Metodología,
métodos y técnicas
Estudiar a los
hombres como
sujetos de género
La etnosociología
y los grupos generacionales
Studying men as gendered subjects
Enthosociology and generational groups
Recibido: 8 de mayo de 2024
Aprobado: 1 de julio de 2024
Eudes Jairo Medina Mendoza
Universidad de Colima,Colima, México
I v á n U l i a n o v J i m é n e z M a c í a s
Universidad de Colima, Colima, México
Nancy Elizabeth Molina Rodríguez
Universidad de Colima, Colima, México
Resumen
El propósito de este artículo es compartir una experiencia de investigación
que empleó la metodología etnosociológica (Bertaux, 2005) para estudiar a
los hombres como sujetos de género y los grupos generacionales desde un
contexto cultural especíco. A través de entrevistas a profundidad diseñadas
especícamente para capturar las voces y signicados del lenguaje desde una
perspectiva comprensiva de la realidad, se explora el proceso reexivo del
uso de la etnosociología y se analizan sus potencialidades en relación con un
mismo objeto de estudio. Esta investigación invita a reconsiderar el análisis
del género, la masculinidad y la cultura desde sus prácticas concretas.
Estudios sobre las Culturas Contemporáneas
Volumen 1, Número 2, julio - diciembre 2024, pp. 107-135
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Jairo Medina, Iván Jiménez y Nancy Molina
Estudios sobre las Culturas Contemporáneas
Palabras clave: masculinidad, etnosociología, grupo generacional.
Abstract
The purpose of this is to share a research experience that employed ethnoso-
ciological methodology (Bertaux, 2005) to study men as gender subjects and
generational groups. Through in-depth interviews specically designed to
capture the voices and meanings of language from comprehensive perspec-
tive of reality, the reective process of using ethnosociology is explored, and
its potentialities in relation to the same object of study are analyzed. This
research invites reconsideration of gender analysis, masculinity and culture
from their concrete practices.
Keywords: masculinity, ethnosociology, generational groups.
Eudes Jairo Medina Mendoza. Mexicano. Doctor en Ciencias Sociales por
la Universidad de Colima. Profesor por horas de la Facultad de Psicología
de la Universidad de Colima. Líneas de investigación: masculinidades, emo-
ciones, género. Correo electrónico: jairo_medina@ucol.mx. ORCID: 0000-
0002-2220-0586.
Iván Ulianov Jiménez Macías. Mexicano. Doctor en socioinformación y
sociedad del conocimiento por el Centro de Investigación CIFE. Profesor por
horas de la Facultad de Psicología, adscrito al Centro Universitario de Análisis
Estadístico y de Opinión Pública de la Universidad de Colima. Líneas de
investigación: habilidades socioemocionales, salud mental, masculinidades,
emociones, género. Correo electrónico: ulianov@ucol.mx. ORCID: 0000-
0003-3333-8107.
Nancy Elizabeth Molina Rodríguez. Mexicana. Doctora en Psicología por
la Universidad de Guadalajara. Profesora de tiempo completo de la Facultad
de Psicología de la Universidad de Colima. Líneas de investigación: femi-
nismo, violencia de género. Correo electrónico: molinan@ucol.mx. ORCID:
0000-0002-3023-6781.
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Estudiar a los hombres como sujetos de género...
El construccionismo social.
Una epistemología para el estudio de los hombres
L
a presente propuesta nace de un proyecto de investigación sobre las
prácticas y los signicados de hombres heterosexuales como padres y
pareja. Estos hombres pertenecen a tres generaciones de Colima, México.
Otro de los elementos que ayuda a fundamentar esta investigación surge de
la reexión sobre el trabajo con hombres y las formas en que se han realiza-
do diferentes aproximaciones a pensarlos desde la perspectiva de género.
Los Estudios de Género de los Hombres y las Masculinidades (Núñez,
2017) son deudores de dos movimientos tanto sociales como políticos,
a saber: el movimiento feminista y el movimiento LGBT, ambos de los
años 70. El que las personas cuestionaran la estructura social y los deter-
minismos que ésta producía sobre sus cuerpos, evidenció las relaciones
de poder que se establecen a partir del lugar que se ocupa en la estructura
social. Estos dos posicionamientos, tanto políticos como reexivos, gen-
eraron nuevas interpretaciones sobre las formas de segregación, violencia
y diferenciación que cada uno de los, las y les integrantes de la sociedad
tenían en relación con una condición particular: el género (Núñez, 2017).
En este escenario tienen su origen los Estudios de los hombres (o men
studies) sobre todo en contextos ingleses o estadounidenses. En México,
surgen estos estudios hacia nales de la decada de los 80 y se consolidan
en los 90 (Núñez, 2017). Las implicaciones sociales y políticas impulsa-
das por el movimiento feminista generaron la necesidad de considerar a
los hombres como sujetos de género, afectados por las implicaciones de
la socialización mediante la que se aprende a ser hombre y a realizar las
actividades especícas que se atribuyen a dicha identidad sexo-genérica:
ser responsable, proveedor a nivel económico y, en algunos casos tener
familia, es decir convertirse en padre (Medina, 2023).
Resulta necesario señalar la importancia del pensamiento feminista al
poner de maniesto que la identidad mujer carece de esencia, como lo
plantea Butler (2017) argumentando que dicho concepto tiene historia. Es
a partir de este concepto que Núñez (2017) propone que los Estudios de
Género de los Hombres y las masculinidades
Parten de la consideración de que los varones somos sujetos genéricos,
es decir, que nuestras identidades, prácticas y relaciones como hombres
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Estudios sobre las Culturas Contemporáneas
son construcciones sociales y no hechos de la naturaleza, como por siglos
han armado los discursos dominantes. (p. 36)
Núñez (2017) propone pensar a los hombres y las masculinidades como
términos vacíos, por un lado, y por el otro, rebosantes de signicado. Esto
es, que estos conceptos no están jos y no son ahistóricos, sino que son
denidos en sus diferentes contextos, es decir, están siendo constantemente
puestos en disputa.
Siguiendo con la inuencia del feminismo, los estudios de género de
los hombres y las masculinidades tendrían que preguntarse por lo que
signica ser hombre, pues como ya se dijo, no es una categoría dada de
manera natural.
Núñez (2017) propone entender que,
(…) según la perspectiva constructivista el “hombre” no es una esencia
de algo, ni un signicante con signicado transparente, sino más bien
es una manera de entender algo, es una forma de construir la realidad,
y es una serie de signicados atribuidos y denidos socialmente en el
marco de una red de signicaciones. (p. 45)
Aquí el autor invita a pensar en lo ontológico del concepto de hombre, de
las dicultades que implica éste como sujeto de estudio, y de cómo es un
proceso de signicación entre lo social y lo individual, es decir, un proce-
so convencional que modica las relaciones de los sujetos denominados
hombres entre sí y con otras y otros actores sociales.
Ante esto, Ramírez (2014) plantea que la masculinidad “es una red
de relaciones complejas de interconexión múltiple y no una relación de
dependencia entre estructura social que determina al objeto sexuado” (p.
105). Derivado de lo anterior se puede indeticar la relación dialéctica en
la formación de las masculinidades como fenómeno socio-cultural, pues
se construyen en relación con y para otros, como lo plantea Butler (2006).
Para Ramírez (2020) la masculinidad implica un proyecto que va su-
friendo cambios a lo largo de la vida de hombres concretos y se va vincu-
lando con exigencias particulares de cada una de las etapas del ciclo vital,
pues cuando se es infante tiene una serie de condiciones aspiracionales
como la postura física y el tono de voz que se concretan cuando se llega a
la adolescencia, y que en este sentido también se aspira a cumplir con otra
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serie de consideraciones particulares como la libertad, la búsqueda de un
empleo o lo relacionado con la práctica de la sexualidad.
De esta manera se puede ver cómo los mandatos de género vinculados
con las masculinidades (Ramírez 2020; Medina, 2023) no son jos en el
tiempo y van experimentando una serie de actualizaciones a través de los
años y de las condiciones particulares de cada uno de los hombres que
las viven.
Sin embargo, pensar a los hombres como sujetos de género implica
una serie de retos a nivel epistémico, teórico y metodológico, pues, como
lo plantea Viveros (2007) es necesario dar cuenta de los mecanismos de
dominación que sostienen los privilegios de este grupo frente a otros ac-
tores sociales.
Por esto, analizarlos como sujetos de género desde una perspectiva et-
nosociológica y cruzada con los grupos generacionales permite dar cuenta
de los cambios, las continuidades y las resistencias en cuanto a las mascu-
linidades que cada uno de los hombres de este estudio han experimentado.
Esto implica retos y dicultades particulares, por ejemplo, el no ser
considerados desde la academia como sujetos genéricos (Wittig, 1992)
o que no eran contemplados como informantes en estudios demográcos
sobre las dinámicas de sus propias familias (Rojas, 2011), por mencionar
algunos ejemplos. Este tipo de condiciones causa sesgos que complican
la forma de aproximarse a los hombres y las masculinidades, a la forma
en la signican sus prácticas y sus relaciones. Además, desde los man-
datos de la masculinidad la postura de los propios sujetos socializados
como hombres implica un asumirse como transparentes y concretos, con
roles especícos vinculados a las condiciones biológicas en las que es-
tán circunscritos sus cuerpos, esto es: ser padre, proveedor y responsable
(Núñez, 2017).
¿Cómo se pueden estudiar estos elementos ya jados en las identidades
masculinas? Este trabajo tiene por objetivo mostrar la estrategia met-
odológica de producción y sistematización de datos en una investigación
sobre el género de los hombres en su entorno social e histórico especíco,
esto para identicar los cambios, permanencias, ajustes y resistencias que
se ponen en juego y que sostienen las formas de ser hombre en un contex-
to como el mexicano en general, y el colimense, en particular.
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Jairo Medina, Iván Jiménez y Nancy Molina
Estudios sobre las Culturas Contemporáneas
Para desarrollar el objetivo ya mencionado es necesario primero plant-
ear el marco epistémico de esta propuesta. Esta investigación está enmar-
cada dentro del construccionismo social, de manera especíca en la idea
de Berger y Luckmann (2003) que postulan como tesis principal que la
realidad social se construye.
Se decidió utilizar esta aproximación epistémica por las posibilidades
que ofrece al momento de explicar y dar cuenta de cómo los hombres van
construyendo, a través de la socialización, sus formas de comportamiento
y signicación, y al mismo tiempo, las reproducen en sus relaciones con
otras personas.
El primer aspecto de la realidad social desde la perspectiva de Berger
y Luckmann (2003) es la objetivación. Esto implica que el ser humano no
sólo es un ente biológico, sino también pertenece a un contexto cultural
y social que mediatiza su experiencia, así como su propia existencia, a
través de las relaciones con los demás. De aquí deriva la idea de que el ser
humano construye su propia naturaleza.
Este proceso de objetivación se da a partir de la institucionalización
y la validación. El primero de estos procesos implica la conformación
de normas que van determinando el comportamiento de los sujetos, sus
posibilidades de existencia y relaciones; mientras que el segundo, la val-
idación, les permite a los sujetos no tener que invertir energía en estar in-
novando cada vez que están en contacto con otros, sino que siguen pautas
de comportamiento socialmente determinadas.
Otra de las razones de esta objetivación de lo social es la facilidad de
su trasmisión a las nuevas generaciones. Esto se da de una forma bastante
peculiar, pues las normas de comportamiento que los padres y madres
formulan toman solidez a partir de que son enseñadas a las nuevas genera-
ciones. Sin embargo, esta cualidad no sólo aplica para los hijos, sino tam-
bién para los padres, pues ya no existe la posibilidad de que las normas
cambien con tanta facilidad. Las ventajas que se obtienen de esta forma
de ver el mundo es que logran rmeza en la conciencia, esto es las normas
adquieren historicidad (Berger y Luckmann, 2003).
Ante esto, este mundo institucional se presenta al sujeto como algo
que lo antecede, pues no le es accesible a su propia memoria, es decir, no
puede captar el convencionalismo del cual nace esta institucionalización.
Esto hace que al sujeto se le presente como una realidad separada de la
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propia, como algo dado fuera de su control y, por lo tanto, de la posibili-
dad de cambiarla. Lo anterior permite comprender que el proceso de con-
strucción de las identidades masculinas se presenta como un hecho por
fuera de la propia existencia de los sujetos, pues está desarticulado de su
propia memoria y participación, pues ésta se ha comenzado a congurar
antes de que ellos nacieran (Medina, 2020).
Para Berger y Luckmann (2003) el segundo proceso, el de subjeti-
vación tiene su base en la socialización que se presenta de dos formas
básicas: la primaria y la secundaria. La primera se realiza durante la niñez,
y se puede decir que es mediante ella que nos convertimos en miembros
de la sociedad; mientras que la segunda se da de manera posterior y nos
permite acceder a espacios nuevos y especícos del mundo social.
La socialización primaria le permite al niño una ubicación en el mun-
do, es decir, como un ser socializado a partir de las experiencias y cono-
cimientos adquiridos en su relación con los otros. Esta posición le con-
cede la cualidad de ser “visto” por los demás, es decir, le da una identidad.
Desde este lugar se le posibilitan formas de relación determinadas, cre-
ando “una abstracción progresiva que va de los ‘roles’ y actitudes de otros
especícos, a los ‘roles’ y actitudes en general” (Berger y Luckmann,
2003, p. 166).
Y los autores agregan:
La formación, dentro de la conciencia, del otro generalizado señala una
fase decisiva en la socialización. Implica la internalización de la sociedad
en cuanto tal y de la realidad objetiva en ella establecida, y, al mismo
tiempo, el establecimiento subjetivo de una identidad coherente y con-
tinua. (Berger y Luckmann, 2003, p. 167)
Este mundo internalizado en la primera socialización y mediatizado por
los otros signicantes es más estable y sólido que los otros mundos que se
le presenten al sujeto en la socialización secundaria. Pero para ambas, un
elemento fundamental es el lenguaje, pues será esta la forma de objetivar
las propias experiencias y las de los otros, así como de estar en condiciones
de nombrar los elementos con los que se está en contacto.
La socialización secundaria podemos entenderla como “la internal-
ización de ‘submundos’ institucionales o basados en las instituciones”
(Berger y Luckmann, 2003, p.172), y el ejemplo más claro puede ser la
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Estudios sobre las Culturas Contemporáneas
educación, pues proporciona acceso a otros mundos, mediante el lenguaje
que permite entender lo que pasa en estas esferas. Este lenguaje estructura
comportamientos e interpretaciones necesarias dentro del área en que el
sujeto se relacione. Es decir, la socialización secundaria es la adquisición
de conocimientos sobre lo que se puede o no hacer, nos marca las áreas
de posibilidad, de existencia y relación (Berger y Luckmann, 2003). En
otras palabras, en esta socialización, se busca aprehender el contexto in-
stitucional de la realidad.
Esto permite comprender el proceso de construcción de las identidades
masculinas (Medina, 2020; Salguero, 2006), así como la sosticación que
se desarrolla al momento de entrar en contextos particulares como la pa-
ternidad, la pareja o el trabajo, entre otros.
Enfoque, método, técnica e instrumento
Derivado de lo anterior, la propuesta de trabajo para estudiar a los hombres
como sujetos genéricos parte desde el enfoque cualitativo, pues este ofrece
posibilidades de explicación sobre los sujetos de estudio, sus experiencias
y su socialización, así como las formas en que producen y reproducen sig-
nicados en tanto varones socializados en un contexto cultural especíco.
Este enfoque de investigación también permite a quienes lo emplean la
posibilidad de producir datos y a partir de ellos identicar la pertinencia
de los marcos epistémicos, teóricos y metodológicos para la comprensión
y análisis de la construcción de identidades genéricas.
Mediante este enfoque se pretende entender cómo los participantes le
otorgan sentido a sus actos y a su entorno (Giménez, 2006), lo que permite
la comprensión de los casos en especíco de los hombres como sujetos
genéricos, más que buscar la generalización de sus experiencias. Si bien
es cierto, que la representatividad de los datos es importante para explicar
los cambios sociales, la comprensión que se obtiene desde la perspectiva
cualitativa permite conocer la profundidad de esos cambios en las vidas
de los hombres y sus familias en el día a día. Además, como lo propone
Bertaux (2005), se tienen que buscar los rastros de los procesos sociales
en las propias historias de vida de los participantes, pues lo individual está
inuenciado por lo social y lo cultural.
Ante esto resulta necesario señalar que la realidad no está constituida
solo por las interacciones individuales de los sujetos, pues ésta también
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condiciona y modica sus comportamientos. Es decir, “el actor social se
halla situado siempre en algún lugar entre el determinismo y la libertad”
(Giménez, 2006, p. 145). Pensar en los hombres como sujetos socializa-
dos desde un género particular implica comprenderlos y analizarlos como
sujetos determinantes y determinados hacia prácticas especícas y, por
tanto, signicados, no sólo como reproductores de modelos de compor-
tamientos, sino como co-constructores de esta realidad social en la que
están inmersos.
Esto es lo que ayuda a pensar la reexión de Lambert (2020) que con-
cibe a la identidad como un acervo de prácticas, tanto simbólicas como
materiales que son obtenidas del contexto y que retornan a él a través de la
socialización. Este abordaje propone que la socialización que los hombres
reciben en tanto sujetos de género requiere de su participación en dicha
socialización y que no son entes que se programan con una congura-
ción particular de comportamientos la que reproducen sin cambios. Esto
implica, para quien se aproxima a estudiar a los hombres, identicar los
elementos que se producen y se reproducen, así como los mecanismos por
los que estas dos operaciones ocurren.
Lo anterior presenta desafíos particulares, como la cantidad de infor-
mación a la que se puede acceder, siendo una complicación pues entre
tanta información es necesario desarrollar con claridad las técnicas de re-
colección de datos, así como las de su posterior análisis. Para esto Bertaux
(2005) plantea que el investigador debe conocer los datos a detalle para
poder, a pesar de la cantidad de éstos, tener claridad sobre las formas en
que se procederá a su análisis.
La generación como espacio compartido
Como punto de partida se plantea pensar en la generación como un espa-
cio temporal, que es compartido por diferentes sujetos y experimentado
en diferentes grados. La experiencia resulta pieza clave para comprender
a una generación, pues como lo menciona De Laurentis (1984, citado en
Hernández, 2017):
La experiencia es el proceso por el cual se construye la subjetividad
para todos los seres sociales. A través de este proceso uno se ubica o es
ubicado en la realidad social y de ese modo percibe y comprende como
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Estudios sobre las Culturas Contemporáneas
subjetivas (referidas a y originadas en uno mismo) esas relaciones –ma-
teriales, económicas e interpersonales– que de hecho son sociales y, en
una perspectiva más amplia, históricas. (p. 36)
Basado en la idea anterior, Hernández (2017) propone pensar no en la
generación, sino en la experiencia generacional como el elemento sobre
el cual se ha de realizar el análisis. Esta propuesta también es desarrollada
en la investigación de Núñez (2013) como una forma de “aprehender la
dialéctica entre los procesos históricos regionales y el proceso inacabado
de construcción de masculinidades” (p. 36).
Ahora, desarrollar una investigación que tenga como eje analítico las
generaciones cumple con el objetivo de dar cuenta de los cambios que a
través del tiempo han devenido en algún aspecto especíco como lo de-
sarrolla Núñez (2013). Si bien es cierto que esto resulta en una fortaleza
de esta perspectiva, también trae una serie de complicaciones al momento
de su aplicación, las cuales se discuten a continuación.
Al momento de estar hablando de una generación, se hace un recorte
en el tiempo, una delimitación que permite comprender las condiciones
de dicho periodo histórico, donde los que lo vivieron comparten elemen-
tos en común.
Para Martin (2008)
Las generaciones en tanto que una sucesión de individuos signados por un
conjunto de intereses comunes en el tiempo, es primario para discurrir los
procesos históricos, pues no hay historia posible si no hay generaciones
que la sostengan con su vivencia. (p. 99)
Ante esto, el tiempo resulta un elemento necesario y complejo de denir
en mismo, pues si bien se puede delimitar temporal un fenómeno que se
está estudiando, esto no implica de manera necesaria que los sujetos hayan
experimentado las mismas circunstancias ni de forma objetiva ni subjetiva.
A partir de lo anterior se busca hacer algunos distinciones teóricos en
cuanto a la concepción del tiempo, pues este permite ordenar la vida,
tener una serie de sucesos a los que se puede hacer referencia, y que eso
permite que los otros, que comparten el mismo tiempo, sepan a qué quer-
emos hacer referencia, por lo tanto, también sirve para otorgar sentido a
las experiencias y a las cosas.
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Ahora, este tiempo es aprehensible sólo en cuanto puede convertirse en
un relato, es decir, en cuanto se puede enunciar, interpelar, transmitir a los
otros que, a pesar de compartir el mismo tiempo, no comparten de manera
necesaria la misma experiencia.
Por lo anterior, se plantea comprender el tiempo desde dos posiciones
complementarias, esto siguiendo la propuesta de Sztajnszrajber (2016, en
Facultad libre, 2016). El primero como el tiempo objetivo, que es aquel
que transcurre por fuera (si es que eso es posible) de la vida del sujeto
individual, los grandes acontecimientos como las guerras, las crisis, ya
sean económicas, sanitarias o de otro tipo. Es decir, lo que para el sujeto
se convierte en una serie de sucesos en los cuales su intervención no logra
alterar su curso, por lo tanto, puede tener participación en ellos, pero no
un efecto denitivo en su devenir.
Mientras que el tiempo subjetivo es aquel del que sujeto forma parte
y tiene un mayor grado de injerencia en el mismo, como pueden ser el
cambio de residencia, el nacimiento de un hijo o hija, la ruptura de una
relación, entre otros.
Resulta necesario hacer una puntualización con respecto a la anterior
propuesta. Esta distinción se realiza para nes explicativos, pues en lo
práctico el tiempo subjetivo y objetivo se entremezclan sin dejar posibili-
dad a una clara diferenciación entre ambos.
Esto da como resultado que, al hablar de un estudio de corte intergen-
eracional, se ha de dar cuenta de los puntos donde el sujeto describa y
construya el encuentro entre estos dos tipos de tiempo ya mencionados.
Con esto se busca el grado de impacto que tiene el tiempo objetivo (Szta-
jnszrajber, 2016, en Facultad libre, 2016) sobre el tiempo subjetivo, pero
también cómo este impacto se da de manera inversa.
Partiendo de lo anterior, se puede acceder a este punto de encuentro
mediante el relato de los sujetos que han vivido y compartido ese tiempo
especíco. Esto le conere una complicación extra a los estudios inter-
generacionales, la cual es que están sustentados en la memoria de los
sujetos y su capacidad para poder traer de ésta las experiencias y sig-
nicados que, bajo pretexto de una investigación, se traen al presente.
Si se piensa en la memoria como un lugar que almacena recuerdos, no
tendría que implicar mayor dicultad el acceder a ellos tal y como fueron
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registrados en su origen; sin embargo, las experiencias de los sujetos van
posibilitando la resignicación de esos mismos sujetos y sus relaciones,
lo que convierte a la memoria y a los recuerdos en elementos dinámicos,
que se siguen enriqueciendo con el paso del tiempo.
Esta condición ofrece un punto débil a este tipo de estudios en cuanto
a su metodología y la conabilidad de los datos que analiza. Sin embargo,
también permite identicar cómo se da el proceso de reconstrucción de
dichos recuerdos y signicados de las experiencias de los sujetos. Por
esto podemos decir que el relato es una reconstrucción de una serie de
experiencias de los sujetos que las narran, pues no dan cuenta de dichas
experiencias y signicaciones tal y como las registraron de manera orig-
inaria, sino como las reconstruyen a la luz de sus nuevas experiencias y
del contexto de emergencia de dicha reconstrucción.
Es por esto por lo que la exigencia del conocimiento y comprensión del
contexto de emergencia es fundamental, pero también lo es la capacidad y
sensibilidad para, a través de los relatos de los sujetos, identicar los pun-
tos de encuentro entre lo que ya se denominó tiempo subjetivo y tiempo
objetivo (Sztajnszrajber, 2016, en Facultad libre, 2016).
También es necesario llamar la atención sobre el investigador y su ti-
empo, pues este también está inmerso en un tiempo del cual no puede
salirse. Esto genera una relación compleja entre investigador y tiempo
desde dos posturas distintas y que en un estudio generacional conviven.
Por un lado, al dar cuenta del tiempo que le ha tocado vivir, la cercanía
con este puede generar una ceguera por proximidad, pues los sucesos que
les pasan a los participantes de su investigación, también le están ocur-
riendo a él o ella al mismo tiempo, aunque no de la misma manera. Ante
esto la distancia con su tiempo parecería la solución más obvia, aunque
resulta imposible, pues no se puede abstraer de los sucesos y momentos
que le han tocado vivir.
Para Agamben (2011) la experiencia de lo contemporáneo se plantea
en tener un pie en el tiempo que se vive y otro fuera de éste; para quien
investiga tiene que ver con un proceso de dar cuenta de sus propias ex-
periencias y al mismo tiempo, de lo que le reportan quienes participan en
su investigación. Esta dicultad también se evidencia en los relatos de las
personas con las que se trabaja, pues, al traer de la memoria sus experi-
encias, están haciendo una re-interpretación de estas a la luz del contexto
actual en el que estén viviendo.
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Por el otro lado, cuando se busca dar cuenta de otros tiempos que le son
ajenos como investigador o investigadora, tampoco resuelve de manera
sencilla el problema, pues ahora se enfrenta a describir realidades que no
le han tocado vivir, y por lo tanto el ltro de su propia experiencia no está
presente. Es decir, de estos eventos y momentos ya tiene la distancia que
en su propio tiempo no tenía, sin embargo, esto tampoco resuelve el prob-
lema, pues ahora implica un trabajo desde épocas de las cuales no tiene
elementos de referencia vinculados a su propia experiencia.
Agamben (2011) se enfrenta a la cuestión del tiempo desde este lugar,
la imposibilidad de salir del él. Para esto desarrolla una discusión sobre
lo contemporáneo, como aquel que comparte el tiempo, como en el caso
de las generaciones, a nivel de experiencia. Para el autor lo “(…) contem-
poráneo es el que mantiene la mirada ja en su tiempo, para percibir, no
sus luces, sino su oscuridad” (p. 21). Esto resulta de especial importancia
si consideramos la propuesta del autor para aplicarla a los estudios gen-
eracionales, pues se ha de dar cuenta no sólo de lo evidente, sino de lo
que resulta escondido, apareciendo en un segundo plano, estructurando la
experiencia de los sujetos.
Esta propuesta del autor le plantea al investigador una tarea ardua y
compleja, pues ha de poder dar cuenta de lo evidente y lo que se oculta,
aun cuando a él o ella mismos se les oculta, pues no pueden pensarse
como sujetos por fuera del tiempo que les ha tocado vivir.
Por lo anterior se propone entender la generación como el espacio tem-
poral donde conviven los sujetos que comparten experiencias comunes,
de las que dan cuenta a través de relatos, es decir, tienen la cualidad de
ser transmisibles. También es necesario comprender que dichas experien-
cias pueden ser diferentes e incluso parecerse más a las descritas en otro
tiempo.
Núñez (2013) plantea que a pesar de que para cada sujeto la expe-
riencia puede llegar a ser distinta, temas como el género resultan ser
consistentes a través de la diversidad de experiencias. De esta manera,
quien investiga ha de buscar en el relato de la experiencia generacional
(Hernández, 2017) el punto de encuentro entre el tiempo subjetivo y el
tiempo objetivo.
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Adentrándonos a la etnosociología
El método de esta propuesta es el etnosociológico desde el planteamiento
de Bertaux (2005). Este método si bien se basa en la etnografía para la ob-
servación de los mundos y las relaciones de los sujetos, desde la perspectiva
etnosociológica se pasa de lo particular (como lo describe la etnografía) a
lo general, buscando en esos casos, elementos que permitan explicar los
procesos sociológicos de gran magnitud.
La postura epistemológica desde la que propone este autor entender
el método etnosociológico es ir más allá de lo que se pretende en la et-
nografía, es decir, no centrar la atención de manera exclusiva en describir
un campo en particular y realizar el análisis de una subcultura, sino que
A pesar del interés intrínseco de tales descripciones monográcas y so-
ciológicas, tiene que tratar de pasar de lo particular a lo general descu-
briendo dentro del campo observado formas sociales –relaciones sociales,
mecanismos sociales, lógicas de actuación, lógicas sociales, procesos
recurrentes– que se podrían presentar igualmente en múltiples contextos
similares. (Bertaux, 2005, p 16)
Esto se alinea con el encuadre epistemológico de esta propuesta, porque se
busca pasar de lo particular de las vidas de los hombres a lo general de lo
que les sucede como conjunto. También es necesario mencionar que una de
las características que Giménez (2002) propone para poder identicar los
trabajos que se inscriben dentro de la epistemología constructivista es no
centrarse en las dicotomías, sino en las relaciones entre estos elementos, por
lo que se busca, a partir de lo propuesto por Bertaux (2005) identicar las
relaciones existentes entre lo individual y lo social.
Bertaux (2005) menciona que, si bien la denominación de etnosociología
parece quedarse corta, este método retoma la visión histórica, la cual per-
mite entender y explicar las condiciones especícas de surgimiento de las
situaciones que se investigan. Esto posibilita la explicación de la emergen-
cia y las modicaciones de las formas de ser hombres a lo largo de las
generaciones. La incorporación del elemento histórico permite dar cuenta
de las características de las que devienen las identidades masculinas vin-
culadas con las experiencias especícas que comparten con otros hombres
de su generación, e inclusive con hombres de otros grupos generacionales.
El método etnosociológico propone estudiar tres objetos, a saber: los
mundos sociales, las trayectorias sociales y las categorías de situación (Ber-
120
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Estudiar a los hombres como sujetos de género...
taux, 2005). A los mundos sociales, el autor los dene como aquellos que se
articulan en función de un tipo de actividad particular: panadería artesanal,
transporte de barco, taxi, etc., son algunos de los ejemplos que menciona.
En cuanto a las categorías de situación, no implican de forma necesaria
que se comparta un mundo social, es decir, no comparten de manera nece-
saria (como pasa con los mundos sociales) una actividad común, y los
signicados que de ella emanan. Bertaux (2005) plantea los ejemplos de
las madres que educan solas a sus hijos, padres divorciados, agricultores
solteros, etc.
Las trayectorias sociales se vuelven más complejas y, desde donde lo
explica el propio autor, es necesario “reducir el campo de observación a
un tipo particular de trayectoria o contexto” (Bertaux, 2005, p. 20). Esto
es, se requiere que sea un objeto bien delimitado para poder dar cuenta de
ello, y parece que esta característica está otorgada a partir de la pertinen-
cia a un mundo social o a una categoría de situación.
Por lo anterior, el objeto de esta investigación es más cercano a lo
que dene Bertaux (2005) como categoría de situación, pues los hombres
no comparten, en todos los casos, mundos sociales comunes, sino, situa-
ciones especícas, como el ser padre y pareja, y es por eso por lo que esta
óptica se aborda para la presente investigación.
Dentro de la propuesta de Bertaux (2005) es necesario que las car-
acterísticas de quienes se presentan como sujetos de investigación sean
claras y especícas. Esto permite tener consistencia con los datos recol-
ectados de los participantes y por tanto mayor rigor metodológico.
A manera de ejemplo, las características de los participantes del estu-
dio en el que se basa esta propuesta metodológica permitieron dar con-
sistencia a los resultados de este trabajo, pues se lograron identicar las
características de situación de los participantes y derivado de ello, las
prácticas y signicados que tienen en común, así como los que son distin-
tos en cada uno de los grupos generacionales reportados.
Los participantes del estudio fueron seleccionados y organizados en
tres grupos etarios: de 30 a 35 años, de 50 a 55 años y un último de los
mayores de 70 años. Esta clasicación se hace siguiendo la propuesta de
Núñez (2013) para evitar que las generaciones se traslapen unas con las
otras y que, por lo tanto, los resultados puedan ser confusos y las diferen-
cias generacionales poco claras.
121
Jairo Medina, Iván Jiménez y Nancy Molina
Estudios sobre las Culturas Contemporáneas
El desarrollo de un estudio de este tipo permite analizar los cambios,
permanencias y resistencias, a través de las generaciones y de los propios
casos de manera particular, así como en las prácticas y signicados que
los hombres llevan a cabo en torno a ser padres y estar en una relación de
pareja. De esta forma se puede identicar a las masculinidades como pro-
cesos históricamente situados en contextos concretos, que si bien pueden
compartir con otros hombres, la estrategia permite además identicar los
matices a partir de la experiencia individual de cada uno de ellos.
También se buscó que la condición civil de los entrevistados fuese ma-
trimonio civil, civil religioso y la cohabitación. Cabe hacer mención que
dicha relación tendría que ser heterosexual. Los participantes del estudio
estaban en alguno de estos estados civiles, al momento de la entrevista.
Lo anterior permitió dar cuenta de los procesos al interior de la pareja,
las prácticas y signicados que se ponen en juego en el día a día, las mod-
icaciones que van teniendo, así como las resistencias que surgen en la
interacción entre los participantes de la relación.
Se planteó que estas condiciones se dieran en parejas que tuvieran al
menos tres años viviendo juntos, para que fuera posible que narraran las
formas de resolución de los conictos y la consecución de acuerdos en lo
cotidiano, así como los desafíos que van viviendo, tanto en la relación de
pareja como en la parentalidad.
Otro de los criterios que se tomó en consideración para la selección de
los participantes es el de la edad de los hijos. Así como en la relación de
pareja se pretende dar cuenta de los retos y las complejidades, también en
el ser padre se buscó generar una discusión en los mismos términos. Es por
ello por lo que se seleccionaron hombres con hijos o hijas mayores a tres
años, esto con la intención de que la relación entre padre e hijo/hija tenga ya
una rutina establecida de la cual se pueda realizar un análisis. Para esto, es
necesario que el padre al momento de la entrevista viva con su hijo o hija.
Los hombres pertenecientes al estudio debían tener un nivel educativo
mínimo de preparatoria al momento de la entrevista. Esto para indagar si
dicho nivel tiene impacto en la forma que signican sus relaciones y de-
sarrollan sus prácticas como padres y parejas, pues como lo menciona Sal-
guero (2006) el nivel educativo parece contribuir a relaciones de pareja
más equitativas. Parte de lo que se pretendía era identicar si también las
relaciones con los hijos se ven modicadas por esto.
122
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Relacionado con lo anterior, también se buscó que los participantes en el
estudio contaran con un nivel socioeconómico medio, pues es el segmento
de la sociedad que más ha contribuido a la incorporación de las mujeres al
mercado de trabajo, de acuerdo con De Keijzer (1998). Esto posibilita una
mayor toma de decisiones en cuanto a la distribución del dinero dentro del
hogar. Además, signicaba el planteamiento de escenarios que permitían
analizar las relaciones de poder en el seno de la familia, y de manera espe-
cíca, de la pareja.
La última de las características de los participantes del estudio fue el
lugar de residencia; se determinó que fuera dentro de la zona conurbada
de Colima y Villa de Álvarez, ambas en el estado de Colima, que com-
prende a la capital del estado, y al municipio vecino, que es Villa de Álva-
rez, en México. Esto permitió contrastar con otros estudios que se han re-
alizado en ciudades como la CDMX, o Querétaro (Salguero, 2006; Mena,
2015), comprendidas como ciudades grandes, mientras que los escenarios
propuestos, son ciudades medianas (Castillo y Patiño, 1999). El contraste
permitió identicar en qué grado impacta las condiciones de ciudad en las
prácticas y signicados de los hombres siendo padres y pareja.
A partir de lo anterior, se seleccionó un segmento de los hombres de la
población de Colima, para realizar un análisis más especíco.
123
Jairo Medina, Iván Jiménez y Nancy Molina
Estudios sobre las Culturas Contemporáneas
Tabla 1.
Descripción de las características de los participantes del estudio
Características Características
Edad
30 a 35 años
Nivel educativo
Mínimo
preparatoria
50 a 55 años
Mayores de 70
años
Estado
civil
Matrimonio civil
Nivel
socio-económico
Medio
Matrimonio civ-
il-religioso
Lugar de
residencia
Ciudad de Colima
o Villa de Álva-
rez, en el estado
de Colima
Cohabitación
Años de
relación
de pare-
ja
Más de tres años
Edad de
los hijos
Más de tres años
Fuente: Retomado de Medina (2023).
La técnica idónea: la entrevista
La técnica que se sugiere como idónea para el levantamiento de investi-
gación con los hombres es la entrevista, la cual tiene por objetivo la ex-
presión del individuo sobre situaciones anteriores mediante un proceso de
reconstrucción o recreación (Kahn y Cannell, 1977, citado en Vela, 2013).
O como Vela (2013) la dene: “(…) es, ante todo, un mecanismo controlado
donde interactúan personas: un entrevistado que transmite información, y un
entrevistador que la recibe, y entre ellos existe un proceso de intercambio
simbólico que retroalimenta este proceso” (p. 65).
Estas dos aproximaciones abren una serie de posibilidades y compli-
caciones que es necesario que sean discutidas. Al ser un proceso que se
separa de la obtención de datos duros, permite una aproximación mayor a
la experiencia de las personas que están siendo entrevistadas, por lo tanto,
la información que se obtiene viene enriquecida por otros datos que no se
podrían obtener mediante una serie de reactivos numéricos. Estos datos
124
Volumen 1, Número 2, julio - diciembre 2024, pp. 107 - 135
Estudiar a los hombres como sujetos de género...
pueden implicar una mayor profundidad en la narración conforme va re-
cordando el suceso, gestos o ademanes con lo que acompañan el relato,
y de los cuales no siempre tienen control, e incluso, otras reacciones que
permiten identicar también cómo impacta a nivel no verbal el recordar la
experiencia, pues ofrece la entrada a expresiones emocionales no siempre
verbalizadas por las personas.
A partir de lo anterior, se seleccionó la entrevista como la técnica de
recolección de información, pues posibilita la proximidad con los propios
hombres y sus experiencias, sus expresiones en el momento mismo que
traen a su memoria los diferentes elementos que se les pregunta.
Vela (2013) diseña una serie de elementos que componen la entrevista
cualitativa, referentes a su desarrollo y elaboración. El primero de ellos
tiene que ver con el trabajo preliminar que se realiza para poder entrar a
campo: los contactos, las llamadas, entre otros. Estos preámbulos permit-
en y facilitan la labor de realización de dichas entrevistas.
El mismo autor propone un paso que, bien podría dividirse a su vez
en dos. Por un lado, la selección del diseño de la entrevista, que obe-
dece a los objetivos que se persiguieron en este trabajo. Derivado de esto
se diseñó un guion de entrevista con el que se recolectó la información.
Además, se realizó la selección de los informantes que participaron en el
estudio, considerando las características del perl sociodemográco men-
cionado, y las condiciones y desafíos propios de cada una de las sesiones
de entrevista que se llevaron a cabo.
Lo que se ha descrito con anterioridad tiene que ver con un proce-
so previo a la entrevista, y Vela (2013) propone otra serie de momentos
durante la realización. El primero de ellos es el inicio de la entrevista;
en éste propone que se recolecte información sobre datos generales y se
planteen las principales directrices que darán sentido a la sesión de pre-
guntas y respuestas. Estos datos generales pueden ser edad, escolaridad,
estado civil, lugar de procedencia, etcétera.
El siguiente paso tiene que ver con el establecimiento del rapport,
que Vela (2013) menciona como “una expresión escueta que se reere
al grado de simpatía y empatía entre los entrevistados y el investigador”
(p. 83). Si bien es cierto que dicha expresión puede ser “escueta”, lograr
que el rapport se establezca en la medida requerida es también una tarea
compleja y de vital importancia para el resultado de la entrevista, pues
125
Jairo Medina, Iván Jiménez y Nancy Molina
Estudios sobre las Culturas Contemporáneas
esto puede signicar el éxito o fracaso de dicha sesión. Como lo mencio-
na Vela (2013) en referencia al rapport: “Dicha relación existe cuando
el primero (entrevistado) ha aceptado las metas de la investigación del
segundo (entrevistador), y procura ayudarle activamente para obtener la
información necesaria” (p. 85).
El autor plantea que es necesario que el entrevistador no olvide el
propósito principal de la entrevista, pues esto permite que se identique
la información de interés, que es lo que propone Vela (2013) como el
siguiente punto a llevar a cabo. Cumplir con esta tarea le permitirá tener
control de la entrevista y los temas que son necesarios profundizar para la
realización del posterior análisis.
Para el momento del cierre, el autor plantea un par de elementos: sa-
ber cuándo está completa la entrevista y cuál es su propio cierre; para el
primero es necesario delimitar, desde antes del comienzo, cuáles serán
los márgenes que contendrán la sesión de entrevista, mismos que pueden
ser acordados en función de los tiempos que tengan disponibles tanto en-
trevistado como investigador, los temas que se pacten en una sesión, o
algún otro criterio; el segundo elemento tiene que ver con el cierre de
la entrevista, donde ya se efectúa la despedida y los agradecimientos al
entrevistado por su aportación en tiempo e información, así como también
se genera un espacio para si existe alguna duda o comentario por parte del
entrevistado. Además de esto, Vela (2013) propone que el investigador
procure realizar una reexión sobre lo aprendido durante la entrevista.
No cualquier entrevista, entrevista en profundidad
Antes de abordar la explicación de lo que entenderemos como entrevista
en profundidad, es necesario que se delineen algunas de las características
desde las cuales recibe su soporte dicho tipo de entrevista, y en especíco
para esta investigación.
Es necesario entender que la aplicación de esta entrevista no nace des-
de disciplinas como la psicología o la antropología, pues en la primera se
procura la recolección de la información para la integración de perles,
o en algunas ocasiones de casos clínicos; mientras que en la segunda se
busca la visión de los actores vinculada con la cultura o la comunidad.
En esta investigación se plantea la entrevista desde la sociología, pues
permite una aproximación al mundo social de manera sistemática (Vela,
126
Volumen 1, Número 2, julio - diciembre 2024, pp. 107 - 135
Estudiar a los hombres como sujetos de género...
2013), a partir de develar los sentidos y los signicados en ocasiones
ocultos en la interacción social, buscando cómo de los casos individuales
podemos dar cuenta de los casos sociales, es decir pasar de las explica-
ciones en lo micro, a lo macro, como lo explica Bertaux (2005).
Vela (2013) propone pensar en que la entrevista posibilita
(…) una lectura de lo social a través de la reconstrucción del lenguaje, en
el cual los entrevistados expresan los pensamientos, los deseos y el mismo
inconsciente; es, por tanto, una técnica invaluable para el conocimiento
de los hechos sociales, para el análisis de los procesos de integración
cultural y para el estudio de los sucesos presentes en la formación de
identidades. (p. 67)
Es a partir de las características antes descritas que se puede entender a la
entrevista como una de las técnicas que permite una mayor proximidad
con las experiencias de las propias personas. Además, nos permite, como
menciona Vela (2013) comprender el entrelazamiento de dos tiempos, a
saber: el del entrevistado, quien accede a contar sus historias y experiencias,
dándonos entrada a su vida privada y al hecho de poder cuestionar dichos
sucesos de ella. El del investigador, quien sistematiza la información que
le proporciona el entrevistado para poder generar unidades de sentido que
le permitan desarrollar su posterior análisis.
Ante esto, Vela (2013) alude a dos enfoques desde donde nos podemos
aproximar a entender de manera particular la entrevista a profundidad. El
primero de ellos es siguiendo la línea que trazan Ruiz e Ispizúa (1989, cit-
ado en Vela, 2013) quienes plantean que ésta la podemos entender como
un esfuerzo de re-inmersión en la vida del entrevistado, quien funge un
papel de colaborador, por lo tanto, su papel se vuelve de capital impor-
tancia. El otro es el que menciona sobre la propuesta de Taylor y Bogdan
(1994) que la consideran una técnica derivada de encuentros repetidos
entre el entrevistador y los informantes, los cuales expresan con sus pro-
pias palabras momentos de su vida, experiencias o acontecimientos es-
pecícos.
La entrevista en profundidad entendida en el marco de esta investi-
gación retoma de ambos enfoques, pues en efecto es un proceso de re-in-
mersión o re-construcción de la historia de las personas, en este caso de
los hombres, que está expresado con sus propias palabras, sobre eventos
especícos de su propia vida. Sin embargo, los encuentros repetidos no
127
Jairo Medina, Iván Jiménez y Nancy Molina
Estudios sobre las Culturas Contemporáneas
siempre son necesarios para poder identicar a una entrevista dentro de
este tipo, sino que la profundidad la dan las propias preguntas que se
realizan, así como la apertura de los entrevistados, que se verá fortale-
cida o no por el nivel de conanza que se logre desarrollar entre ambos
participantes.
Para la recolección de la información del proyecto de investigación del
que nace esta propuesta (Medina, 2020) se diseñó un guion de entrevista
que consistió en 124 preguntas aproximadamente, pues al ser entrevista
en profundidad, se fue adaptando a cada uno de los participantes depend-
iendo de sus características particulares.
Los tópicos de dicha entrevista se organizaron en tres grandes grupos:
mandatos de la masculinidad, paternidad y relaciones conyugales. Em el
primer tópico se exploraron temas como los signicados de la masculini-
dad, las prácticas asociadas a ésta, así como nociones de feminidad y los
elementos que, desde la perspectiva de los participantes, se vinculaban
de manera directa con ésta. Para el segundo, se agruparon temas como
signicados de la paternidad, participación en el embarazo y prácticas
asociadas a la paternidad; mientras que, para el tercero y último, los te-
mas se vincularon al trabajo que desarrollaban tanto él como su pareja, el
signicado de la pareja, resolución de conictos, intimidad y afectos en la
pareja, así como sus prácticas sexuales.
Para el análisis de la información
La técnica que se empleó fue la de análisis temático, que utiliza una serie de
entrevistas en las que se designan temas, se crean categorías, con el n de
comparar las respuestas de los participantes a estas categorías en especíco.
Mieles et al. (2012) proponen una serie de pasos para realizar el análi-
sis temático. Primero la familiarización con la información recolectada.
Esto quiere decir, la transcripción, lectura y relectura de ésta, así como de
las notas que se hayan tomado, para identicar signicados dentro de lo
expresado por los participantes. Posterior a ésto, los autores proponen de-
sarrollar códigos, que son los elementos signicativos más básicos en la
información proporcionada por los participantes. Esta codicación puede
ser realizada de dos formas: inductiva, partiendo de los propios datos, o
de manera teórica, obedeciendo a las teorías que den forma a la inves-
tigación. Posterior a esto, se buscan los temas, que es “(…) aquel que
‘captura’ algo importante de la información en relación con la pregunta
128
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Estudiar a los hombres como sujetos de género...
de investigación, representando un nivel de respuesta estructurada o sig-
nicado” (Mieles et al., 2012, p. 219). Como siguiente paso se realiza una
recodicación con el n de delimitar los temas, y posiblemente encontrar
nuevos, y también buscando no excederse, pues no es necesario analizar
todos los signicados encontrados en la información, sino sólo los rela-
cionados con la investigación (Bertaux, 2005). Por último, se realiza la
jerarquización de los temas y subtemas, para que esto permita una incor-
poración más fácil al informe nal.
Bertaux (2005) propone que la recolección de la información y la cap-
tura se realice de manera simultánea, pues esto permitirá ir tomando de-
cisiones en cuanto a la información que se va a recolectar. Lo anterior
requiere también de un nivel de análisis, inicial, pero que también implica
una generación de categorías que permitan esta toma de decisiones. En la
misma línea, Bertaux (2005) nos advierte de una de las dicultades más
grandes en cuanto al análisis temático, que es la posibilidad de que la in-
formación que aportó un participante no se entienda fuera de su contexto,
es decir, cuando ya sea agrupada en categorías y temas. Ante esto, el autor
propone que, de ser necesario, se incorpore la explicación del contexto
que permita una comprensión global del comentario del participante.
Por lo anterior, el análisis de esta investigación se realizó con el pro-
grama MaxQDA 2018 para MacOS Catalina, en donde, una vez transcri-
tas verbatim las entrevistas, se procedió a la organización de las tran-
scripciones para generar los árboles de códigos y realizar el análisis. Los
códigos creados para este análisis fueron de manera inductiva, partiendo
de los datos aportados por los mismos entrevistados, buscando, en la me-
dida de las posibilidades, usar inclusive las mismas expresiones que ellos
utilizaban.
El primer árbol de códigos que se creó fue para la generación de hom-
bres más jóvenes, el cual fue reutilizado para las siguientes generaciones.
Este ejercicio permitió ver que había códigos que no aplicaban para todas
las generaciones, así como otros que tenían que ser agregados, pues no
había aparecido dicho código en las generaciones antes analizadas. Esto
permitió que cada generación fuera congurando un código especíco en
función de la información que iba aportando.
Este proceso de que cada generación tuviera un árbol de códigos
posibilitó un análisis en diferentes capas, obedeciendo esto a las propias
condiciones espaciotemporales en las que se desarrollaron, y al mismo ti-
129
Jairo Medina, Iván Jiménez y Nancy Molina
Estudios sobre las Culturas Contemporáneas
empo, identicando las permanencias entre los hombres de los diferentes
grupos etarios.
En total, se construyeron 35 categorías inductivas que permitieron el
análisis de la información recolectada. En la siguiente tabla se muestra un
ejemplo de las categorías construidas para cada uno de los grupos etarios
participantes en este estudio.
Tabla 2
Descripción de las categorías usadas en el análisis de la información
Grupo etario Categoría de análisis
Hombres mayores de
70 años
La conformación de la familia
Los valores de la masculinidad
El machismo y el uso de la fuerza
El origen de la masculinidad
La pareja
La heterosexualidad
Hombres de 50 a 55
años
La familia y los valores
El origen de la masculinidad
El consumo del alcohol como demostración
de la masculinidad
Hombres de 30 a 35
años
Prácticas en la familia
Valores de la masculinidad
Las metáforas de la masculinidad
Cuerpo, machismo y uso de la fuerza como
elementos de la masculinidad
Fuente: Elaboración propia a partir del análisis de las entrevistas.
Cabe aquí también hacer una consideración en cuanto a la estrategia de
análisis que se implementó en las diferentes áreas de la investigación. En lo
relacionado con la paternidad y la conyugalidad, la estrategia fue identicar
prácticas, signicados y acuerdos que llevaban cada uno en lo particular,
es decir, el cómo han incorporado elementos sociales y los llevan a cabo;
mientras en lo relacionado con los mandatos de la masculinidad se tuvo que
realizar una estrategia distinta, pues las preguntas que se realizaron fueron
encaminadas hacia lo abstracto, a lo conceptual. La realidad es que fue un
descuido el que en este apartado del guion de entrevista sólo se preguntara
130
Volumen 1, Número 2, julio - diciembre 2024, pp. 107 - 135
Estudiar a los hombres como sujetos de género...
por este tipo de elementos y no por cómo ellos lo han incorporado en sus
vidas. Esto permitió llevar a cabo un análisis de los mandatos por separado
e identicar cómo se va tejiendo con las incorporaciones que han realizado
estos hombres en términos de identidad como producto de la cultura.
Una vez realizado el análisis de las entrevistas a través de los códigos
ya descritos, se exportaron los fragmentos para hacer el cruce entre las
generaciones y encontrar el hilo que conecta los diferentes relatos de los
entrevistados.
Otro de los factores que modicó el número de sesiones fue los tiem-
pos de los entrevistados, pues algunos hicieron espacio en sus agendas
de trabajo para poder conceder la entrevista. En cuanto a la duración de
las entrevistas, estas oscilaron entre una hora hasta tres horas y media,
siendo la generación de hombres mayores de 70 años los que se llevaron
más tiempo.
Un repaso a los principales resultados
de la investigación
En este apartado se relatan algunos de los principales resultados de la
investigación de donde nace este artículo. Cabe resaltar que no se descri-
ben a detalle ni se da cuenta de los fragmentos especícos en los que los
participantes aportan su voz, pues esto está por fuera del objetivo de este
texto y ya se ha realizado en otros trabajos (Medina, 2020; Medina, 2023;
Medina et al., 2024).
Uno de los elementos que aparece compartido como mandato por los
participantes del estudio es la conformación de la familia como un ele-
mento vinculado con su masculinidad. Si bien es cierto que esto se en-
cuentra relacionado con lo que Bertaux (2005) plantea como categoría de
situación, también es necesario identicar que cada generación de hom-
bres lo incorpora de forma diferente. Mientras que para los participantes
del grupo etario mayor aparece la proveeduría como un elemento central
de su masculinidad, para los otros dos grupos esta proveeduría no se sus-
tenta solo en lo económico, sino también en lo emocional, sobre todo para
la generación más joven (Medina, 2023).
Este dato permite dar cuenta de uno de los elementos planteados en la
perspectiva etnosociológica, que es que las características se pueden com-
131
Jairo Medina, Iván Jiménez y Nancy Molina
Estudios sobre las Culturas Contemporáneas
partir dependiendo de las situaciones que los actores hayan vivido, pero
cada uno lo integra de forma distinta. Dicha distinción también se verá at-
ravesada por la experiencia del tiempo que les toca vivir a estos hombres,
pues los cambios sociales derivados de las luchas feministas han tenido
impacto en las dinámicas familiares que han orillado a estos cambios.
Otro de los datos encontrados fue que la pareja no aparece como parte
de lo que los hombres como mandato tienen que hacer o tener, sino que
ésta se ve como un elemento vinculado con la conformación de la familia
(Medina, 2023).
Sumado a lo anterior, las emociones que los padres identican en rel-
ación con su ser padre fue otro de los elementos del que se puede dar
cuenta:
Para los hombres mayores de 70 años, las emociones vinculadas a su
paternidad, amor y orgullo están situadas en sus relatos en un momento
histórico muy particular, cuando sus hijos e hijas ya son adultos y han
cumplido con algunas metas que ellos mismos como padres consideraban
importantes, como obtener un título universitario. Esto permite pensar
cómo la identidad de estos padres ha venido construyéndose a lo largo
de sus propias vidas y con relación a sus hijos e hijas. (Medina et al.,
2024, p. 251)
Vemos entonces que los hombres experimentan emociones vinculadas a
sus experiencias como padres y que éstas están situadas en contextos tem-
porales especícos, pues para los hombres de 50 a 55 años las emociones
aumentan en cantidad y también en complejidad, pues estos hombres
relatan sentir miedo por ser padres, pero también una profunda alegría
(Medina et al., 2024).
Mientras que las emociones
Para los hombres entre 30 y 35 años, el miedo se vincula con el na-
cimiento de los hijos o hijas que presentan algún problema de salud y
las consecuencias que esto podría traer; sin embargo, algo que también
aparece es esta emoción que se vive como una forma de estar
seguros desde la distancia. (Medina et al., 2024, p. 253)
Para este grupo etario las emociones aparecen con mayor intensidad, pues
además del miedo se presentan otras como la felicidad por ser padre y el
amor por los hijos. Esto se ve vinculado a que los hombres de esta gener-
132
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Estudiar a los hombres como sujetos de género...
ación están más presentes en el hogar, pues sus parejas también trabajan
para aportar a la economía del hogar, razón por la que estos hombres se
vinculan con mayor frecuencia tanto con sus parejas como con sus hijas e
hijos. La condición precaria de la economía y de las condiciones de traba-
jo, así como del poder adquisitivo de las familias mexicanas (De Keijzer,
1998) ha fomentado la participanción en la proveeduría de las mujeres
dentro de los hogares.
Este breve recorrido por los resultados reeja la importacia de hacer un
análisis a través de las generaciones, así como de profundizar en los ele-
mentos sociales, los cambios y las permanencias que se dan en torno a las
distintas formas en las que se expresan las masculinidades. La perspectiva
etnosociológica permite dar cuenta de estos procesos.
Reexiones nales
Al sumergirse en las prácticas y signicados de los hombres desde una
mirada etnosociológica, se abre la puerta a una comprensión más profun-
da de cómo las identidades masculinas se entrelazan con las experiencias
compartidas y las inuencias generacionales; esta metodología no sólo
permite desentrañar las complejidades de los hombres y sus prácticas, sino
que también revela la interacción entre los hombres y su entorno social e
histórico, destacando la importancia de considerar estos aspectos en cualquier
análisis de género.
La etnosociología brinda la oportunidad de explorar las relaciones entre
los hombres y las normas culturales, desaando las concepciones preesta-
blecidas sobre los roles de género y las expectativas sociales. Al estudiar
a los hombres desde esta perspectiva, se puede vislumbrar cómo las con-
strucciones sociales de la masculinidad se entrelazan con las estructuras de
poder, la historia y las prácticas cotidianas, ofreciendo una visión contextu-
alizada de la diversidad masculina.
Además, al centrarse en los grupos generacionales, la metodología et-
nosociológica permite analizar cómo las experiencias y los contextos
históricos moldean las identidades masculinas a lo largo del tiempo, reve-
lando tanto los cambios como las continuidades en las prácticas y signica-
dos asociados con la masculinidad; esta perspectiva generacional enriquece
la comprensión del género y los hombres, al contextualizarlas dentro de un
marco temporal más amplio, reconociendo la inuencia de las experiencias
pasadas en la conguración de las identidades contemporáneas.
133
Jairo Medina, Iván Jiménez y Nancy Molina
Estudios sobre las Culturas Contemporáneas
La metodología etnosociológica se erige como un enfoque enriquecedor
y revelador para estudiar a los hombres, la cultura y el género. Al adoptar
esta perspectiva, se abre la puerta a una comprensión más profunda y ma-
tizada de las complejas interacciones entre los hombres y su entorno social,
histórico y cultural, desaando las concepciones estáticas de la masculin-
idad y abriendo nuevas perspectivas para la investigación en el campo de
los estudios de género.
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