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“¡No camines como maricón!” Reeducación de la masculinidad en esfuerzos de cambio...
Andrade Lobaco, M.T. | Pp. 290-313
muy importante en esta socialización mediante mecanismos de educación
y corrección antes, incluso, de aceptar o expresar su identidad sexual.
Pero esto no es exclusivo de la familia, Foucault explica que, en la
sociedad occidental, el sexo se sitúa en el cruce de las disciplinas del cuerpo
y la regulación de las poblaciones, por lo que se establece un dispositivo
de sexualidad articulado en dos matrices: como dispositivo disciplinario,
o disciplinas, y como dispositivo de seguridad (Foucault, 2002; García,
2011); los primeros generan cuerpos normalizados, sometidos, ejercita-
dos y dóciles con técnicas de sometimiento mediante técnicas de poder
(Foucault, 2002). Los segundos se encargan de regular la población al
establecer anulaciones, límites, frenos y regulaciones (Vega, 2017).
Con esto en consideración, comprendemos mejor por qué los
vecinos, profesores, amigos, compañeros escolares y sus padres estén cons-
tantemente observando que nuestras expresiones sean las correctas, para
enmendarnos cuando nos salimos de estos estándares. Realmente es un
esfuerzo por cambiar la expresión de género de alguien, un ECEG. Se trata
de una violencia social que es un continuo, parte de la normalidad y un
símbolo aceptado e inclusive culturalmente justificado (Ferrández y Feixa,
2004). Las personas que se salen del sistema sexo-género binario y hete-
rosexual experimentan una violencia adicional por retos constantemente
enfrentados a causa de estigmas sociales (Herek y Garnets, 2007). Los
compañeros escolares ejercen muestras de rechazo que iban desde burlas
hasta la agresión física, pero esto forma parte de la misma construcción de
la masculinidad de los niños varones. Tal acoso hacia lo diferente, como
consecuencia de este estigma, es parte de la actuación necesaria para ser
reconocidos como hombres. Se trata de un performance, ya que la identidad
masculina se crea mediante cierto tipo de actuación y utilización del cuerpo
que está en constante “reactualización, observación, actuación, performance
y vigilancia” (Núñez, 2007, p. 168). Estas prácticas buscan reencaminar a
los sujetos hacia lo socialmente esperado, como lo es la heterosexualidad.
La orientación sexual es una de las características de mayor peso
dentro del sistema jerárquico de la masculinidad hegemónica. Social-
mente, existe una expectativa de “heterosexualidad obligatoria”, la cual
funciona como una institución social (García, 2017, p. 63). Ésta se com-