Reseña
De la violencia
a la educación
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Álvaro A. Fernández Reyes
Universidad de Guadalajara, Jalisco, México
delfosfera@gmail.com
E
n el prólogo de Violencias: marco de análisis desde los contextos edu-
cativo, laboral, cultural y de la comunicación, Olivia Solís Hernández
expone el reto de presentar un libro.
Bien dice que las palabras que lo
inauguran pueden abrir o cerrar
páginas. Mi labor, como el de la
prologuista, es hacer una reexión
crítica, y después una invitación a
abrir sus páginas, pero más a leerlas
detenidamente y pensar sobre un
tema que nos persigue en la vida
cotidiana.
Si bien los estudios sobre la
violencia no son nada nuevos, la
necesidad de estudiarla y reex-
ionar sobre ella, lamentablemente
está más vigente que nunca. Este
tratado sobre las violencias así, en
plural que coordina Norma Guti-
1 Gutiérrez, N. y Román, Á. (Coords.), (2022). Violencias: marco de análisis desde los
contextos educativo, laboral, cultural y de la comunicación. Astra Ediciones. ISBN: 978-
84-19152-84-8. 160 pp. DOI: https://doi.org/10.48779/ph7t-w580
Estudios sobre las Culturas Contemporáneas
Volumen 1, Número 2, julio - diciembre 2024, pp. 241-246
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érrez y Ángel Román, siempre lleva a dos campos básicos para combat-
irla: la cultura y la educación. En sus páginas vemos una reexión sobre
el presente, pero también sobre el pasado que permanece en el presente.
Un aspecto que llama fuertemente la atención es que la publicación
construye un diálogo entre el capitulado. Es una de sus peculiaridades,
pues todos los capítulos tienen una relación estrecha: se interpelan unos
a otros. Tarea nada fácil cuando se reúnen temas, casos, teorías y metod-
ologías diversas en un solo compendio.
Como su título indica, todos los textos tratan sobre violencias, sobre la
violencia estructural y líquida que permea nuestra cultura, pero enfatizan
la necesidad de sensibilizar al lector, principalmente estudiantes, así como
docentes y funcionarios. De los seis ensayos que componen el libro, los
primeros cinco abordan diferentes dimensiones de la violencia en el ámbi-
to educativo y desde la educación. No obstante, el último que toma como
objeto de estudio a la ciudad de Zacatecas y sus actividades culturales,
demuestra que también la educación es una de las grandes puertas para
salir de este problema, o por lo menos para confrontarlo de mejor manera.
En el capítulo uno, de María del Refugio Magallanes, titulado “Senti-
dos de la violencia, la disciplina, el castigo escolar y enseñanza del buen
trato infantil en el Porriato”, podemos ver cómo el eje transversal de la
violencia se ejecuta en el ejercicio disciplinario para infantes de primaria,
y cómo ya estaba en el debate de pedagogos de nales del siglo XIX.
Junto con madres y padres, los pedagogos estaban generalmente a favor,
pero había otros en contra de la violencia y del castigo físico, psicológi-
co, relacionado con el sistema de aprendizaje. Entre este debate teórico
y práctico, a través de documentos, la autora reconstruye el contexto de
un “orden moral” que por un lado intentaba implementar lo que llama “la
sensibilización civilizada del castigo”, y por otro, una práctica y teoría
que mantenían el viejo ejercicio del castigo en defensa del lema: “La letra
con sangre entra”. Como sabemos la práctica y la teoría no siempre van de
la mano, y en sus líneas puntualiza cómo desde 1891 ya se prohibía con-
stitucionalmente este tipo de castigos. Aunque 100 años después, sabe-
mos de niñas y niños que seguían o siguen sufriendo los estragos de
un castigo de esta naturaleza en nombre de la disciplina y el aprendizaje.
Al respecto, impresiona saber que los pioneros pedagogos que estaban
en contra, promulgaban lo que se ha dado en llamar la ética del cuidado,
rama de la losofía práctica que ahora en pleno 2024 ha cobrado presen-
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cia junto con la losofía para la paz. Su objetivo era evitar la construcción
de sujetos disciplinados.
Por su parte, Norma Gutiérrez, además de coordinadora del monográf-
ico, escribe un segundo capítulo con el sugerente título: “Auditoría de
género en el lenguaje: violencia, educación, feminismo e igualdad sus-
tantiva”. La propuesta de la autora se basa en dos ejes fundamentales: la
educación y el lenguaje. Como algunas de sus colegas, revisa la agenda
2030 promulgada por la Organización de las Naciones Unidas, en este
caso desde el objetivo 5 que pone atención en la igualdad de género y en
la eliminación de toda forma de discriminación y violencia hacia las mu-
jeres y niñas. Rescata uno de sus puntos principales que es implementar
una revolución educativa que sensibilice en diversos niveles escolares,
cuyas viejas prácticas afectan tanto en lo administrativo como en las nor-
mas o en los planes curriculares. Una estrategia urgente y que no tendría
por qué ser utópica para erradicar la violencia de género, pues ésta, in-
dica, “causa más muertes y mutilaciones que cualquier otra guerra […]”
(p. 45). Estas políticas las apoya con hipótesis que abonan al objeto de
estudio. Una de ellas es que este tipo de violencia es una conducta so-
cial aprendida y reproducida a través de las instituciones y las instancias
sociales. Es ahí donde se relaciona el proceso educativo con el lengua-
je basado en un orden patriarcal como universal, en la inequidad de los
signicados de vocablos asignados a los hombres, por ejemplo, hombre
público-mujer pública, entre otras estrategias de lenguaje como chistes,
dichos, e imágenes. En este proceso los libros escolares son fundamental-
es en la formación de lo que se aprende y se nombra para existir. Y como
en los medios masivos y otros productos culturales, ahí se construyen los
roles, los estereotipos, y las identidades. Por lo cual habrá que crear un
sistema educativo con perspectiva de género, deconstruir el lenguaje para
alcanzar lo que llaman la igualdad sustantiva. Está por demás decir que el
uso del lenguaje aun no ha aprobado la auditoría.
El capítulo tres “Función de la escuela en la prevención del ciberaco-
so”, se enfoca en la prevención de este fenómeno desde la escuela. Jo-
sena Rodríguez, como lo hacen Ángel Román y Norma Gutiérrez en
sus capítulos, parte de datos perturbadores en términos de ciberacoso:
“México ocupa el primer lugar mundial, seguido por Estados Unidos y
China” (p. 64). Dato tan contundente que de entrada obliga a atender el
problema; como el mismo hecho de que esta práctica comienza a ser bien
vista por adolescentes e infantes; o que estudiantes no son las únicas víc-
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timas, sino también docentes, que incluso llegan a ser el blanco de madres
y padres de familia. En todo caso, año con año aumenta y causa estragos
irreversibles. Como el resto de las autoras hace un esfuerzo por denir
el signicado y las características de su objeto de estudio, así como sus
etapas, variantes y los tipos de acoso. Muestra que, si bien es tan grave
como el acoso físico en lo público y lo privado, el gran riesgo viene de su
capacidad de ser prolongado y esparcido de una manera veloz y sin prec-
edentes. Pero una de las virtudes de este compendio sobre las violencias
es que los abordajes teóricos y empíricos no quedan en la descripción, in-
terpretación y explicación. Por el contrario, culminan con propuestas para
prevenir el ejercicio de las violencias. En este caso podríamos mencionar
aspectos como la competencia digital, el plan de educación en seguri-
dad informática, el plan de seguridad de los equipos informáticos, entre
otros que menciona la autora. Más que nada sugieren poner énfasis en la
creación de conciencia y empatía, en cultivar el pensamiento crítico. Y,
como sus colegas, Josena Rodríguez pone acento en la autoprotección y
la protección de usuarias y usuarios, es decir, en conducirse con la ética
del cuidado.
Emparentado al tema, en el capítulo cuatro “El acoso laboral en el
ámbito educativo, una manifestación violenta disfrazada de interacción
social”, Beatriz Marisol García analiza el acoso laboral, que es el día a
día de mujeres, pero también de hombres, de subordinadas, pero tam-
bién de jefas y jefes. En ese sentido nos recuerda que el acoso es tanto
horizontal como vertical, y no necesariamente jerárquico, pues puede ser
ascendente o descendente. Siempre se trata de una situación de desventaja
que se normaliza, pero también de desconocimiento de las implicaciones
legales. La Dra. Beatriz utiliza la categoría de análisis mobbing, que se ha
traducido como acoso laboral, profesional o moral. Un hecho que a veces
se oculta, pero que se maniesta en un cambio de actitud que afecta en lo
personal y lo social, en lo productivo y en la motivación síntomas pare-
cidos a las víctimas del bullying–. Siempre tiene repercusiones psicológi-
cas, físicas y sociales. La autora considera que sólo se puede enfrentar
de manera colectiva, con la divulgación y el conocimiento de normativas
claras. Y nuevamente trae a la mesa del debate el cuidado de las y los
demás, pues asegura que “sentirse bien está directamente relacionado con
hacer sentir bien” (p. 97).
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El capítulo cinco “Políticas educativas en contra de la violencia en las
Instituciones de Educación Superior. El caso de la Universidad Autónoma
de Zacatecas (UAZ) y los crímenes violentos hacia universitarios y uni-
versitarias”, de Ángel Román, sigue esta línea, pero estudia las políticas
implementadas, a implementar y a ejecutar en el caso de la Universidad
Autónoma de Zacatecas. Tras una serie de crímenes atroces perpetrados
contra la comunidad universitaria, parte de una inquietud personal, pero
que podría pertenecer a cualquier ciudadano de Zacatecas, Michoacán,
Estado de México, Guanajuato o Sonora, según los estados con las ciu-
dades más inseguras de México. País cuyos ciudadanos viven al lado del
horror esparcido principalmente por el crimen organizado, la impunidad
y la carencia de estado de derecho. Como académico y funcionario uni-
versitario, o como padre de familia y ciudadano que sufre estragos, se
pregunta sobre las acciones que implementan tanto organismos interna-
cionales como locales, concretamente la UAZ o ANUIES, para apoyar a
los tres órganos de gobierno caracterizados por un marcado fracaso frente
al cada vez más fuerte crimen organizado. Un sistema de redes que fue
fortalecido durante los últimos sexenios presidenciales. Con recuento de
acontecimientos y datos duros, dignos de cualquier thriller, expone el cli-
ma de terror, pero también analiza las políticas de instituciones educativas
que ofrecen soluciones graduales para combatir uno de los peores males
que aquejan al país.
El último capítulo, “Ciudad, cultura y violencia. Entramados simbóli-
cos en torno al Festival Cultural Zacatecas, en la ciudad de Zacatecas,
Zacatecas, México”, sale de la institución educativa aunque siempre se
relacionan con ésta, para tratar la cultura de la violencia en el entor-
no urbano. Irma Fabiola Castillo realiza cruces por demás interesantes;
les llama conexiones simbólicas, que se dan entre el patrimonio cultural,
el Festival Cultural de Zacatecas, y la violencia confrontada con la idea
del “derecho a la ciudad”. Dos tipos de violencia cobran relevancia en
el estudio, como menciono, en este caso asociada al entorno urbano: la
coercitiva y punitiva totalmente visible y difundida; y la estructural casi
imperceptible. Ambas ejercidas tanto en nimiedades de la vida cotidiana
como en otros grados, por ejemplo, el de la violencia criminalizada. Sugi-
ere la autora que esta cultura de la violencia, a diferencia de las violencias
del pasado, son hijas del sistema neoliberal y la globalización. Un sistema
que se ha convertido en parte de nuestro sentido común: las cosas son
así, y así se normalizan. Ya es normal que a un comerciante del Centro
Histórico de Zacatecas le pidan derecho de piso, por poner otro ejemplo.
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Es sugerente cómo durante el festival se esparcen diversos tipos de
violencia al patrimonio cultural, y a los mismos ciudadanos: daño a edi-
cios causado por la aglomeración en conciertos y daño físico causado por
peleas, alcohol, drogas y demás. En este ensayo de cierre, Irma Castillo
invita a pensar en vivir la ciudad y la cultura con armonía y ética, la ética
del ciudadano cuya base está en la educación y en la creación de narrati-
vas libres de violencia.
Como podemos ver, este compendio es cruzado por dos ejes transver-
sales: la violencia y la educación. Estos ejes hacen mover nuestros en-
granes críticos sobre un sistema que produce y normaliza la inseguridad.
Las autoras y el autor, en sus narrativas exigen un cambio en el paradigma
del pensamiento, del sentido común, un cambio en la producción del con-
ocimiento en instituciones educativas, con el n de que tomen en cuenta
otros niveles del saber tales como las emociones o la empatía, y construy-
an un orden moral fuerte ante los embates de la economía, la política y
la cultura de la desigualdad. Por lo que el libro, además de analizar tipos
de violencias, abre una línea de investigación a tratar y reexionar. En
este sentido sería necesario un segundo volumen que analice cómo im-
plementar ese nuevo modelo de pensamiento desde la educación, desde la
losofía para la paz y la ética ciudadana.
Este texto compilado por Norma Gutiérrez y Ángel Román demuestra
que las Ciencias humanas son más necesarias que nunca, nos recuerda
que valores como la seguridad, la equidad y la libertad, son derechos hu-
manos que debemos exigir y no un privilegio que se nos ha negado.
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