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Arvizu Reynaga, V.| Pp. 173-201
Análisis de las experiencias y oportunidades
educativo-laboral de jóvenes madres y padres
en la Ciudad de México
Analysis of the Experiences and Educational-Labor
Opportunities of Young Mothers and Fathers in Mexico City
Vanessa Arvizu Reynaga
ORCID: 0000-0003-4208-7530
El Colegio de México
Recepción: 17/10/22
Aprobación: 24/05/23
Resumen
Este artículo analiza cómo impacta el
nacimiento de un hijo en las experiencias
y oportunidades educativas y laborales de
las juventudes en la Ciudad de México. La
metodología fue cualitativa y se empleó
la perspectiva teórico-metodológica de
curso de vida, la perspectiva de género y
el enfoque biográfico para el análisis de
21 entrevistas semiestructuradas que se
aplicaron a madres y padres de entre 17 y
29 años que residen, laboran o estudian en
la Ciudad de México. Con los testimonios
se corroboró que la maternidad/paternidad
son eventos de vida que, cuando ocurren
durante la juventud, generan desventajas
diferenciadas en las oportunidades edu-
cativas y laborales de hombres y mujeres.
Los datos demuestran que el nivel edu-
Abstract
This article analyzes how the birth of a
child impacts the educational and emplo-
yment experiences and opportunities of
youth in Mexico City. The methodology
was qualitative and the theoretical-
methodological perspective of the life
course, the gender perspective and the
biographical approach were used for the
analysis of 21 semi-structured interviews
that were applied to mothers and fathers
between the ages of 17 and 29 who live,
work or study in Mexico City. With the
testimonies it was corroborated that ma-
ternity or paternity are life events that,
when they occur during youth, generate
differentiated disadvantages in the edu-
cational and work opportunities of men
and women. The data show that the edu-
GénEroos
Volumen 1/número 2/septiembre 2023 - febrero 2024/ pp. 173-201
eISSN 2992-7862
DOI: RevGenEr.2023.2.07
CC BY-NC-SA 4.0
174
Revista de investigación y divulgación sobre los estudios de género
Año 1 / Número 2 / Septiembre 2023 - febrero de 2024
cational level reached by young fathers and
mothers is lower than their peers without
children. Of the age group between 20
and 24 years, only 7% of young people in
maternity or paternity status reach the hig-
her level, that is, five times less than those
without children (39%). In addition, in the
case of maternity, it encourages suspension
or school dropout at any educational level.
Regarding job opportunities, we found di-
fferences by sex. Fatherhood increases the
possibility that men will continue working;
between 85% and 90% are employed with
remuneration, although their jobs are of
lower qualification compared to those who
are not parents. Maternity decreases up
to 50% the possibility of being employed
with remuneration and being a mother
increases the burden of domestic work and
care that they assume.
Keywords
Youth, motherhood, fatherhood, work,
education.
cativo alcanzado por los jóvenes padres
y madres es menor que sus coetáneos sin
hijos. Del grupo de edad de 20 a 24 años
sólo 7% de los jóvenes en condición de
maternidad o paternidad llegan al nivel
superior, esto es, cinco veces menos que
aquellos sin hijos (39%). Además, en el
caso de la maternidad, propicia la suspen-
sión o abandono escolar en cualquier nivel
educativo. En cuanto a las oportunidades
laborales, encontramos diferencias por
sexo: la paternidad aumenta la posibilidad
de que los varones permanezcan laborando,
entre 85 y 90% están ocupados remunera-
damente, aunque sus trabajos son de más
baja cualificación comparados con quienes
no son padres; mientras que la maternidad
disminuye hasta 50% la posibilidad de
estar empleadas con remuneración y les
incrementa la carga de trabajo doméstico
y de cuidados que asumen.
Palabras clave
Juventud, maternidad, paternidad, trabajo,
educación.
Introducción
D
esde la década de los sesenta, en México se ha registrado una dismi-
nución en las tasas de fecundidad, pasando de 7.4 hijos por mujer
a 2.3 hijos (INEGI, 2021); sin embargo, el segmento etario donde se
concentra el mayor número de nacimientos ha prevalecido inamovible
en el tiempo, siendo el que abarca de los 15 a los 29 años, edades en las
cuales se vive la juventud (Páez y Zavala, 2016).
Antes de seguir es preciso puntualizar a qué se refiere cuando se
habla de juventud, ¿por qué las edades que delimitan este período de vida
son tan difíciles de acordar? La Organización Mundial de la Salud (OMS)
refiere que la juventud es la edad biológica que inicia en la adolescencia
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Análisis de las experiencias y oportunidades educativo-laboral de jóvenes madres y padres...
Arvizu Reynaga, V.| Pp. 173-201
(a los 15 años) y cierra a los 29 años, cuando una persona podría pensarse
enteramente independiente y que ha culminado, o al menos ha dado un
avance, en su proceso de transición a la vida adulta. No obstante, este rango
etario no es el mismo que emplea el Instituto Nacional de la Juventud en
México, el cual precisa el inicio de la condición juvenil con la pubertad
(12 años) y su término a los 29 años. En este sentido, Pérez (2010) afirma
que estos desacuerdos se deben, por una parte, a las valoraciones sociales
y al significado que comunitariamente se le confiere a la longevidad,
pero, por otra parte, también a la relevancia que tiene la demografía para
los estudios de población, políticas públicas e intervenciones alusivas a
la juventud y que requiere marcar limitantes entre su inicio y término.
Por lo anterior, se precisa que en este artículo tomamos la definición de
la OMS, que posiciona a las juventudes entre el rango de 15 a 29 años,
aunque vale señalar (como se detalla más adelante) que la menor edad
de los informantes que participaron en las entrevistas fue de 17 años.
Por otra parte, las investigaciones que articulan maternidad y
paternidad con juventud han resuelto en la necesidad de dejar de abor-
dar el tema como una situación indeseable, por la suposición de que
los jóvenes están fuera de tiempo para recibir un hijo (Saldaña, 2017, p.
223). Esta postura, lejos de profundizar en la complejidad de las causas
y consecuencias que tiene la llegada de un bebé en las vidas individuales,
se limita a encasillar, sobre todo a las mujeres, como irresponsables, sin
tomar en cuenta la capacidad de agencia que tienen sobre sus cuerpos
y decisiones reproductivas. Así, investigadoras como Castillo (2015),
Castañeda (2015) y Arvizu (2021) han analizado a mayor profundidad
las experiencias personales de la maternidad y cómo las asignaciones
de género llevan a que las jóvenes hagan ajustes a sus planes de vida,
como dejar de estudiar y retornar hasta que los hijos tienen mayor edad
o suspender definitivamente y conseguir trabajos temporales para no
descuidar la crianza. Por su parte, sobre los varones, Martínez (2014)
argumenta que la paternidad se vuelve una reafirmación de la virilidad
de los jóvenes y que está fuertemente asociada con el rol de proveedor,
ya que el nacimiento del primogénito acelera el ingreso y privilegia la
permanencia de los hombres en el mercado laboral.
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Revista de investigación y divulgación sobre los estudios de género
Año 1 / Número 2 / Septiembre 2023 - febrero de 2024
Este artículo tiene el propósito de analizar cómo influye la ma-
ternidad y paternidad cuando ésta ocurre durante la juventud (15 a 29
años), en las posibilidades y experiencias de hombres y mujeres, y en qué
medida presentan diferencias por género. Consideramos importante to-
mar en cuenta que los jóvenes se desenvuelven en contextos diferenciados
donde sus oportunidades no son iguales. Muchas veces sus decisiones y
posibilidades se ven reducidas, no sólo por la maternidad y la paternidad,
sino también por las condiciones estructurales y contextuales en las que
se hallan inmersos, tales como la falta de empleos, pocas alternativas edu-
cativas y limitadas redes para el cuidado. Esto nos hace preguntarnos si
sólo los eventos de vida de maternidad y paternidad generan diferencias
en las oportunidades de trabajo o académicas de los jóvenes, o en qué
medida éstos parten de contextos sociales desiguales, lo que les aventaja
u obstaculiza en el avance en sus trayectorias educativas o laborales. Tam-
bién nos cuestionamos cómo influyen las asignaciones de género sobre la
maternidad y paternidad en los planes de vida de jóvenes y cómo es que la
llegada de un hijo involucra responsabilidades y prioridades diferenciadas
para hombres y mujeres.
Para dar respuesta a los cuestionamientos anteriores, este artícu-
lo está estructurado de la siguiente manera: el primer apartado expone
la conducción metodológica del trabajo y se muestran los principales
resultados; posteriormente, se aborda el análisis y la discusión sobre las
características y desigualdades de las maternidades y paternidades juve-
niles, soportados también por algunos datos que se trabajaron a partir
de encuestas nacionales sobre la trayectoria laboral, académica y familiar
de las juventudes mexicanas y, finalmente, se presentan las conclusiones.
Resultados
Una mirada a las características y desigualdades de las maternidades y
paternidades juveniles
La transición a la vida adulta enmarca un proceso en el que se experimen-
tan, de manera heterogénea, distintos eventos importantes en la biografía
de una persona. Uno de estos eventos, que cada vez es más postergado
177
Análisis de las experiencias y oportunidades educativo-laboral de jóvenes madres y padres...
Arvizu Reynaga, V.| Pp. 173-201
por las juventudes (Martínez, 2014), es la experiencia de maternidad y
paternidad. Como se indicó en la introducción, las tasas de fecundidad
hasta los 29 años se han desacelerado, con una reducción en el número
de descendientes acumulados por mujeres y hombres durante esa etapa
de vida (Páez y Zavala, 2018) a consecuencia de factores como el re-
conocimiento de los derechos reproductivos, mayor acceso a métodos
anticonceptivos y el creciente ingreso de las mujeres al ámbito educativo
y mercado laboral. Asimismo, ha incrementado la edad mediana en que
las mujeres se convierten en madres, la cual pasó de 20 años en la década
de los cincuenta, a 23 años en el último lustro (INEGI, 2019b). Por su
parte, la edad mediana en que los varones reciben a su primer hijo se ha
mantenido más o menos estable desde mediados del siglo pasado, dilu-
cidando entre los 23 y los 24 años (Martínez, 2014; INEGI, 2019b). De
este modo, la maternidad y paternidad suelen iniciar en edades juveniles.
1
La concepción social que se tiene sobre la maternidad y paternidad
ha tenido variaciones contextuales y temporales, con las cuales se ha pa-
sado de un sistema estructurado de obediencia rotundamente patriarcal a
un sistema de formación, producción y reproducción de las herramientas
sociales y culturales que los miembros, en especial las infancias, necesitan
para incorporarse socialmente (Elias, 1998). Por consiguiente, también las
prácticas maternas y paternas han cambiado, dando paso a la diversidad
en la dinámica de los hogares, en la estructura familiar y en las edades
en que se recibe al primer hijo, las cuales cada vez son más postergadas.
Uno de los motivos por los cuales se posterga la maternidad y
la paternidad es porque cada vez más jóvenes deciden apostar por la
formación educativa y la experiencia laboral antes que tener hijos. En
este sentido, Pérez (2014) refiere cómo una mayor escolarización y la
1 Es pertinente aclarar que en este trabajo se opta por hablar de maternidades y paternidades
juveniles, no de adolescentes. Uno de los motivos es, como se ha precisado, la condición eta-
ria en la que se enmarca la población de estudio; sin embargo, es importante destacar que el
estudio de la maternidad y paternidad adolescentes tiene causas y consecuencias que requeri-
rían profundizar, como el acceso y la atención a la salud, la educación integral en sexualidad,
el acceso a métodos anticonceptivos y, en general, garantizar el cumplimiento de los dere-
chos sexuales y reproductivos de las adolescencias (Arvizu et al., 2022) sin una visión tutelar
o adultocéntrica.
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Revista de investigación y divulgación sobre los estudios de género
Año 1 / Número 2 / Septiembre 2023 - febrero de 2024
apertura de oportunidades laborales, principalmente para las mujeres, han
ampliado la distancia temporal entre la ocurrencia de los eventos de vida
de salida de la escuela, ingreso al trabajo y formación familiar en México.
Sin embargo, esto no ocurre en todos los casos; por ejemplo, pese a que
hay evidencia de que la educación es uno de los principales factores que
retrasan la llegada de un hijo durante la juventud, esto no significa que
estar inscrito a la escuela sea un inhibidor de la maternidad o la paternidad.
Así, aportaciones como las de Castillo (2015), Castañeda (2015) y Arvizu
(2021) indagan sobre los padres o madres que a la vez son estudiantes y
encuentran que hay mayor discontinuidad en sus trayectorias educativas
comparadas con quienes no tienen hijos, tales como suspensiones más
prolongadas y un avance más lento en los niveles escolares.
Por su parte, si bien la maternidad o paternidad puede llevar al
cese de actividades escolares, también hay casos en los que ocurre primero
la suspensión de los estudios, y durante ese período, forman una familia
(Pérez, 2014); o bien, hay jóvenes que deciden combinar la maternidad
o paternidad con la educación, asumiendo la doble responsabilidad que
esto conlleva (Arvizu, 2021; Castañeda, 2015).
En continuidad, la relación entre juventud y trabajo ha sido un
campo de investigación bastante amplio, por una parte, porque se ha
encontrado que el ingreso al mercado laboral es una de las primeras
transiciones realizadas por los jóvenes, la cual suele iniciarse alrededor de
los 15 años (Echarri y Pérez, 2007). Para los varones, el rol tradicional de
proveedor les presiona en su ingreso al primer empleo y la permanencia
en el trabajo (Martínez, 2014), de tal modo que son más los hombres
jóvenes que se encuentran empleados con menor edad (menores de 18
años). En el caso de las mujeres, aunque se ha dado un incremento de
su autonomía económica (Mancini, 2014), suelen hacer mayores sacrifi-
cios relativos (Watkins y Rojas, 2019, p. 132), como reducir tiempo a la
crianza y el cuidado; por tal motivo, optan por realizar actividades que
les permitan conciliar el trabajo con el ámbito familiar, teniendo empleos
menos remunerados, informales, eventuales, de medio tiempo y con poca
o nula seguridad laboral (Mier y Terán et al., 2017).
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Análisis de las experiencias y oportunidades educativo-laboral de jóvenes madres y padres...
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El análisis de los antecedentes teóricos sobre el cruce de mater-
nidad/paternidad y educación, han denotado que quienes tienen hijos
son más desfavorecidos en logros educativos (Pérez, 2014). Para ilustrar,
los datos del INEGI (2019b y 2021) revelan que los jóvenes de 20 a 24
años
2
tienen diferencias sustantivas si son madres o padres: para los va-
rones, 36.3% de quienes no tienen hijos alcanzan la educación superior,
mientras que 5.8% de quienes son padres llegan a este nivel educativo;
en las mujeres los porcentajes son similares, 41.7% para quienes no son
madres y 7.7% para las que sí lo son.
Por otra parte, en la revisión de la literatura encontramos que la
condición laboral de las juventudes tiene una fuerte conexión con lo que
acontece en su trayectoria familiar, tal como las uniones y el nacimiento
de los hijos (Mier et al., 2017; Mancini, 2014). Según datos del Registro
de Nacimientos en México (INEGI, 2019b) y de la Encuesta Nacional
de Ocupación y Empleo (ENOE) del Instituto Nacional de Estadística
y Geografía (INEGI, 2021), 85.68% de los varones de entre 15 y 19 años
que son padres están ocupados laboralmente, a diferencia de sus coetáneos
sin hijos, que son 38.1%. Esto se vincula con lo expuesto por Martínez
(2014, p. 81) cuando sostiene que, si bien la población masculina ante-
pone el inicio de la vida laboral al comienzo de la vida como padre”, la
paternidad es un evento vital que lleva a los varones a priorizar el trabajo
y, por tanto, a buscar la permanencia más prolongada en él.
Contrariamente a los varones, las mujeres suelen tener menor
representatividad en el mercado laboral, y esta posibilidad decrece cuando
son madres. Como ejemplo, para el rango etario de 25 a 29 años, cerca de
60% de las mujeres sin hijos están empleadas, mientras que sus congé-
neres madres no alcanzan ni 30% (INEGI, 2019b; 2021); incluso se ha
demostrado que las mujeres muestran mayor precariedad en los trabajos
y salarios, y menor posibilidad de ascenso (Mancini, 2014), esto aunado a
la maternidad y la carga adicional del trabajo no remunerado que incluye
las labores domésticas y de cuidado, las cuales siguen siendo realizadas,
mayoritariamente, por las mujeres. A su vez, los datos del INEGI (2019a)
2 Edades en las que comúnmente se estudia el nivel terciario, cuya escolaridad es mayor al ba-
chillerato.
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denotan que entre siete y ocho de cada 10 jóvenes madres mayores de 20
años desempeña trabajo no remunerado, cifra que incrementa en el grupo
etario de 15 a 19 años en las que nueve de cada 10 realiza dichas labores.
Los datos de la ENOE (INEGI, 2021) reflejan que el principal
motivo de abandono laboral de las mujeres jóvenes (con mayor incidencia
de 20 a 29 años) es por matrimonio, embarazo o atender responsabilidades
familiares, mientras que los principales motivos de los varones fueron
retomar la trayectoria educativa o seguir estudiando, así como superarse
laboralmente. Este dato refleja en qué medida inciden las asignaciones de
género con respecto al trabajo que desempeñan las madres (cuidadoras)
y los padres (proveedores) en la permanencia y abandono laboral.
Este apartado concluye que los eventos de maternidad y pater-
nidad generan desventajas en las trayectorias educativas y laborales de
los jóvenes. En materia educativa es notorio que las mujeres que no son
madres presentan mayor escolaridad que los varones, pero esta ventaja
se pierde con la maternidad, y tanto hombres como mujeres con hijos
tienen menores niveles educativos que quienes no son padres o madres.
Estos datos apuntan a una relación entre la maternidad/paternidad con
una escolaridad más baja, lo que la literatura precedente ha explicado
con la dificultad de llevar en simultáneo las responsabilidades educativas
con las familiares. Sin embargo, hay otros factores asociados al progreso
educativo de las madres y padres jóvenes, factores que se atenderán con
particularidad en los resultados de este trabajo.
Los resultados cuantitativos correspondientes al ámbito laboral
reflejan diferencias entre el ingreso y la permanencia laboral de hombres y
mujeres, tengan o no descendencia, En concordancia con las investigacio-
nes, se encontró que los varones suelen ingresar al mercado laboral antes
que las mujeres; no obstante, al cruzar este dato con maternidad y pater-
nidad, el hallazgo fue que recibir un hijo en edades jóvenes incrementa la
posibilidad de que los hombres permanezcan ocupados remuneradamente,
mientras que con las mujeres madres sucede lo contrario; disminuye su
ocupación remunerada e incluso las responsabilidades familiares son un
motivo de abandono laboral. La repartición de labores remuneradas y no
remuneradas está sostenida por los roles tradicionales de género; así, los
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Análisis de las experiencias y oportunidades educativo-laboral de jóvenes madres y padres...
Arvizu Reynaga, V.| Pp. 173-201
hombres cubren la manutención, mientras que las mujeres se desempeñan
en el cuidado, crianza y actividades del hogar.
Metodología
Este trabajo se condujo con una metodología cualitativa con el objetivo
de obtener los testimonios de jóvenes madres y padres de la Ciudad de
México, para así analizar sus percepciones y experiencias sobre cómo
influye la maternidad y paternidad en el ámbito laboral y educativo.
Esto se logró a través de 21 entrevistas semiestructuradas aplicadas a
personas del rango etario de 17 a 29 años que tuvieran la característica
de ser madres o padres y que residen, estudian o laboran en la Ciudad de
México. Las entrevistas parten de dos trabajos de investigación, el pri-
mero deriva de una tesis doctoral sobre maternidades y paternidades de
jóvenes estudiantes, para el cual se recabaron nueve entrevistas realizadas
en 2018 con jóvenes que, en ese momento, se encontraban estudiando
su licenciatura. El segundo fue una investigación que se desempeñó en
2021 con el propósito de recuperar las narrativas de hombres y mujeres
jóvenes con hijos que laboran en el comercio popular
3
en la Ciudad de
México, y para el cual se realizaron un total de 12 entrevistas.
Las entrevistas se obtuvieron a través de personas clave que apo-
yaron la búsqueda de informantes, ya sea con coordinadoras académicas,
en el caso de los estudiantes, o de líderes de comerciantes, para quienes
se dedican a estas actividades. A partir del primer contacto también se
consiguieron participaciones por el método de bola de nieve, mediante
la recomendación de otros entrevistados. Quienes accedieron a participar
en la entrevista recibieron una carta de consentimiento informado donde
se les hizo saber que sus testimonios serían utilizados sólo para fines aca-
démicos y se les preguntó si querían que se les citara con su nombre de
pila o de manera anónima; sólo una entrevistada optó por el anonimato.
Vale apuntar que se solicitó convocar a jóvenes que abarcaran el
rango etario de entre 15 a 29 años, aunque, como se señaló en la intro-
3 El comercio popular o economía popular, según Giraldo (2017), son las actividades produc-
tivas que desempeñan las personas de sectores sociales de bajos recursos para la subsistencia.
Estas actividades están inscritas en un panorama de informalidad: sin contratos, prestaciones
o garantías laborales.
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Revista de investigación y divulgación sobre los estudios de género
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ducción, la informante de menor edad con la que se tuvo contacto fue
una mujer de 17 años. Los datos sociodemográficos de los participantes
en las entrevistas están registrados en el cuadro I.
Cuadro I
Datos sociodemográcos de los informantes
Nombre Sexo Edad
Condición
civil
Hijos
Edad de hijos/
hijas
Último grado educativo
Ana Femenino 29 Separada 4
4, 10, 12 y 18
años
Bachillerato trunco
Anaid Femenino 27 Soltera 1 9 años
Licenciatura completa en
matemáticas
Anónima Femenino 29 Separada 2 4 y 12 años Bachillerato en curso
Berenice Femenino 25 Unión 1 6 meses Licenciatura en curso
Brenda Femenino 27 Unión 2 3 y 6 años Licenciatura trunca
Celeste Femenino 26 Soltera 1 5 años Licenciatura en curso
Dulce Femenino 29 Separada 2 6 años y 6 meses Secundaria completa
Flor Femenino 23 Soltera 1 2 años Licenciatura en curso
Gabriela Femenino 26 Unión 2 4 y 8 años Bachillerato completo
Jessica Femenino 24 Casada 2 1 y 2 años Licenciatura en curso
Julia Femenino 25 Soltera 1 7 años Licenciatura en curso
Karina Femenino 20 Unión 1 4 meses Licenciatura en curso
Mahatma Femenino 29 Unión 3 5, 9 y 12 años
Licenciatura completa en
Negocios
Tania Femenino 26 Casada 1 5 años Licenciatura en curso
Vanessa Femenino 17 Unión 1 6 meses Primer año de secundaria
Victoria Femenino 28 Separada 1 8 años
Licenciatura completa en
Sociología
Alan Masculino 29 Soltero 2 5 y 7 años Secundaria completa
Julián Masculino 29 Unión 3 1, 6 y 8 años Primaria completa
Julio Masculino 28 Unión 2 6 y 7 años Primer grado de secundaria
Levi Masculino 26 Soltero 1 6 años Licenciatura en curso
Michelle Masculino 29 Unión 2 4 y 8 años Primer grado de primaria
Fuente: Elaboración propia.
Es importante mencionar que, aunque los dos trabajos que sirvie-
ron para este artículo partieron de objetivos diferenciados (estudiantes y
trabajadores con hijos, respectivamente), éstos convergieron en algunos
aspectos que fueron cruciales para el desarrollo de este trabajo y que se
especifican a continuación.
Primero, en ambos se utilizó la perspectiva teórico-metodológica
de curso de vida que permite analizar cómo se ordenan los eventos vitales
que llevan a los jóvenes al tránsito a su vida adulta (salir de la escuela,
ingresar al mercado laboral, tener independencia económica, unirse y tener
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Análisis de las experiencias y oportunidades educativo-laboral de jóvenes madres y padres...
Arvizu Reynaga, V.| Pp. 173-201
hijos). Para Sepúlveda (2013), Mora y De Oliveira (2009), esta perspectiva
permite reconocer no sólo cuáles son, en qué secuencia y con qué inten-
sidad ocurren los eventos biográficos que una persona reconoce como
sustantivos para su proceso de maduración, sino que, además, propician
identificar el significado que se les confiere a estos eventos y reconocer
los contextos y modalidades en que las personas expresan su identidad.
Según Blanco y Pacheco (2003), hay tres conceptos principales
que están presentes en el análisis del curso de vida, uno de ellos son las
trayectorias, que hacen referencia a la ruta biográfica (sin una secuencia o
ritmo estipulado) que se traza a lo largo de la vida y que incluye distintos
ámbitos en que se desempeñan los actores, como el trabajo, la escuela o
la familia (Ídem). Luego, las transiciones que son eventos (planeados o
no) inmersos en la trayectoria que marcan un cambio de posición en la
línea de vida. Y los turning point, que son sucesos inesperados que mo-
difican de forma radical el trayecto de vida de un sujeto, como puede ser
el nacimiento de las o los hijos. En este sentido, la perspectiva de curso
de vida fue crucial para conocer cómo los eventos laborales, familiares
y escolares repercuten (positiva o negativamente) en las experiencias y
decisiones de los jóvenes, y cuánto se ven afectados estos eventos por
oportunidades de vida limitadas, como menor acceso a la educación,
oportunidades laborales reducidas, escasos apoyos para el cuidado de las
infancias, entre otras.
La segunda perspectiva empleada en el análisis fue la de género
(PEG), la cual resultó necesaria para entender las asignaciones sociales que
aún se adjudican a la maternidad y paternidad y que, como se mostrará en
los resultados, se han asentado en una desigualdad de corresponsabilidad
entre hombres y mujeres. La PEG ha sido útil como instrumento analítico
para detectar situaciones de exclusión y condiciones de desventaja, sobre
todo, de las mujeres (Miranda-Novoa, 2012), aunque las investigaciones
basadas en esta perspectiva no sólo se enfocan al género femenino, sino
que se “trata de conseguir que tanto ellas como los varones participen
en las distintas facetas de la vida en un plano de igualdad, es decir, sin
reglas rígidas de género (Niranda-Novoa, 2012, p. 347). Asimismo, afir-
ma Mummert (2003, p. 368) que centrar la atención sólo en las mujeres
184
Revista de investigación y divulgación sobre los estudios de género
Año 1 / Número 2 / Septiembre 2023 - febrero de 2024
llevaría a perder la oportunidad de entender a mayor profundidad la
realidad cotidiana entre las relaciones de ambos sexos: “Sólo así podremos
comprender los mecanismos por medio de los cuales se han forjado una
distribución desigual de poder entre hombres y mujeres en México.
Así, en este artículo interesa tener un conocimiento más profundo de
los varones en su experiencia de paternidad y la corresponsabilidad que
asumen en el cuidado, crianza y manutención de las infancias.
Para profundizar en lo anterior, fue indispensable analizar los
relatos desde el enfoque biográfico con el cual se reconstruye, a partir de
la memoria de las personas, sus experiencias, significados y precisiones
en su curso de vida (Lindón, 2000). Considerar el enfoque biográfico
significa tomar en cuenta cómo las decisiones y oportunidades de los
sujetos (implícitas o explícitas en sus narraciones), modifican su biogra-
fía, con lo cual es complementario al curso de vida para comprender las
construcciones subjetivas que llevan a cabo tanto hombres como mujeres
sobre el pasado, presente y futuro de su propia vida dentro del contexto
social en el que están inmersos” (Pries, 1996, p. 396). De manera resumida,
este enfoque permitió una mirada particular a las individualidades de los
jóvenes que participaron en las investigaciones.
Un segundo punto coincidente en los trabajos que fueron base
para este artículo fue que la estructura de las guías de entrevista incluyó,
para ambos casos, el objetivo de recuperar información sobre las tra-
yectorias familiar, laboral y escolar de los jóvenes. Sobre la trayectoria
familiar abarca los comportamientos reproductivos y los eventos vitales
de la dinámica familiar, tales como como la nupcialidad, el cambio de
residencia, la autonomía de los progenitores, la maternidad o paternidad.
La trayectoria laboral considera el historial de empleos remunerados, así
como las actividades no remuneradas. Finalmente, la trayectoria educativa
refiere al progreso en los grados y niveles de escolaridad.
El último punto de convergencia en la conducción metodológica
de ambos trabajos fue el proceso con el cual se analizaron los relatos.
Para ello, se utilizó el software de análisis cualitativo Maxqda, en el cual
se vaciaron, de forma manual, las transcripciones de las entrevistas y se
crearon familias de códigos a partir de las dimensiones y categorías de
185
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Arvizu Reynaga, V.| Pp. 173-201
las guías de entrevistas (figura I). Luego se procedió a codificar los frag-
mentos y a obtener los resultados, a partir de patrones encontrados, los
cuales se presentan en el siguiente apartado.
Figura I
Estructura para el desarrollo de las guías de entrevista
Fuente: Elaboración propia.
Análisis
Jóvenes entre escuela, familia y trabajo. Patrones de diferenciación en sus
eventos vitales
A partir del análisis de las entrevistas se han creado cuatro patrones de
diferenciación según el cruce de los eventos educativo-laborales con la
maternidad y paternidad. Se entiende por patrones a las situaciones reite-
186
Revista de investigación y divulgación sobre los estudios de género
Año 1 / Número 2 / Septiembre 2023 - febrero de 2024
rativas en los testimonios y que son aplicables a un conjunto de personas.
Así, los patrones obtenidos fueron los siguientes:
Patrón 1: Los jóvenes suspenden la educación y luego se vuelven
madres o padres.
Patrón 2: Los jóvenes reciben un hijo durante la escolarización.
Patrón 3: Los jóvenes que son padres comienza a trabajar con
menor edad.
Patrón 4: Las oportunidades laborales de las jóvenes se estancan
con la maternidad.
Para profundizar en el análisis se desarrollan a continuación los
principales hallazgos obtenidos en relación con los patrones antes ex-
puestos y los testimonios de los entrevistados.
Patrón 1. Los jóvenes suspenden la educación y luego se vuelven madres o padres
En este patrón se integran los jóvenes en cuya biografía ocurre primero la
suspensión escolar, situación que desencadena otros eventos vitales, como
el inicio de las actividades laborales, la salida de la casa materno-paterna,
las uniones y el nacimiento de los hijos. Así, estos jóvenes presentan un
ordenamiento biográfico distinto al que tradicionalmente enmarca el
tránsito de la juventud a la adultez. También se observa que para este
patrón es común que los jóvenes provengan de contextos sociales más
desaventajados, tanto económicamente como en las oportunidades labo-
rales y de estudio, pues casi siempre tienen que suspender la educación
en los niveles de primaria o secundaria:
Es que ya no estaba estudiando, me salí de estudiar. De hecho,
antes de que me embarazara me había salido de la secundaria abierta
(Vanessa, 17 años).
A estas juventudes la maternidad y paternidad les llega en edades
más tempranas, principalmente antes de la mayoría de edad (18 años).
Esta es una situación que desencadena varios arreglos en sus jornadas
diarias, desde buscar distintas vías para tener ingresos económicos (como
las ventas), cambiar de residencia con la familia de la pareja o conformar
un nuevo hogar. A su vez, estas madres y padres jóvenes tienen menores
posibilidades de retorno escolar o, en su caso, tardan más en reincorpo-
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Análisis de las experiencias y oportunidades educativo-laboral de jóvenes madres y padres...
Arvizu Reynaga, V.| Pp. 173-201
rarse por las responsabilidades que han adquirido con los hijos, ya que
éstas les restan el tiempo que deben dedicar a la educación y aumentan
el gasto familiar.
Terminé la primaria, me dediqué a trabajar, me casé y llega-
ron mis hijos. En mi caso, la verdad es que si tuviera la posibilidad yo
seguiría estudiando, pero me encuentro que, o les doy alimentación a
mis hijos o me dedico a querer estudiar, pero siempre uno como padre
va a preferir darle a sus hijos ( Julián, 29 años).
Otra situación es cuando las juventudes no logran establecer su
vínculo con las escuelas, ya sea porque tienen expectativas distintas a las
que les ofrece la escolarización, porque ocurren eventos o experiencias de
vida que los llevan a hacer reacomodos de su tiempo y responsabilidades, o
porque existe algún requisito o circunstancia institucional que les dificulta
la continuidad. Así, en algunos testimonios resaltó cómo la operatividad y
reglamentaciones de las escuelas pueden ser excluyentes para las juventu-
des que transitan por ellas, tal es el caso de los horarios de clase, algunos
requisitos de permanencia (como la movilidad académica, el idioma o el
servicio social) o los costos de las colegiaturas y gastos escolares.
Terminé la preparatoria e inicié el primer bimestre de la
universidad, pero dejé de estudiar por mi fuente de ingreso. No podía
pagarla, no había quién me apoyara, no podía correr con los gastos de
mi escuela y tuve que dejarla (Brenda, 27 años).
Finalmente, en este patrón también encontramos que la entrada
a la maternidad y la paternidad vulnera trayectorias y limita oportuni-
dades que, ya de por sí, eran reducidas para estos jóvenes que tuvieron
que dejar la escuela en los niveles básico o medio superior. Esto tiene
relación, por una parte, con los arreglos que conlleva el nacimiento de
un hijo en cuanto a planes de vida, actividades diarias y las demandas de
cuidados y manutención. Pero, por otra parte, también se relaciona con
la edad en la que inicia este evento vital en donde incide el imaginario
social acerca de las edades en las que se debería ser madre o padre, lo
que no les libra de señalamientos y presiones por la toma de decisiones
con respecto a su vida familiar. Al respecto, Saldaña (2017) argumenta
que la llamada maternidad temprana no sólo afecta a las adolescentes,
sino también a las mujeres de hasta 24 años, a las que se embarazan sin
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Año 1 / Número 2 / Septiembre 2023 - febrero de 2024
planearlo o sin estar en matrimonio, y que la maternidad es una carga
de asignaciones representada en discursos sociales e institucionales que
estigmatiza y desempodera a las mujeres (Ídem). En un sentido similar,
para los varones la normativa masculina tiene un peso importante en sus
decisiones de responsabilizarse o no de su paternidad cuando ésta inicia
en edades juveniles (Botello, 2020). Uno de los mandatos de mayor peso
es la manutención, notorio en el caso de los entrevistados que, vale señalar,
todos se habían responsabilizado de sus descendientes, lo que les lleva a
preferir el trabajo remunerado antes que la educación. No obstante, las
paternidades ausentes son una realidad latente en las dinámicas sociales
de México, y aunque estos jóvenes padres no fueron el motivo de este
trabajo, siguen siendo un tema relevante, no sólo para entender las pa-
ternidades juveniles, sino el fallo o la falta de empuje de las políticas de
corresponsabilidad para criar a las infancias.
Patrón 2: Los jóvenes reciben un hijo durante la escolarización
Un resultado de las investigaciones que se abocan a analizar la maternidad
y paternidad en jóvenes es que la escolaridad retrasa la llegada del primer
hijo (Castañeda, 2015; Castillo, 2015; Arvizu, 2021); sin embargo, dado
que la edad fecunda se imbrica con las edades en las que se cursan los
niveles de escolarización, está latente la posibilidad de que los jóvenes se
vuelvan madres o padres mientras estudian. Así, en este patrón se coloca
a jóvenes que reciben un hijo durante la educación. Se encontró que no
siempre abandonan los estudios a causa de este evento, sino que algunos
suspenden por cortos períodos y otros continúan hasta culminar el nivel
educativo.
No, de hecho, iba a nacer en vacaciones y se adelantó, nació
en la última semana de clases y tuve que pedir permiso a mis maestros
para entregar mis trabajos finales. De hecho, sólo tuve descanso de mes
y medio, lo que es de vacaciones, la cuarentena y unos cuantos días.
Recién salida del hospital, con cesárea y todo, estuve trabajando con
la computadora para entregar mis trabajos finales (Karina, 20 años).
Los/las jóvenes continúan con sus estudios gracias a las redes de
apoyo (Castañeda, 2015; Castillo, 2015; Arvizu, 2021), ya sea en su fa-
milia o en las escuelas, que les auxilian para que puedan hacerse cargo de
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Análisis de las experiencias y oportunidades educativo-laboral de jóvenes madres y padres...
Arvizu Reynaga, V.| Pp. 173-201
ambos roles: madres/padres y estudiantes. La red familiar (en específico,
las mujeres) suele ser la que principalmente auxilia en el cuidado de los
hijos mientras que los/las jóvenes se encuentran estudiando; además, es
frecuente que reciban apoyo de la familia para sustentar los gastos per-
sonales o de sus estudios.
Mi mamá es mi principal apoyo, o sea, mi papá y mi mamá
me dan el apoyo para seguir estudiando. De parte de mi esposo pues
también, porque luego me ayuda a cuidar al bebé, o me dice, oye te
ayudo a investigar, te ayudo a estructurar cosas, el dinero (Berenice,
25 años).
El tema de las redes de apoyo es crucial, ya que en los testimo-
nios se resaltó que, si bien quienes tienen hijos requieren de esta red
para combinar responsabilidades, también aquellos que no son madres
o padres permanecen y alcanzan niveles educativos más altos si reciben
apoyo económico de sus parientes, o bien si éstos tienen alta valoración
de la educación; sin embargo, la familia no siempre resulta ser un apoyo.
En el caso de las madres jóvenes se obtuvo que una de las trabas para
continuar estudiando fue porque la pareja o algún familiar se los impedía,
bajo el argumento de que ya habían adquirido responsabilidades familiares
y que su tiempo debía ser exclusivo para el hogar y los hijos. Es por esta
situación que algunas dejan los estudios o, en su caso, deciden abandonar
relaciones de pareja o familiares para permanecer estudiando.
Sí, bueno... Yo amo la carrera, la amo por completo, tiene
muchísimas cosas. Siento que ofrece muchísimas oportunidades. Este...
no sé si me gustaría estudiar algo más, tal vez sí un diplomado, muchos
diplomados, pero ya una maestría y demás siento que ahorita como ya
estoy separada [de la pareja] ya no tengo esa oportunidad tanto como
antes, sobre todo porque ahora mis papás no me apoyan igual porque
trabajo y es así de ¡ya, ya! en ese aspecto (Celeste, 26 años).
Sobre la red de apoyo dentro de las escuelas, algunos jóvenes afir-
maron recibir asistencia de docentes o de sus compañeros de clase, tales
como permitirles entregar los trabajos de manera extemporánea, llevar a
los hijos a clases, apoyarles con el cuidado, etcétera. Pero también sucede,
con más incidencia en las madres jóvenes, que el ámbito escolar se torna
hostil y pueden vivir eventos de discriminación, maltratos y exclusión. A
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lo anterior se suma que las escuelas no suelen contar con protocolos de
acción o de género a favor de los estudiantes que son madres o padres, los
apoyos e incentivos económicos para la permanencia de estos estudiantes
son escasos y exclusivamente dirigidos a mujeres.
4
No, no cuento con ningún tipo de beca. Hace como unos tres
meses fui a preguntar a sistemas escolares sobre la beca que dan de
maternidad, porque me habían dicho que la daban, pero fui a preguntar
y me dijeron que ya no la iban a dar, entonces dije ¿qué pasó? y pues
ahorita no tengo ningún estímulo o apoyo de la escuela (Flor, 23 años).
Así, con este patrón se concluye que, si bien la experiencia de ma-
ternidad o paternidad puede llevar a los jóvenes a suspender o abandonar
los estudios, también hay quienes permanecen y combinan responsabi-
lidades escolares y familiares. Se agrega que las mujeres que se vuelven
madres durante la educación refirieron más trabas por parte de sus familias
y de la comunidad escolar para continuar estudiando, de tal manera que
la permanencia educativa no sólo es cuestión de decisión personal, sino
que requiere del apoyo familiar, así como una red y condiciones educativas
que no sean excluyentes y que les faciliten el tránsito educativo.
Patrón 3: Los jóvenes que son padres comienza a trabajar con menor edad
Otro resultado de las investigaciones (Figueroa y Salguero, 2020; Mar-
nez, 2014) es que los varones comienzan a trabajar antes que las mujeres,
dado que la manutención es una responsabilidad que cultural y social-
mente se espera que asuman los varones. La presión aumenta cuando a
esto se añade la paternidad, no sólo por ser cabeza del hogar, sino por
brindar posibilidades de ascenso social para su descendencia (Figueroa
y Salguero, 2020). Por ello, el evento de paternidad acelera el ingreso
de los varones al mercado de trabajo o, bien, para quienes ya trabajaban
antes de ser padres, es más frecuente que se mantengan laborando o que
busquen más de un empleo que les permita cubrir los gastos familiares.
Yo estaba trabajando en el Aurrerá Express y ahí tuve el acci-
dente y así por lo mismo de que no pude trabajar donde estoy, ahora sí
que por la misma necesidad estoy aquí trabajando en el metro. Y así,
4 Como la beca “Elisa Acuña para nivel básico y los apoyos a madres mexicanas jefas de fami-
lia del Conacyt.
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Análisis de las experiencias y oportunidades educativo-laboral de jóvenes madres y padres...
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hay veces que, aunque trabaje allá [Aurrerá Express] me vengo para
acá [metro] a vender para sacar un poco más de dinero (Alan, 27 años).
También es preciso apuntar que la proveeduría masculina es una
de las principales actividades que ronda en los testimonios de los padres
jóvenes. Así, mencionaron que con la paternidad les es difícil renunciar
a su trabajo porque requieren sostener su hogar, de tal manera que no
dejan un empleo sino hasta que consiguen una mejor oportunidad. De
hecho, la manutención inicia desde el momento en que se enteran del
embarazo, por lo que se encargan de recaudar dinero para recibir a sus
hijos y formar su hogar.
Me volví papá cuando estaba estudiando... ¡mentira! ya era
papá y trabajaba en un taxi, de hecho, no tenía ni siquiera la prepa ter-
minada y no hacía otra cosa que no fuera el taxi, no hacía mayor cosa...
cuando me enteré que iba a ser papá estaba estudiando bachillerato
en administración, tenía trabajo en una empresa, un corporativo en
Tacubaya (Levi, 26 años).
Otra estrategia de los varones padres consiste en extender sus
jornadas y “trabajan lo más que pueden cuando lo tienen, porque no hay
certeza de trabajos permanentes y jubilaciones que les aseguren la ma-
nutención de las familias” (Figueroa y Salguero, 2020, p. 21). Lo anterior
también ocasiona que tengan menos tiempo para pasar con los hijos e
involucrarse en su cuidado y crianza.
Yo vivo en La Viga y tengo que llevar a mi hija hasta Mocte-
zuma a la escuela, y lo hago porque yo lo que yo no tuve de educación,
yo se la quiero dar a mi hija. Yo le he dicho a mi hija: “Yo quiero que
tú tengas educación, no quiero que tengas que trabajar en el Metro
como yo (Julio, 28 años).
Con este patrón se reconoce que la paternidad es un evento de
vida que está muy asociado al trabajo remunerado, ya sea porque acelera
la entrada al mercado laboral o porque incrementa la permanencia en el
mismo. También se encontró que cuando un joven se convierte en padre
—y éste asume la paternidad corresponsablemente— es difícil que deje
de laborar; el trabajo se vuelve la principal actividad que desempeñan
por la responsabilidad de manutención, inclusive buscan dobles turnos y
jornadas ampliadas para cubrir los gastos de su familia y el hogar. También
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es preciso anotar que la presión por proveer al hogar y el que destinen
más tiempo al trabajo les limita la convivencia con los hijos; en las en-
trevistas refirieron que una de las desventajas de tener jornadas laborales
extenuantes es que regresan a casa cuando los hijos ya están dormidos
y no pueden involucrarse tanto en su cuidado como quisieran. Este es
un resultado relevante acerca de las limitaciones que tienen los varones
para desempeñar su paternidad cuando las exigencias de proveeduría, e
incluso de masculinidad sobre cómo deben tratar a los hijos, constriñen
su involucramiento en la crianza.
Patrón 4: Jóvenes madres con mayor dedicación a las actividades no
remuneradas
El tema de la conciliación de trabajo y maternidad no es nuevo, muchas
investigaciones han expuesto las dificultades que enfrentan las mujeres
para aparejar el cuidado y la crianza con sus actividades laborales, así
como de la discriminación y exclusión que viven en los ambientes de
trabajo cuando tienen hijos. A pesar de que las madres conforman una
fuerza laboral esencial para la economía de los países, suelen estar sujetas
a una tensión entre la división de su tiempo (hogar y trabajo), a los pocos
permisos y prestaciones que existen para maternar (OCDE, 2005), y a
un deficiente sistema de cuidados cuyo servicio no está al alcance de
todas. A lo anterior se suman las exigencias de género sobre el concepto
de buena madre relacionado con las mujeres entregadas en tiempo y es-
fuerzo a los hijos.
De este modo, como sucedió con la educación, una situación por
la que atraviesan las madres jóvenes es que las parejas o sus familias les
impiden laborar escudándose bajo el discurso de que su total deber es con
los hijos; además, no todas pueden costear estancias infantiles, carecen
de redes de apoyo para sus cuidados o éste les es negado si deciden de-
dicarse a otras actividades fuera del hogar. Saldaña (2017) analiza cómo
en México, dado los escasos recursos gubernamentales que existen para
las madres jóvenes, éstas dependen de sus parejas o sus familias, por ello
suelen acatar las indicaciones del hogar donde permanecen.
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La mamá de mi ex pareja y yo tenemos ideas súper diferentes,
la señora realmente era muy problemática, era grosera conmigo, me
hacía muchas cosas. Entonces llegó un momento en el que ya no podía,
porque en ese entonces ya había regresado a la universidad y no me
sentía apoyada porque no estaba con mi familia... Entonces, pues ya
de ahí llegó un momento en el que ya no pude, tuvimos una discusión
el papá de mi hijo y yo, agarré a mi hijo, agarré una pequeña pañalera
y me fui a mi casa, así, hasta sin dinero, porque estuvo muy grave el
asunto (Victoria, 28 años).
Además, encontramos que las madres jóvenes retrasan su incorpo-
ración a los mercados laborales para dedicarse al cuidado de los hijos en
sus primeros años de vida; o quienes son madres más cerca de la adultez
es más probable que hayan iniciado a laborar antes de la maternidad y
por ello conjuntan ambas responsabilidades.
Aquí [actual trabajo] estoy completamente como redactora,
gano un poquito más con la experiencia que he tenido en otros lugares
donde he trabajado... El niño, afortunadamente, ya es más grande y lo
cuida mi papá, entonces pues es como más fácil que uno tenga tiempo
para trabajar, sobre todo porque ya no necesita tanto de mis cuidados
como cuando estaba chiquito (Celeste, 26 años).
También resaltó el sentimiento de culpa por dejar a sus hijos para
laborar. La culpa está fuertemente asociada a un sistema estructurante de
género en el cual se exige que las mujeres destinen su tiempo y esfuerzo
a la crianza, y está tan arraigado social y culturalmente que es difícil que
las mujeres puedan desprenderse de él.
Lo peor de todo es que vivimos en un sistema donde no hay
contención para las madres, porque no puedes decir: “¡Estoy cansada!
Porque te dicen: Pero, ¡tienes que amar a tus hijos!” “Pero yo no dije
que no los amara, nomás dije que estoy cansada”. “¡No! ¡No! ¡No! ¿Para
eso querías hijos?” (Anónima, 29 años).
Por otra parte, en las entrevistas se encontró que, a raíz de la ma-
ternidad y las uniones, las actividades no remuneradas incrementan, por
lo que la distribución del tiempo de las mujeres se centra, principalmente,
en la crianza y cuidado de los hijos y en labores domésticas. El trabajo no
remunerado sobrecarga de responsabilidades a las mujeres y contribuye
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a la polarización de las oportunidades y a la dificultad de que se inserten
o avancen en su trayectoria laboral (Peláez y Rodríguez, 2020).
Esa es la manera en la que trato como de organizarme entre
mi trabajo y mis hijos. Y bueno pues trato de separar un rato, porque
la comida, la casa, etcétera, no me rinde como al 100% mi tiempo.
Pero en sí, los fines de semana me organizo con mis ventas. El sábado
lo ocupo para entregar y ya que toda la semana la tengo en el hogar
y tengo que cuidar a mis hijos y hacer las tareas y toda esa cuestión
(Brenda, 27 años).
Es importante visibilizar la inequidad que persiste en el desempeño
de las actividades no pagadas y de cómo la permanencia de los roles de
género permea en la inversión inequitativa de tiempo con respecto a las
actividades domésticas, de cuidado y crianza que desempeñan las mujeres,
así como en la oportunidad de realizar labores remuneradas. De hecho,
cuando las madres jóvenes necesitan obtener ganancias económicas, optan
por empleos informales, eventuales y sin seguridad laboral.
Las ventas son una manera de organizar mi tiempo trabajando
un rato y poder ir a los eventos con mis hijos, a las juntas o a la escuela
por ellos. Es más práctico porque en una fábrica no te dan esas faci-
lidades, no puedes ir a eventos o esas cosas y te pierdes muchas cosas
de tus hijos (Ana, 29 años).
Sobre este patrón se resume que, para las mujeres jóvenes, la
llegada de un hijo reduce la posibilidad de mantenerse empleadas re-
muneradamente, y quienes lo hacen se colocan en empleos con menores
oportunidades de ascenso, seguridad y salarios bajos. Las asignaciones
de género asociadas a la maternidad impiden que las mujeres tengan
un progreso en su trayectoria laboral, esto se traduce en barreras de sus
familias o parejas, quienes les prohíben trabajar; por ello, una de las prin-
cipales ocupaciones de las madres jóvenes es el trabajo no remunerado
en actividades de crianza, cuidado y del hogar.
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Conclusiones
Este artículo se propuso responder cómo la ocurrencia de la materni-
dad y la paternidad durante la juventud incide en las oportunidades y
experiencias educativas y laborales. Al respecto, el primer señalamiento
es que en la introducción se planteó el supuesto de que las condiciones
heterogéneas de procedencia de las juventudes, así como las asignaciones
sociales de género que se tienen sobre la maternidad y la paternidad gene-
ran disparidades en las posibilidades y experiencias laborales y educativas,
y que no es sólo la llegada de un hijo lo que causa las desigualdades en
estos ámbitos. Con los testimonios se pudo comprobar este supuesto y se
encontró que, más bien, la maternidad y paternidad en edades juveniles
exacerban las desigualdades con sus correspondientes matices.
Por un lado, en el ámbito educativo, la principal divergencia que
tienen las madres y padres jóvenes ante sus coetáneos sin hijos es la
posibilidad de lograr niveles educativos más altos. Así, las madres y los
padres alcanzan los niveles de secundaria o bachillerato, mientras que
quienes no tienen hijos avanzan a la educación media o superior. Los
jóvenes denotaron la dificultad que tienen para compaginar estudios
con la maternidad y paternidad por los compromisos adquiridos con los
hijos, principalmente el sustento, por parte de los varones, y el cuidado
en el caso de las mujeres. Por otra parte, se encontró que los requisitos,
la normatividad y la vida escolar se vuelven un obstáculo para que los
jóvenes con hijos continúen su educación, tales como la falta de permisos
o de empatía por parte de los actores de la comunidad educativa, las altas
colegiaturas o requerimientos para la continuidad, como el promedio, el
servicio social, entre otros.
Las entrevistas también arrojaron que la maternidad y la pa-
ternidad no siempre son motivo de interrupción escolar. Un resultado
relevante fue que hay quienes deciden estudiar y ser madres o padres a la
vez, esto sucede, principalmente, si cuentan con una red de apoyo familiar
que les auxilie en el cuidado de los hijos o en el sostenimiento de sus
gastos escolares (Castañeda, 2015; Castillo, 2015; Arvizu, 2021). Además,
hay quienes refirieron haber dejado la escuela antes del nacimiento de sus
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hijos, y es a partir de suspender la educación que viven otros eventos como
las uniones, la salida del hogar de origen y la maternidad o paternidad.
Especialmente para estos jóvenes, aunque quisieran regresar a los estudios,
el retorno se vuelve complejo por la exigencia de la dinámica familiar o,
en el caso específico de las madres jóvenes, reciben prohibiciones sociales,
familiares o de pareja para continuar estudiando.
Sobre el cruce de juventud y trabajo se encontró disparidad en el
ingreso, permanencia y actividades que desempeñan hombres y mujeres,
dichas diferencias se perpetúan e incrementan con las asignaciones que
social y culturalmente se adjudican a la maternidad y paternidad, y que
se enmarcan en estereotipos de género en los cuales los hombres son los
responsables del trabajo pagado y la manutención, mientras que las mu-
jeres se enfocan a las actividades de reproducción social sin remuneración,
como el hogar y el cuidado. La trayectoria laboral de los varones inicia
antes que la de las mujeres, y cuando tienen hijos el rol de proveedor
los lleva a entrar anticipadamente al mercado de trabajo o mantenerse
laborando; por ello, en las entrevistas, los varones padres refirieron la ne-
cesidad de tener más de un empleo o alargar sus jornadas laborales para
obtener mayores ingresos y sostener su hogar. Esta situación impacta en
la corresponsabilidad que los varones tienen respecto a la crianza de sus
hijos pues, aunque algunos manifestaron su deseo de participar más en
las labores de cuidado y pasar más tiempo con su familia, lo extenuante
de la jornada laboral limita el tiempo que les resta para este cometido.
Con las mujeres, la maternidad implica la suspensión o retraso
del primer empleo, su posibilidad de estar ocupadas remuneradamente
se reduce a la mitad si se les compara con las jóvenes que no son madres.
En los testimonios resaltan dos causas de esta situación, por una parte,
al igual que con la educación, las mujeres reciben juicios y prohibiciones
(principalmente de la pareja y la familia) si deciden dedicarse a actividades
distintas al cuidado, crianza o quehaceres domésticos. La segunda, es por
el poco apoyo que reciben para el cuidado de los hijos; aunque algunas
cuentan con una red familiar que les auxilia en estas labores, ellas son
quienes desempeñan la mayoría de las actividades de crianza; además, no
todas tienen acceso a una estancia infantil pública o no cuentan con la
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posibilidad económica para pagar un servicio particular para el cuidado
de sus hijos.
Adicionalmente, las mujeres madres refirieron a la distribución
inequitativa del trabajo no remunerado y de cómo estas actividades in-
crementan con la maternidad. Aunque ya se expusieron las limitantes que
tienen los varones padres en cuanto al tiempo que les resta de sus jornadas
diarias para estas tareas, también se ha argumentado que el nacimiento de
un hijo es una situación que, prácticamente, reduce el panorama laboral
de las mujeres y las relega al ámbito privado, por ello algunas parejas y
familiares les discuten cuando tienen aspiraciones distintas al trabajo
doméstico y de cuidado. En este sentido, las madres son el grupo que se
ve en mayor desventaja laboral y económica, no sólo ante sus congéneres,
sino también frente a los varones padres y no padres.
Por último, se apuntan algunos temas de agenda que por objetivos
y conducción del trabajo no fue posible abordar o profundizar; sin em-
bargo, son relevantes para el estudio de la maternidad y la paternidad en
edades juveniles. El primero, es notar que los trabajos que se emplearon
para este artículo utilizaron poblaciones juveniles de contextos populares
y únicamente de la Ciudad de México, por lo que valdría la pena un es-
tudio más amplio que se ocupara de analizar otros sectores sociales, por
ejemplo ¿qué pasa en las clases medias o altas donde también ocurren
estos eventos vitales en la biografía de los jóvenes?, o ¿cómo se dan las
posibilidades educativas y laborales en contextos no capitalinos, como
los rurales, indígenas, los del norte o sur del país? Adicionalmente, se
plantea la pertinencia de contrastar las condiciones etarias en las que se
da el nacimiento del primer descendiente. La muestra de este estudio
no fue suficiente para contrastar por grupos de edades; sin embargo, es
importante diferenciar lo que acontece en la adolescencia, cuyas causas y
consecuencias tienen otras connotaciones sociales, políticas, económicas
o culturales, lo cual tiene fuerte interferencia en las posibilidades futuras
de las adolescencias y de sus hijos (Arvizu et al., 2022).
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Vanessa Arvizu Reynaga
Mexicana. Doctora en Sociología por la Universidad Autónoma Me-
tropolitana. Adscrita a El Colegio de México. Líneas de investigación:
trayectorias educativas, maternidad y paternidad juvenil.
Correo electrónico: vanearvizu01@gmail.com
Performance público. Plaza Regina, Xalapa.