar en un gradiente de temperatura a lo largo del
aparato reproductor femenino, dependiendo de la calidad de su contenido
genético. Los resultados de los estudios apuntan a la termotaxis como
un mecanismo para seleccionar espermatozoides de mamíferos de alta
calidad (Pérez-Cerezales et al., 2015).
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Revista de investigación y divulgación sobre los estudios de género
Año 1 / Número 2 / Septiembre 2023 - febrero de 2024
Otra estrategia que tienen las mujeres es el líquido folicular, que
es una fuente de quimio-atrayentes de esperma, regulando diferen-
cialmente el comportamiento de los espermatozoides para reforzar las
decisiones de elección de pareja antes del apareamiento y mediar así el
éxito de la fertilización. Los espermatozoides humanos responden a los
quimio-atrayentes presentes en el líquido folicular que rodea los óvulos
(probablemente progesterona), alterando su comportamiento de natación
para orientarse hacia el líquido folicular y acumularse alrededor del ovulo;
una vez allí, hay interacciones directas entre las proteínas de la superficie
celular en los gametos (visto in vitro). Al experimentar con ratones do-
mésticos (Mus domesticus), Firman y Simmons (2015) encontraron que
los óvulos fueron fertilizados por esperma de machos menos relacionados
genéticamente, durante las fertilizaciones in vitro. Esto es importante
porque están seleccionando variabilidad genética para que su cría tenga
mayor posibilidad de sobrevivencia.
También se ha demostrado que, bajo condiciones experimenta-
les distintas, el líquido folicular de diferentes hembras atrae de manera
diferencial el esperma de machos específicos. Esta elección de esper-
matozoides moderada por quimioatrayentes ofrece a los óvulos una vía
para ejercitar la preferencia de pareja. Una pregunta de gran importancia
hasta el momento es por qué las mujeres han invertido evolutivamente
gran cantidad de estrategias para la fecundación diferencial. Los estudios
han demostrado que, dependiendo de la calidad del líquido seminal y
los espermatozoides, se induce la expresión de una variedad de genes
en el cuello uterino, incluidos los que afectan el sistema inmunológico,
la ovulación, la receptividad del revestimiento del útero de un embrión
e incluso el crecimiento del propio embrión, favoreciendo el desarrollo
embrionario de las fecundaciones que tuvieron buena calidad genética.
Se ha estudiado el efecto de tres microARN (fragmentos de ARN que
afectan la expresión génica) liberados por el cuello uterino en respuesta
a la calidad del semen (Robertson y Sharkey, 2016).
Cuando estos preceptos empezaron a cambiar, con un papel más
activo de las mujeres en la elección de pareja (incluyendo la selección esper-
mática) y cuidado parental, se le llamó elección críptica, algo que es oculto y
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no se sabe. La mujer oculta lo que hace para elegir pareja, mientas que los
hombres exhiben su estatus social, musculatura, posesión de territorios, en
forma explícita. Según algunas descripciones, ellos son honestos (o no) en
sus exhibiciones para ser elegidos, pero los estudios han demostrado que
las hembras también emiten señales en forma activa y honesta.
Señales honestas
La teoría de la señalización examina la comunicación entre individuos
para atraer pareja. Las señales honestas se caracterizan porque el com-
portamiento o la acción emitida (señal), corresponde con la intención del
emisor; es decir, el animal no esconde nada, no miente, se trata de una señal
sincera. Estas señales, igual que las deshonestas, se emiten para obtener
algún beneficio propio (o compartido). En reproducción incluyen que el
macho exhiba una serie de cualidades que le dan señal a la hembra de que
él es adecuado para la reproducción, aun con los costos que esa señalización
incluye. Por ejemplo, un pavorreal macho tiene una cola grande y colorida
para gustarle a la hembra, pero también lo vuelve más visible y susceptible
de ser una presa fácil, además de que la producción excesiva de testosterona
que le llevó a tener ese ornamento lo inmunosuprime (Guzmán, 2018).
Diversos estudios en animales permiten observar cómo anuncian su calidad,
ya sea como competidores o como parejas, utilizando una amplia gama de
exhibiciones de comportamiento y adornos elaborados.
La competencia entre los machos de muchas especies es más fuerte.
Esto ocurre por las oportunidades de apareamiento, lo que favorece el
desarrollo de adornos coloridos exclusivamente en los machos. Por otro
lado, los beneficios adaptativos de la expresión ornamental de las hembras
pueden verse reducidos, dado que las oportunidades de aparearse no están
limitadas y los beneficios de la condición publicitada no compensan los
costos de producir y portar rasgos de señalización conspicuos, particu-
larmente porque la inversión en fecundidad puede verse comprometida
en el proceso. Por lo que si ustedes hacen una búsqueda de exhibición de
señales honestas en hembras es muy poco probable que los encuentren;
sin embargo, sí hay evidencia de estas conductas en las hembras (cons-
picuas) (Asis et al., 2021).
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Revista de investigación y divulgación sobre los estudios de género
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Para este tema es difícil encontrar un ejemplo en humanos, por
lo que primero expondremos trabajos encontrados en hembras de otras
especies y concluiremos con un ejemplo donde podría estar involucrada
una señalización en mujeres, la cual tiene que ver con la fertilidad y la
señalización social de este estado fértil hacia otras mujeres. La abeja de
Dawson es un insecto solitario que anida en el suelo, los machos son
protándricos (esto significa que comienzan su vida como machos, pero
a medida que crecen desarrollan también los órganos reproductivos
femeninos; sin embargo, mientras aún son tanto macho como hembra,
no se pueden autofertilizar), y buscan hembras recién emergidas que se
aparean sólo una vez antes del inicio de la anidación, que dura alrede-
dor de seis semanas. Las hembras emergentes señalan su receptividad a
través de hidrocarburos cuticulares (CHC). La búsqueda de pareja por
parte de los machos es muy eficiente, y entre 80 y 90% de las hembras
se aparean al emerger. Las hembras son descubiertas con frecuencia por
varios machos y las luchas que se producen pueden ser fatales para las
hembras. Sin embargo, alrededor de 10 a 20% de las hembras dejan el sitio
de emergencia sin aparearse, ya sea porque no fueron detectadas o porque
escapan de los grupos de machos durante las luchas de apareamiento. La
teoría predice que, incluso con costos muy pequeños, las hembras debe-
rían señalar con menos intensidad a las parejas cuando son jóvenes, pero
aumentar su esfuerzo de señalización cuando permanecen sin aparearse.
Se ha demostrado que los CHC de las hembras recién emergidas son muy
atractivos para los machos que buscan pareja, mientras que los CHC de
las hembras que anidan no son atractivos. Pero entre las hembras recién
emergidas, aquellas que permanecieron sin aparearse después de 24 horas
tienen perfiles de CHC más altos. Por lo tanto, las hembras emergentes
que permanecieron sin aparearse parecían haber aumentado su esfuerzo de
señalización al ajustar la intensidad de la mezcla de CHC en sus cutículas
que las hace atractivas para los machos que buscan (Simmons, 2015).
Un ejemplo cercano a los humanos es la competencia hembra-hembra
y la elección de pareja por medio de señalización sexual de éstas. Las señales
visuales alrededor de la ovulación de una hembra están muy extendidas en la
filogenia de los primates. Aunque varían mucho entre especies, estas señales
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ocurren principalmente a través de cambios en el tamaño, la hinchazón,
la forma y el color de la piel perineal de la hembra. Las señales visuales de
ovulación tienen costos significativos, fisiológicamente la hinchazón resul-
ta del aumento de la retención de agua, el aumento del peso corporal y el
desvío de líquidos de funciones corporales potencialmente más importantes
(especialmente en condiciones secas o de sequía). Un peso corporal más alto
(hace que la movilidad sea más difícil), hinchazones notables o coloraciones
genitales pueden aumentar el riesgo de depredación de una hembra. Las
hinchazones sexuales exponen la piel perineal de la hembra a parásitos, así
como a cortes y rasguños. Los signos visuales de ovulación generan costos
sociales como, por ejemplo, una mayor competencia masculina, lo que lleva a
una reducción del territorio del grupo, los recursos alimentarios y un aumento
de las muertes infantiles (Rooker y Sergey, 2018).
Uno de los retos más importantes sobre los estudios en humanos
es el de explicar los mecanismos fisiológicos que subyacen en el desplie-
gue del comportamiento. La psicología evolutiva trata de establecer una
relación de causa-efecto entre la forma en que se comporta el humano y
los cambios fisiológicos que ocurren en él. Con el fin de darle una inter-
pretación evolutiva a la conducta humana, una hipótesis de señalización
que pusimos a prueba proponía que los hombres perciben a la mujer más
atractiva durante la ovulación en función de ciertos cambios fenotípicos
causados por las concentraciones de estrógenos, lo que les indica señales
de su condición de fertilidad (señalización reproductiva). Además, se pro-
puso que otras mujeres también son capaces de discriminar la ovulación
como un mecanismo de competencia femenina, dado que en ese período
podrían ser más atractivas para sus parejas (señalización social). Para poner
a prueba la hipótesis, se realizó un seguimiento de progesterona y estradiol
a lo largo del ciclo menstrual a 50 mujeres, tomándoles fotos en cada una
de las fases del ciclo (folicular temprana, folicular tardía, periovulatoria
y fase lútea) y se les preguntó a hombres y mujeres en qué foto se veían
más atractivas. Tanto los hombres como las mujeres respondieron que
perciben a las mujeres como más atractivas en el período periovulatorio,
la mujer tiene señalizaciones explicitas y no sólo crípticas sobre su estado
reproductivo (García-López et al., 2015).
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Revista de investigación y divulgación sobre los estudios de género
Año 1 / Número 2 / Septiembre 2023 - febrero de 2024
El cerebro sin género
La idea de que los cerebros de las mujeres funcionan de forma distinta a
los de los hombres surgió mucho antes de que existieran métodos para
observar la actividad del sistema nervioso. Durante siglos se utilizó como
justificación para mantener los roles sociales que relegaban a la mujer al
hogar y al cuidado de los hijos, alejándola de la vida intelectual, política,
artística y científica (Pérez-Gay, 2019).
La historia científica de que el cerebro de hombres y mujeres era
diferente impactó en las investigaciones científicas, con ello se generaron
diversas publicaciones de donde derivó el término de neurosexismo. Las
diferencias documentadas de sexo/género en el cerebro, a menudo se
toman como apoyo de una visión sexualmente dimórfica de los cerebros
humanos: cerebro femenino frente a cerebro masculino; en consecuencia,
una visión sexualmente fraccionada del comportamiento humano (cog-
nición, personalidad, actitudes y otras características de género). Pero
ahora se ha argumentado que la existencia de diferencias de sexo/género
en el cerebro no es suficiente para concluir que los cerebros humanos
pertenecen a dos categorías distintas (Biagio et al., 2015). Tales distin-
ciones requieren el cumplimiento de dos condiciones: 1) la forma de los
elementos que muestran diferencias de sexo/género debe ser dimórfica,
es decir, con poca superposición entre las formas de los elementos en
hombres y mujeres; 2) debe haber un alto grado de consistencia interna
en la forma de los diferentes elementos de un solo cerebro (por ejemplo,
todos los elementos tienen la forma masculina) (Joel et al., 2015).
Para analizar estas distinciones del cerebro se abordaron dos ideas: el
primer enfoque utilizó un algoritmo de detección de anomalías del cerebro
para probar si el de las mujeres también son típicas de los hombres, y vice-
versa. La detección tiene como objetivo construir un modelo de elementos
normales para que pueda detectar un elemento anormal, suponiendo que
cada grupo representa un tipo de cerebro. A esta idea se le sumó un segundo
enfoque, con la idea de que las diferencias entre sexos eran suficientes para
formar categorías; para ello se analizaron datos de imágenes de resonancia
magnética de cerebros humanos, analizados con dos métodos (análisis basa-
do en volumen y en superficie). El estudio concluyó que el cerebro humano
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no encaja en dos tipos distintos de cerebro, uno típico de los hombres y otro
típico de las mujeres. Aunque es posible usar la arquitectura del cerebro
para predecir si una persona es mujer u hombre —con una precisión de
~80%—, la categoría de sexo proporciona muy poca información sobre la
probabilidad de que la arquitectura del cerebro de uno sea similar o dife-
rente del cerebro de otra persona. Esto se debe a que los tipos de cerebro
típicos de las mujeres también son típicos de los hombres, y las grandes
diferencias sexuales se encuentran sólo en la prevalencia de algunos tipos
de cerebro con patologías. El estudio categoriza en un continuo los tipos
de cerebro en que indistintamente están hombres o mujeres; a éste se le
llama cerebro de mosaico, donde cada uno tiene características diferentes
como femeninas o masculinas (Joel et al., 2018).
Esta hipótesis suena interesante, pero nosotros teníamos la
pregunta de ¿cómo se daba un cerebro superpuesto de géneros dada la
respuesta de las hormonas? Para esto había que considerar que las hormo-
nas tienen grandes efectos neurofisiológicos durante momentos críticos
de la vida. Por otra parte, los últimos cincuenta años de estudios habían
tratado de que la exposición a la testosterona dentro del útero masculiniza
irreversiblemente el cerebro de los hombres, alejándolos así de una forma
femenina predeterminada. Esta idea ha sido reemplazada por un escena-
rio más complejo, según el cual, los cerebros tanto de mujeres como de
hombres son susceptibles a factores internos y externos que los moldean.
Estas observaciones condujeron a la hipótesis del cerebro de mosaico.Los
cerebros humanos se componen, en gran parte, de mosaicos únicos de
características típicas femeninas y masculinas (Joel, 2020 y 2021). Lo
anterior se desprende de estudios realizados en humanos, en los cuales
se evaluó la consistencia interna en volumen regional, espesor corticaly
conectividad con imágenes de resonancia magnética (MRI).El resultado
también se basó en el número de neuronas halladas en el hipotálamo
post mortem, así como en los cambios en el volumen regional y de grosor
cortical (evaluado con MRI) después de la exposición al estrés.
Se han informado diferencias de sexo en la respuesta del cerebro
al estrés, algunas debido a cuestiones hormonales tanto en humanos
como en animales, pero se desconoce si los efectos se suman de ma-
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Revista de investigación y divulgación sobre los estudios de género
Año 1 / Número 2 / Septiembre 2023 - febrero de 2024
nera consistente dentro de los cerebros individuales.Esto implicó usar
imágenes de resonancia magnética (MRI) obtenidas antes y después de
la exposición al estrés extremo en personas que estuvieron expuestas a
un servicio militar combativo (15 mujeres y 24 hombres, entre 18-19
años).Se analizaron dos conjuntos de datos, uno del volumen y otro de
espesor cortical, sólo pocas regiones (siete y tres, respectivamente) mos-
traron cambios específicos de sexo/género (es decir, el cambio estructural
más común en mujeres y hombres fue diferente);además, estas respuestas
no se suman para crear alguna contestación neural típica femenina y
masculina, en réplica al estrés (Shalev et al., 2020).
Se pensaba que las diferencias en el cerebro contribuyen a una
división en la inteligencia entre hombres y mujeres; sin embargo, con los
estudios de cerebros de mosaico esto ya no es válido. Se ha comprobado
que esta creencia estaba influenciada por la cultura de género y no por di-
ferencias a priori cerebrales. En un experimento se pidió a los participantes
que recomendaran personas para un puesto de trabajo; la mitad de ellos
creía que el trabajo requería una capacidad intelectual de alto nivel, la otra
mitad no recibió esta información. Por medio de una regresión logística
bayesiana de efectos mixtos, se obtuvo que la probabilidad de recomendar a
una mujer era 38.3 % menor, cuando la descripción del trabajo mencionaba
la capacidad intelectual, en consonancia con los prejuicios de género. Esta
misma dinámica se aplicó a niños y niñas entre cinco a siete años (N= 192),
a quienes previamente se les enseñó cómo jugar en equipo. A la mitad de
los niños se les dijo que el juego era para niños muy, muy inteligentes”, a la
otra mitad no se les dio algún tipo de identificación para jugar, únicamente
se les pidió que seleccionaran a tres compañeros de equipo de entre seis
niños que les eran desconocidos. Las selecciones fueron impulsadas por
preferencia del mismo sexo, cuando no se describió que se requería que
fueran inteligentes (es decir, las niñas eligieron niñas y los niños eligieron
niños), pero los niños eligieron niñas como compañeras cuando el juego
requería a alguien inteligente (Bian y Cimpian, 2018).
Otro ejemplo en el cual no hay evidencia contundente de las di-
ferencias entre el cerebro de hombre y de mujer son las sinapsis, que es el
nivel funcional y organizativo más bajo del cerebro, pues éstas facilitan la
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García López, G.I.; Orozco Vargas, A.E.;
Aguilera Reyes, U.; Meza Díaz, G. | Pp. 310-328
comunicación entre neuronas y, por lo tanto, determinan funciones y me-
canismos desde el aprendizaje y la formación de la memoria hasta muchos
mecanismos patogénicos. Teniendo en cuenta este importante papel de las
sinapsis, se sabe relativamente poco sobre las diferencias sexuales sinápticas.
Hasta ahora, la investigación en este campo se centra en un sexo, principal-
mente hombres, dejando indeterminada la transferibilidad de los resultados.
Estas variaciones a lo largo del cerebro podrían indicar que no existe una
feminización o masculinización universal, sino una maduración en mosaico
de diferentes áreas del cerebro. Los primeros indicadores que respaldan
esta teoría se han obtenido en un análisis de conectomas humanos, lo que
no muestra consistencia interna en las características del conectoma y el
género. El dimorfismo sináptico no es constante entre todas las regiones y
circuitos del cerebro. Entonces, el continuo de hombre a mujer parece estar
determinado específicamente para cada región del cerebro (Schmeisser y
Schumann, 2022; Lisman et al., 2018).
Paradigmas y género del investigador
Mary Jane West-Eberhard (1941) es una bióloga teórica estadounidense,
destacada por argumentar que la plasticidad fenotípica y del desarrollo des-
empeñó un papel clave en la configuración de la evolución y la especiación
animal. Su teoría tuvo sus primeros esbozos a principios de la década de los
ochenta, y en 2003 publicó el libro Developmental Plasticity and Evolution,
el cual integraba todas sus investigaciones desarrolladas en este tema por
más de dos décadas. En este volumen destaca la idea de cómo los fenotipos
alternativos son importantes, ya que pueden conducir a rasgos nuevos y
luego a la divergencia genética y, por lo tanto, a la especiación. La induc-
ción ambiental puede liderar la evolución genética a través de fenotipos
alternativos, pues describe cómo la plasticidad ambiental juega un papel
clave en la comprensión de la teoría genética de la evolución. Hace veinte
años Mary Jane West-Eberhard exponía sus ideas sobre los estudios de
conducta animal, lo que, sin duda, parecía el futuro ineludible; sin embargo,
al cuestionarle ¿por qué éstas no habían hecho eco en la comunidad bioló-
gica? Respondió que su marido, William Eberhard, recién había planteado
la teoría de la elección críptica y que eso era imposible de opacar.
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Revista de investigación y divulgación sobre los estudios de género
Año 1 / Número 2 / Septiembre 2023 - febrero de 2024
La plasticidad fenotípica adaptativa es la variación fenotípica
heredable, producto de la interacción del genoma con el ambiente, per-
mitiendo que la norma de reacción evolucione, modulando el efecto de
selección natural en el fitness de los organismos. Esto puede generar picos
en el paisaje adaptativo de una población dada.
La plasticidad fenotípica es la norma de reacción de un genotipo a
diferentes factores ambientales que determinan su nicho (Schmalhausen,
1949; Schlichting y Pigliucci, 1998; Pigliucci, 2001). Es la capacidad de
algunos organismos para producir fenotipos diferentes a lo largo de un
gradiente ambiental donde pueden sobrevivir. Estas variaciones pueden
manifestarse en la historia de vida, en los caracteres morfológicos, en el
comportamiento o en la fisiología del organismo, ya sea de forma continua
o discreta de cambios reversibles o no reversibles como respuesta dentro
de una misma generación o a nivel transgeneracional (Wund, 2012).
Un ejemplo de esta plasticidad fenotípica se observa a partir de un
caso de fisiología y conducta humana, ocurrido en septiembre de 1944: los
ferroviarios holandeses iniciaron una huelga con la que esperaban paralizar
el transporte de tropas alemanas, ayudando indirectamente a las fuerzas
aliadas. La huelga no sólo fracasó, sino que tuvo terribles consecuencias
para la población holandesa. Los nazis bloquearon el suministro de ali-
mentos a gran parte del país y Holanda se sumió en la hambruna. Cuando
los Países Bajos fueron liberados y la Segunda Guerra Mundial terminó
(mayo de 1945), más de 20,000 personas habían muerto en Holanda por
inanición. Este horrible episodio ha pasado a la historia como el Invierno
holandés del hambre. Este período de hambruna provocado por los nazis
comenzó y terminó abruptamente.
Durante la década de 1990 el grupo de trabajo dirigido por L.H.
Lumey comenzó a estudiar una cohorte de miles de personas que nacieron
durante la hambruna holandesa de 1944-1945. Les realizaron analíticas,
comparándolas con muestras de hermanos nacidos antes o después de
este período; también se estudió la metilación de muestras de ADN, com-
parando los patrones de los nacidos durante la hambruna con los de sus
hermanos nacidos inmediatamente antes o después. Con esta información
se relacionaron tres aspectos: el estado de salud, el índice de masa corporal
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y la metilación del genoma, que se sabe está directamente relacionado con
el sobrepeso (López-Tricas, 2018). Lo que se observó es que esos bebés
gestados durante la hambruna tienen mayores tasas de enfermedades
cardiovasculares, altos niveles de diabetes tipo 2, cáncer de mama y es-
quizofrenia, en su edad adulta. Estas personas han visto alterada su masa
corporal, los niveles de grasa y azúcar en sangre, así como mayor tendencia
a la obesidad. Además, lo que le ocurrió a la madre pasó a los fetos, y éstos
han heredado las consecuencias de la hambruna. La hambruna no altera el
código genético, pero desactiva una serie de genes, lo que ocasiona cambios
considerables en la fisiología del individuo, cambios que pueden pasar de
generación en generación. Estos cambios originaron metilaciones en el
ADN, hecho que alteró la actividad de los genes de los entonces fetos para
el resto de sus vidas, en lo que se conoce como epigenética.
Conclusiones
No hay nada inherentemente masculino en la ciencia, sólo es parte del
territorio que tuvo el hombre durante muchos años por los contextos
sociales. Los estudios conductuales son muy complejos porque necesi-
tan contestar al menos las cuatro preguntas que nos marcó Tinbergen
para su estudio (causa, función, ontogenia y evolución), por lo que las
explicaciones son variadas y han cambiado dependiendo del desarrollo
tecnológico, social e incluso económico.
En este escrito hemos reflexionado sobre patrones de conducta
que tenían como protagonistas a los hombres, sin embargo, el desarrollo
tecnológico y las preguntas que se hicieron algunos científicos sobre el
papel de la mujer en estos procesos, más que cambiar las explicaciones las
ha enriquecido. Es importante no desacreditar las preguntas que se han
resuelto bajo la perspectiva masculina, pero sí sumar nuevas explicaciones
que nos ayudarían a entender a la conducta en un contexto más integral.
En el mundo natural, la forma y el papel femenino varían
enormemente para abarcar un espectro fascinante de anatomías y com-
portamientos. Sí, la madre cariñosa está entre ellos, pero también lo
está el pájaro jacana, que abandona sus huevos y los deja a cargo de un
harén de machos para que los críen. Las hembras pueden ser fieles, pero
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sólo 7% de las aves son sexualmente monógamas. Las hembras alfa han
evolucionado a través de una variedad de clases, desde primates hasta
insectos; luego están las femme fatales: arañas hembras caníbales que
consumen a sus parejas como bocadillos después o incluso antes del coito,
y lagartijas que han perdido la necesidad de los machos por completo
y se reproducen únicamente por clonación. En la conducta humana, las
mujeres sesgan la reproducción a hombres que contienen la mejor cali-
dad genética y cuidan a sus crías; este cuidado, después de la Revolución
Industrial, se ha extendido no sólo a mayores edades, sino también a sus
nietos, asegurando que la progenie sea exitosa.
Podemos analizar los componentes de cada conducta animal
que nos planteemos, aunque, evidentemente, no todas tendrán la misma
función y mucho menos el mismo valor adaptativo. Habrá conductas más
adaptativas que otras, y éstas serán las que, probablemente, se repetirán en
la cadena evolucionista y las que se consolidarán de forma más estable en
una especie. Los humanos somos muy complejos y nuestras conductas, por
lo tanto, también lo son; por ello, no nos podemos olvidar de cada uno de
los componentes y tampoco podemos discriminar el papel de las mujeres
en las conductas sociales, altruistas, cooperativas, reproductivas, etcétera.
El interés por estudiar las diferencias intersexuales de la conducta,
medirlas y explicar su origen presenta una larga historia en la investiga-
ción, pero hacerlo hoy de una manera objetiva y más equitativa resulta
necesario para explicar los procesos conductuales fuera de protagonismos
que forzosamente marcarían interpretaciones equívocas que los estudios
científicos no deben de tener.
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Georgina Isabel García López
Mexicana. Doctora en Investigación Psicológica por la Universidad
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Correo electrónico: gigarcial@uaemex.mx
Arturo Enrique Orozco Vargas
Mexicano. Doctor en Investigación Psicológica por la University of
North Texas. Profesor de tiempo completo del Centro Universitario
Atlacomulco de la UAEM. Líneas de investigación: conducta humana y
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Correo electrónico: dr.enrique.orozco@hotmail.com
Ulises Aguilera Reyes
Mexicano. Doctor en Ciencias Veterinarias por la Universidad Autóno-
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de Ciencias de la UAEM. Líneas de investigación: neurobiología del
comportamiento sexual y reproductivo.
Correo electrónico: uaguilera22@gmail.com
Graciela Meza Díaz
Mexicana. Doctora en Ciencias de la Educación por la Universidad del
Valle de México. Rectora de la Universidad Grupo Colegio Mexiquense.
Línea de investigación: educación.
Correo electrónico fresitameza@hotmail.com
Performance público. Plaza Regina, Xalapa.